LUIS DE CARBAJAL, «EL MOZO»

Historia del famoso tratante y poeta novohispano, víctima de la Inquisición de Nueva España por su cripto-judaísmo.


El apellido Carbajal es de origen astur-leonés (Carballo significa «roble») y su origen, según la heráldica, está en el Valle de Carbajal, en el centro del Principado de Asturias. En la Alta Edad Media, Asturias llegaba hasta la frontera natural del Río Duero, uniendo el puerto de Llanes -Asturias-  con el mercado de Benavente -Zamora- por el Camino del Alumbre. Nos encontramos, así, cerca de la frontera actual con Portugal, con la localidad de Carbajales de Alba, donde a principios del S. XVI el inquisidor general de Valladolid investigó el criptojudaísmo de las familias Gazapo y Vara. Estos hechos, y otros muchos más de la misma índole, serían los que llevaron a la familia conversa de los Carbajal a refugiarse, en un momento que desconocemos,  tras la frontera portuguesa, concretamente en la población de Mogadouro.

 En Mogadouro nacieron Luis (1539) y Francisca (1540),  hijos de Gaspar de Carbajal y Catalina de León, la cual era hija de unos tratantes de esclavos en Guinea. Por esta época, Juan II de Portugal, perseguidor de herejes y sobre todo de criptojudíos, consiguió del papa la bula para instaurar el tribunal de la Inquisición en su reino; poco tiempo después, la familia -¿huyendo de la Inquisición portuguesa?-  pasa a vivir en Sahagún, primero, y en Benavente, después. Gaspar murió y fue enterrado en Benavente y su primogénito, Luis, fue enviado a estudiar a Portugal durante diez años, llegando a ser tesorero de la Corona Portuguesa en Cabo Verde, donde durante 13 años administró el comercio de esclavos. Mientras tanto, su hermana Francisca se casó con Francisco Rodriguez de Matos, con quien tuvo un gran número de hijos. (Por este orden, Isabel, Catalina, Mariana, Leonor , Baltasar -que compuso poesías rituales hebreas-, Luis, Miguel y Anica.)

 Luis de Carbajal, en 1564, dejó Cabo Verde por Sevilla, donde se casó con Guiomar de Lisboa, pero parece ser que la fortuna no le acompañaba ni en el matrimonio ni en las finanzas y se embarcó hacia América. Allí, la cosa iba mejor y fue nombrado alcalde de Tampico. Fue entonces cuando aprisionó a 77 ingleses que estaban asolando la costa de Tamaulipas. El Virrey de Nueva España en agradecimiento a sus servicios  lo ascendió a la categoría de capitán y llegó a cruzar el Río Grande, pero fue denunciado por abuso y venta de indios y acabó regresando a España. No obstante, en 1579, se granjeó la confianza real para liderar una gran misión en Nueva España  para el establecimiento del Nuevo Reino de León. Y, con él, embarcaron 100 familias de distintas localidades; entre ellas, también estaban su hermana Francisca y sus hijos.

 En 1589, cuando más brillaba la prosperidad familiar, y a pesar de la intensa expresión de catolicismo que profesaban públicamente, la familia fue denunciada ante el Tribunal de la Inquisición como judaizante. Luis de Carbajal fue llevado preso al inmundo presidio inquisitorial de México, donde las condiciones existenciales eran tan infames que le llevaron a la muerte. En la gobernación de Nuevo León Carbajal fue sustituido por Luis de Montemayor,  quien era casualmente descendiente de Luis Fernando de Montemayor, el que en  1498 fuera  inquisidor de Barcelona y, dos años más tarde,  inquisidor de Zaragoza; en esta ciudad aragonesa instruyó el proceso contra Juan de Lucena, consejero real, y su hermano, acusados de judaizantes.

A Luis de Carbajal «El Mozo», el sobrino del gobernador fallecido en 1590, lo apresaron también, junto a su madre, pues su hermana Isabel, bajo torturas inenarrables de los dominicos, delató a toda la familia. El Mozo fue reconciliado el 24 de febrero de 1590, siendo condenado a cadena perpetua en el hospital de lunáticos de San Hipólito, México. Condenado a vestir el sambenito, hizo una colecta para reunir el dinero suficiente para poder quitárselo y luego huir a Italia, en donde estaba ya su hermano Baltasar. Por esta época, bajo el pseudónimo de Yosef Lumbroso, redacta su autobiografía, que será de especial interés para los inquisidores.

Pero el plan de huir a Italia liberándose del sambenito  se vino abajo. El 9 de febrero de 1595 fue vuelto a procesar por  Había llegado a las manos de la Inquisición una obra que él firmaba en la cual empezaba por invocar el Nombre del Dios de los Ejércitos. Y eso para las mentes perturbadas de los inquisidores era inaceptable.

Además, junto con su hermano Baltasar, había compuesto poemas litúrgicos -piutím y kinot- para celebrar las festividades judías con solemnidad; también una forma de vidui (confesión pública en el rito sinagogal de Yom Kipur ) que  se reproduce en El libro rojo (1870) del escritor mexicano Vicente Riva Palacio.

Pequé, Señor, mas no porque he pecado

De tu amor y clemencia me despido.

Temo según mi culpa ser punido

y espero en tu bondad ser perdonado.

Recélome según me has aguardado

Ser por mi ingratitud aborrecido;

y hace mi pecado más crecido,

el ser tan digno Tú de ser amado.

Si no fuera por ti, de mí que fuera,

Y a mí de mí sin Ti, quién me librara,

Si tu mano la gracia no me diera:

¿Y a no ser yo mi Dios, quien no Te amara,

y a no ser Tú, Señor, quien me sufriera

y a Ti sin Tí, mi Dios, quien te llevara? 

Alfonso Toro. La familia Carvajal. México: Patria. 1977

Sometido a tortura, los dominicos inquisitoriales conseiguieron que delatara a 120 personas como judaizantes.

Al año siguiente, el ocho de diciembre de 1596, fecha festiva para los católicos, fue quemado vivo en una ceremonia que empezó a las nueve de la mañana y finalizó a las dos de la tarde.

En el auto de fe también murieron su madre, Francisca, sus hermanas Isabel, Catalina y Leonor, su gran amigo Manuel de Lucena, al igual que Diego Enríquez, Beatriz Enríquez y Manuel Díaz.

De la familia, únicamente dos habían salvado sus vidas,: Mariana, trastornada mentalmente y la hija  menor, Ana (también conocida como Annica) Mariana fue quemada en un acto de fe posterior, el mayor que nunca hubiera visto México. Baltasar, que fue el que huyó, fue quemado en efigie.

En 2017, el Gobierno de México comenzó los protocolos para que la nación recuperara tres manuscritos  que fueron robados en 1932 y que  fueron subastados por la casa Swann Auction Galleries en Nueva York. Los compró el coleccionista Leonard Milberg, que los donó a la nación mexicana. Estos documentos están considerados los más antiguos de los que tenemos noticias en América.