NUEVE DE TAMUZ

Sobre el origen del ayuno del 17 de tamuz



En el año 3338, (597 a.e.c.)  el Reino de Judea, con Sedecías en el trono de Jerusalén, fue destruido. Nabucodonosor II del Imperio Neobabilónico hace ya muchos años que tiene en su poder las regiones de Siria, Judea y las ciudades estado cananeas de la costa mediterránea. Así que, tras acabar con los asirios en la batalla de Karkemish,  intentó conquistar el Egipto del rey Nekao II.

Sedecías, rey impuesto por designio babilonio, fue engañado por Nekao, que le convenció para que no pagara los impuestos a Nabucodonosor. Jeremías, poniendo en riesgo su vida y su libertad, anunciaba que habría mucho que lamentar si Judea se levantaba contra Babilonia. Y  así fue: El día 9 de tamuz de aquel año, las tropas babilonias se lanzaron contra Jerusalén y abrieron una brecha en sus murallas. Sedecías fue deportado a Babilonia y un mes después era completamente destruido el Templo de Salomón.

En recuerdo piadoso de tal desgracia,  el 9 de tamuz quedó marcado para la norma judía como día de ayuno.

Y esta norma tuvo una vigencia determinada: muchos años después, el  17 de Tamuz de 3829 (69 d.e.c) los romanos romperán las murallas de la Jerusalén del Segundo Templo. Pues bien, según El Talmud, tratado de Rosh HaShaná y según el  Tur Oraj Jaim 549, la desgracia del 17 de tamuz provocó que se hiciera una takaná -una ordenanza- por la cual quedaba anulado el ayuno de 9 de tamuz para pasar a realizarlo el 17 de tamuz.

Aun así, el pueblo nunca olvidó que el 9 de tamuz era una fecha nefasta que nunca habría de caer en el olvido.