N. MULLER , EL HÚNGARO QUE RETRATÓ LA POSTGUERRA ESPAÑOLA

Nicolás Muller, que pasó su última etapa vital en una pequeña aldea asturiana de la costa cantábrica, retrató la postguerra española con una calidad que aprendió de su maestro, su compatriota Robert Kappa.


Su hija, Anna Muller, también afincada en ese pedazo de mundo entre el Mar Cantábrico y los Picos de Europa, junto a Pablo Basagoiti, director del  gijonés Museo Evaristo Valle,  comisarió hace no mucho   una exposición de fotografías de Nicolás Muller. A dieciséis años de su desaparición,  han sido muchas las retrospectivas póstumas que se han realizado en el mundo y sobre la obra de este fotógrafo, pero ninguna como esa del otoño pasado, pues se ofrecía de forma íntima, a cargo de su hija, las fotos más queridas por el propio autor.

Nicolás Muller, judío del Imperio Austro-húngaro y por tanto anterior a la primera conflagración mundial -nació en 1913- formado en la jurisprudencia teutona y en las formas de la Bauhaus -tan queridas por el judaísmo- empezó retratando al campesinado húngaro, hasta que el terrible advenimiento del nazismo le hiciera emigrar a Francia, donde conoció a ese otro gran sumo pontífice de la fotografía, también húngaro y también judío , Robert Cappa -seudónimo de Endre Ernő Friedmann y su esposa, también judía askenazi, Gerda Taro (que murió aplastada por un tanque en El Escorial, retratando la Guerra Civil española)

 

Con la II Guerra Mundial, Muller tuvo que abandonar París y se instaló en Portugal, de donde fue expulsado por la policía salazarista, y se fue a vivir a Tánger cuando la dorada época del Protectorado Español. Allí conoció al secretario del gran filósofo Ortega y Gasset que fue quien le introdujo en la prestigiosa atmósfera cultural de La Revista de Occidente.  Azorín, Ortega y Gasset, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Cela, Pío Baroja, Menéndez Pidal, Marañón y un largo etcétera de grandes personajes de nuestra intelectualidad quedarán inmortalizados por su cámara.

En 1970 se afincó con su familia en una aldea de 85 casas- el pintoresco pueblo de Andrín, a cinco kms. de Llanes-cuna de los dominios de los Condes de la Vega del Sella.

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