MANUEL FERNANDES DE VILA REAL

Historia de un converso, diplomático y escritor que fue por eso objetivo inquisitorial.

Por alguna extraña razón, la figura de este escritor, historiador, traductor y editor del S XVII de origen portugués no ha suscitado la atención que requiere su importante obra y su singular vida. Pero en Sfarad.es no dejamos atrás a ningún representante del desarrollo histórico del sefardismo, incluido los conversos.

Manuel Fernandez de Villa Real nació en Lisboa hacia el año de 1608, cuando Portugal era parte de la monarquía española y reinaba Felipe III, o mejor dicho, en realidad reinaba su valido, el Duque de Lerma (quien a su vez delegó todo en su valido, Rodrigo Calderón y Aranda, nacido en Amberes como hijo de un matrimonio de judeo-conversos de Valladolid. Calderón murió ejecutado por orden del rey, aunque consta proceso inquisitorial contra todo su  linaje)

En Tánger y siendo aún muy joven, Fernandez de Villa Real -localidad del Antiguo Reino de Valencia y judería de la aljama de Sagunto- obtuvo el grado militar de capitán estando  bajo las órdenes de Jorge Mascarenha -quien luego partió al Brasil para luchar contra los holandeses de Pernambuco y sus sefardíes. Fernandez de Villa Real por aquel entonces, al regresar de Tánger,  estuvo por Málaga, Sevilla, Madrid, hasta que en 1648 partió al norte de Francia, a Ruán, para comprar unos barcos con los que presuntamente querría viajar a América…

En Madrid, Fernández Villa Real, que era un hombre culto como sólo supieron serlo los que vivieron entre el barroco, frecuentó cenáculos literarios que avivaron su afición a las letras.  Y este ambiente se había gestado un círculo literario de conversos liderado un neocristiano de Cuenca, Antonio Enríquez Gómez, dramaturgo -y experto en el arte del disimulo- que murió abjurando por efecto de la tortura, según cuenta su biógrafo, Israel S. Révah. Este Antonio Enriquez había huido a Francia en 1636 y lo más seguro es que fuera quien incitó a Fernandez Villa Real a imitarle para huir de la Inquisición en Francia. Dadas las fechas, el lugar y el ambiente literario, estos conversos pudieran haber sido denunciados por un «familiar» (delator) de la Inquisición: Lope de Vega. Pero no se puede comprobar.

De Ruán, en la costa norte de Francia -donde se consolidó la comunidad judía de los expulsos de Inglaterra en 1290-  Don Manuel  pasó a París. Fue entonces cuando la nobleza portuguesa, en diciembre de 1640, encabezó una rebelión contra la monarquía de los Austrias y proclamó rey al Duque de Braganza, Juan IV de Portugal, lo cual da pie a la llamada Guerra de Restauración Portuguesa. Fernandez de Villa Real, que había hecho grandes contactos en el puerto de L´Havre, fue quien comunicó al cardenal Richelieu que en Portugal se habían emancipado de los españoles. Unos meses más tarde, el conde da Vidigueira fue nombrado embajador en París; Manuel Fernandes de Vila Real entró a su servicio. Mientras que el primero fue nombrado marqués de Niza, Manuel  fue nombrado cónsul de París.

En 1649, el feliz diplomático regresó a Lisboa. Y fue entonces cuando, para su sorpresa, se encontró con que le estaba esperando el peor del los comités de recepción: la Inquisición Portuguesa acusándole  y deteniéndole por judaizante y por ser miembro destacado de la camarilla literario-conversa de Antonio Enríquez. Su suertre estaba echada.

Fernandez de Villa Real, entre muchos escritos de toda índole, incluyendo traducciones, había escrito una obra que sería su perdición:  Epítome genealógico del eminentíssimo Cardenal Duque de Richelieu y discursos políticos sobre algunas acciones de su vida (Pamplona: en casa de Juan Antonio Berdún, 1641) Pero esta obra era todo un problema: fue publicada sin licencia alguna, sin aprobaciones, sin pasar por la censura, sin pagar su tasa y con un pie de imprenta falso, pues no existió ningún impresor llamado Juan Antonio Berdún en Pamplona. ¿Por qué?  Para difundir en España, desde Navarra -entonces parte de Francia- sibilinas críticas contra los quehaceres e idiosincrasia de la Inquisición y la monarquía de Felipe IV. Incluso abogaba por la libertad de culto, todo lo cual entonces era una osadía sin medida.

La obra, además, tuvo un problema añadido: fue un  éxito total y la  tradujeron al francés, al alemán y al italiano. Pero el éxito iba envenenado: meses antes, su amigo Antonio Enríquez Gómez había publicado en la muy sefardí Burdeos la obra  Academias morales de las musas (Bordeaux: en la imprenta de Pedro de La Court, 1642). Esta obra llevaba un prólogo titulado «Apología»  que había redactado el  capitán Manuel Fernandes de Vila Real, quien se declara «su mayor amigo». Y a la Inquisición nada de todo esto le pasó desapercibido, así que le abrió un proceso inquisitorial en el que no le quedó más remedio que defendesrse y hasta retractase. De hecho, hubo reediciones bajo el título que vemos en la foto principal, con muchas correcciones, ampliaciones, elusiones, etc. con el ánimo de atemperar los ánimos sangrientos de los inquisidores. Pero no le sirvió de nada.

Para lectura on line, en la Biblioteca Nacional de España AQUI

Fue ejecutado el primero de diciembre de 1652 en Lisboa.



Bibliografía:

  •  José RIBEIRO GUIMARÃES, «1640‑1652 Manuel Fernandes Villa Real», inSummario de Varia Historia, Lisboa: Typ. de J. G. Sousa Neves, 1875