Fuentes de la literatura sobre la Fiesta de las Luces.
La fiesta de Januká -al igual que la de Purím- celebra un evento político, no teológico, acaecido -eso sí, con intervención divina en el desenlace. El episodio en cuestión ocurrió tras cerrar el cánon hebreo de los 24 Libros del Tanaj, acróstico de Torá, Nebiím (Profetas) y Ketuvím (Escritos). Así pues, todo lo que sabemos de los Macabeos -los hijos de Ben Matitiahu que protagonizan la hazaña jasmonea contra los seléucidas- lo sabemos por dos vías: una, por la ciencia de la Historia, que analiza por ejemplo las tumbas de los Macabeos en las inmediaciones de la localidad de Modi´ín; y otra, por la vía de la literatura bíblica, esto es, los dos libros de los Macabeos, que no figuran en el cánon tanájico: son apócrifos para el judaísmo. (Tampoco aparecen en las biblias protestantes -desde el S XIX- pero sí en las católicas y ortodoxas.)
Nuestros Sabios de Bendita Memoria -Jasal, los redactores de la Mishna, la Torá Oral- no se ocupan de los apócrifos (excepto en el caso del Libro de Ben Sira, que sí se menciona en El Talmud porque contiene instrucciones para las actividades del Sumo Sacerdote en el S II a.e.c) . Y entre esos libros despreciados están los cuatro Libros de los Macabeos.
El primero está escrito en hebreo. Pero el segundo está escrito en griego, como el tercero, del que parte del texto está perdido. El libro tercero no habla de los macabeos propiamente dicho, sino del intento de profanación del Templo de Jerusalén a manos de Ptolomeo IV (222-205 aec) El cuarto también está en griego, precisamente la lengua de la cultura contra la que luchaban los macabeos y es sólo canónico para la iglesia de Georgia; es decir, los textos que interesan para conocer la historia macabea y el contexto socio-político del desarrollo de Januká son los libros primero y segundo.
Macabeos I (M1, a partir de ahora) que es el que cuenta los eventos de la revuelta judía contra los seléucidas y la fundación de la Dinastía Jasmonea, fue escrito poco después de los hechos que relata, en hebreo y en la Tierra de Israel, pues el narrador conoce muy bien los lugares que describe. Sin embargo, M2 fue escrito en griego, casi con total seguridad en Alejandría, Egipto. No obstante, el manuscrito original de M1 se perdió y sólo conocemos su contenido por la traducción al griego. Sabemos de la existencia del original hebreo gracias al testimonio del teólogo paleocristiano Orígenes de Alejandría (185-255 dec) ¿Por qué se perdió? Por ser declarado apócrifo por Nuestros Sabios (Jasal) y por tanto falto de interés para los judíos que entonces sabían leer hebreo. Pero no para los poco rigurosos traductores de la Septuaginta, la traducción griega del Tanaj, fuente de agua no potable de la que han bebido las numerosas traducciones de las biblias cristianas. Y es de esa Septuaginta de donde surge el nombre Macabeos. Para los hebreos del Talmud (e incluso para Yosef ben Matitiahu, Flavio Josefo para los romanos) son jasmoneos, descendientes de Ben Jasmón (y no hasmoneos como se lee a veces por ahí)
Sobre el momento en que se redactaron hay divergencias académicas. Mientras que para unos son redactados en el mismo tiempo del evento histórico, como crónica, para otros, como Betzlel Bar Kojvá, catedrático emérito de la Universidad de Tel Aviv, la fecha sería -año arriba, año abajo- 129 aec (pocos años después de los eventos)
Pero otros, sin embargo, adelantan la fecha a 135, tiempos del reino de Yojanán Horkanos, mientras que algunos lo datan en 103, ya reinando Aleksander Yanai.
El insigne historiador de la época del Segundo Templo, Menajem Stern lo data en tiempos del reinado de Yehudá Aristóbulo. De la fecha de la traducción al griego no tenemos noticia, pero sí sabemos que fue a finales del S I, después de que el manuscrito original fuera usado por Flavio Josefo.
Los filólogos e historiadores sostienen que el relato de M1 y M2 es bastante fiable porque el narrador demuestra conocer la tierra de la que habla y, según Bar Kojva, el narrador incluso participó en alguna de las escaramuzas por los Montes de Judea, o fue al menos testigo de ellas. Otros piensan que son libros escritos por los cronistas oficiales de la Dinastía Jasmonea, porque hay una clara influencia y amabilidad para con los saduceos y no filtran la objetividad. Stern sostiene que es una obra primigenia de la historiografía hebrea.
Al igual que en el Rollo de Esther, donde no se menciona a A´, en Macabeos se elude el uso de la tradición elohista y yavista -claves para la datación del texto- y se refieren sólo a Ha´Shamáim (los cielos) El estilo, no obstante, es completamente calco del hebreo clásico de La Torá. Tras la Septuaginta en griego, se tradujo al latín en el S IV para la edición de la Vulgata. En 1895 apareció en París una traducción parcial en hebreo; la traducción completa es de 1937, a cargo de Abraham Kahana, por lo cual recibió el Premio Bialik.
Así pues, toda la literatura hebrea respecto a la fiesta de Januká la tenemos en fuentes profanas y sagradas: la primera es la que tenemos en «Las Antigüedades Judías», de Flavio Josefo (que era miembro de la propia familia macabea y por eso su verdadero nombre es Yosef ben Matitiahu) La segunda empieza por una exigua mención en el Rollo de Taanit y en El Talmud en el tratatado de Shabat.