PARASHAT HA´SHAVUA. «EKEV»

Parashá: «Ekev», ,עֵקֶב, por culpa de.  Deuteronomio  7:12–11:25. Haftará: 2ª de Consolación, Isaías  49:14–51:3 Darshán: Morenu Verabenu, Ribí David Jananiá Pinto, shlita.


“Y será que, por haber oído
estas sentencias, haberlas
observado y puesto por
obra…” (Devarim 7:12).

Rashí esclarece que el término ékev (עקב’ :por’, ‘a causa de’) se refiere a las mitzvot simples que el hombre podría tender a pisotear con el akev (עקב : ‘talón’), es decir, podría tender a no considerarlas; y sin embargo, esas mitzvot, el hombre tiene que cumplirlas tal como cumpliría las mitzvot más “grandes” e “importantes”. La persona a veces piensa que nada va a suceder si se demora unos pocos minutos en llegar al shiur, o si reza sin minián por única vez. A pesar de que, ciertamente, no incurre en ninguna transgresión grave, la Torá ordenó al respecto, explícitamente, que, aun en detalles como éstos que el hombre no los considera importantes, y, por ende, los “pisotea”, uno tiene la obligación de cuidarse de no menospreciarlos, porque ellos son también parte de la sagrada Torá.

Hay mitzvot grandes e importantes que la persona también podría tender a menospreciar y “pisotear”, debido a que dichas mitzvot recurren a diario y la persona ya se ha acostumbrado a cumplirlas, y es por eso por lo que la persona no les presta ninguna atención particular. Al momento del toque del shofar, toda persona pone intención en la mitzvá y hace teshuvá, porque ésta es una mitzvá poco frecuente a la cual la persona no está acostumbrada. Pero cuando debe vestir el talit katán cada mañana, el hombre no se emociona ni piensa mucho sobre dicha mitzvá; simplemente, viste el talit katán como cualquier otra prenda de vestir. Esa es la fuerza destructiva de la costumbre y la rutina.

Sobre esto, Hakadosh Baruj Hu ordenó que la persona tiene que cuidarse de no caer en las redes de la rutina, pisoteando mitzvot que cumple por costumbre. Más bien, toda persona debe reforzarse y pensar acerca de cada mitzvá que cumple, y de la grandiosa recompensa que conlleva su cumplimiento. De esta forma, no despreciará aquellas mitzvot rutinarias. Ciertamente, aún falta por dilucidar por qué la Torá escogió precisamente la expresión ékev para ejemplarizar aquello que la persona desdeña y desprecia.

Al respecto, podemos decir que el akev (‘talón’) se encuentra al final del cuerpo, al final de la pierna, lo cual alude al final del hombre sobre la faz de la tierra. Cuando el hombre quiere hacer teshuvá y mejorar en el cumplimiento de aquellas mitzvot a las que está acostumbrado por fuerza de la rutina, tiene que meditar acerca de su final en este mundo. ¿Qué va a ser de él cuando muera y ascienda ante el Bet Din Celestial? Este pensamiento ciertamente despertará en él la conciencia de que toda mitzvá, por más pequeña y común que fuera, tiene una inmensurable recompensa en el Cielo. Después de vivir los 120 años sobre la tierra, el hombre va a necesitar todas aquellas miles de mitzvot que se le presentaron cada día y a las cuales no les prestó atención, y las cumplió por costumbre.

Así es como explica también Ribí Yaakov Abujatzera, ziaa, autor de Pitujé Jotam, la yuxtaposición de las parashiot de Ékev y Reé. El hombre que quiere trabajar sus cualidades para no pisotear las mitzvot fáciles tiene que reé (‘ver’) su akev (‘talón’); es decir, tiene que ver su propio final, el día de su muerte, y percatarse de cuánto va a necesitar entonces todas las mitzvot, incluso las más fáciles que se le presentaren para cumplir. Si el hombre piensa así durante su vida, tendrá el mérito de embellecer de la forma más íntegra y apropiada todas las mitzvot que se le presentaren.

En hebreo, el término náal (נעל’ :calzado’) se deriva del término neilá (נעילה’ :cerrar, trancar’). La tefilá de Neilá que decimos al culminar Yom Kipur es el resumen y la conclusión del gran y temible Día del Juicio. Incluso la simple acción de ponerse el calzado en los pies debe llevar a la persona a ponderar acerca del final de sus días sobre esta tierra, porque cada día el hombre tiene que recordar el día de la muerte para volver en teshuvá completa antes de morir. De cada mitzvá que el hombre lleva a cabo, se forma un ángel bueno que está de su lado, y que lo defenderá después de los 120 años del hombre en este mundo. Pero el hombre que pisotea con el talón las mitzvot fáciles, y las cumple sin mucha consideración ni sentimiento, pisotea también a aquellos ángeles sagrados. ¡Quién sabe qué será de ese ángel si es que el hombre lo pisotea constantemente!

Toda persona cumple muchas mitzvot cada día. Se levanta por la mañana, hace ablución de las manos, reza, honra a sus padres, hace bondad con sus vecinos, adelanta el saludo a los demás, etc. Todo eso lo hace rutinariamente. No obstante, si pusiera atención a lo que hace e imprimiera la intención de que lo hace en Nombre de Hashem, tendría el mérito de que incluso aquellas mitzvot rutinarias no fueran pisoteadas, las cuales lo acompañarán después de los 120 años con mucho honor a su porción en el Mundo Venidero.