Parashá: Balak. בָּלָק. Numeros. 22:2–25:9. Haftara sefaradit: Miqueas 5:6–6:8. Darshan : Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlita
“No maldigas al pueblo, pues es bendito.”
(Bamidbar 22:12)
Nuestros Sabios, de bendita memoria, dicen que nosotros, el Pueblo de Israel, no tuvimos mayor enemigo que Bilam Harashá, quien quiso exterminarnos con sus maldiciones, pero Hakadosh Baruj Hu se apiadó de nosotros e impidió que lo hiciera, poniéndole unas riendas a su boca de modo que no pudiera maldecir. Cuando Bilam vio que no podía maldecir, quiso bendecirnos, pero Hakadosh Baruj Hu le dijo a Bilam que ellos no necesitaban de su bendición, pues “son benditos”. Sobre este concepto está basado el refrán que reza “Ni de tu aguijón, ni de tu miel”. Es obvio que aun cuando Bilam quiso bendecir, no tenía la verdadera intención de dar una bendición; más bien, tenía la intención de maldecir, y toda bendición que hubiera sacado de su boca no habría sido sino una maldición para Israel; por lo tanto, Hakadosh Baruj Hu le tapó la boca.
¿Por qué Bilam aborreció tanto a Israel al punto de querer exterminarnos por completo? Nuestros Sabios, de bendita memoria dijeron (Tratado de Avot 5:19): “Todo el que tiene las siguientes tres cualidades pertenece a los discípulos de Bilam Harashá: ojo malo (‘mezquindad’), arrogancia y ambición”.
La primera de las malas cualidades de Bilam Harashá era la del ojo malo; la cualidad de la mezquindad era la que más lo enturbiaba. Aquel que tiene esta cualidad aborrecible no puede ver el éxito del compañero, y no puede estar en armonía con la prosperidad de la que goza el prójimo. Esto ocurría con Bilam Harashá, que era mezquino y no podía ver el éxito del Pueblo de Israel, y su corazón languidecía al ver que Hakadosh Baruj Hu acompañaba a Su pueblo a cada paso, y se preocupaba de todas sus necesidades, los supervisaba de forma particular y los dirigía de forma milagrosa. Para Bilam le era muy difícil aceptar eso, por lo que en su ser le hervía un inmensurable odio que lo incitaba a desear el exterminio del Pueblo Elegido.
A simple vista, podríamos objetar: si Bilam era tan malvado, ¿cómo puede ser que ameritó tener profecía? El versículo dice acerca de él (Bamidbar 24:16) que “conocía la sabiduría Superior”. Nuestros Sabios, de bendita memoria, dijeron que el versículo viene a indicar que Bilam sabía cuál era el instante en el que Hakadosh Baruj Hu se enoja, y podía ver el futuro. Bilam incluso llegó al nivel de Moshé Rabenu en profecía. ¿Cómo tuvo el mérito de la virtud de la profecía?
La respuesta es simple y clara. Bilam Harashá no se trabajó a sí mismo para llegar a obtener cualidades elevadas. Él recibió la profecía como obsequio, gratis, sin esforzarse en lo más mínimo para obtenerlos. Nunca se preocupó de trabajar su persona para santificarse, ni trató de purificar sus pensamientos para ameritar llegar a un nivel espiritual cualquiera. ¡Al contrario! Las malas cualidades estaban implantadas en su ser, yél solo iba en pos de todas sus inclinaciones, detrás de las abominaciones.
A pesar de todo esto, él tuvo el mérito de que Hakadosh Baruj Hu le concediera, de Su tesoro, la profecía, y lo elevara a niveles fantásticos. Todo esto Hashem lo hizo con la intención de que las naciones del mundo no vinieran con querellas vanas ante Él de que, si ellos hubieran tenido un profeta como Moshé Rabenu, habrían seguido el buen camino. Y, salvando las diferencias entre lo sagrado y lo mundanal, entre lo puro y lo impuro, Moshé Rabenu llegó alcanzar altos niveles de profecía solo después de mucho esfuerzo y de haber trabajado duramente para lograrlos. Él fue de los discípulos de Abraham Avinu, poseedores de buenas cualidades y de un comportamiento correcto, como dijo el Taná: “Quien tiene buen ojo, modestia, y humildad es de los discípulos de Abraham Avinu”. Moshé Rabenu se entregó por completo a la adquisición de tales buenos atributos.
Ya desde pequeño, Moshé Rabenu creció como hijo de reyes en el palacio del malvado faraón, pero no fue detrás de la grandeza; y cuando vio la pobreza que sufrían sus hermanos, esclavizados al faraón, se quitó sus ropas reales y les ofreció el hombro para ayudarlos a soportar el yugo. Por el poder de cualidades nobles como esta, Moshé Rabenu tuvo el mérito de llegar a tener un temor del Cielo puro y una cercanía extrema a Hakadosh Baruj Hu, más que cualquier otro ser humano. La persona debe saber que, lamentablemente, el consejo de Bilam Harashá no fue aniquilado del todo, y existe hasta nuestros días.
Y así como muchos de Israel cayeron en la red de la impureza, asimismo, hoy en día, el consejo de Bilam llega a nosotros con el surgimiento de los avances tecnológicos en nuestra generación —como el internet,
y los aparatos celulares que no son casher—, y muchos caen presa —Rajmaná litzlán— de la Inclinación al Mal. Por eso tenemos la obligación de cuidarnos de todo ello, esforzándonos en la adquisición de las buenas cualidades a la vez que estamos obligados a hacer guardia de nuestra persona para evitar que sea afectada negativamente. No obstante, uno debe saber que con solo dar el primer paso en la misión que tiene por delante, y procurar santificarse y purificar el corazón, los pensamientos e ideas, y alejarse de todo lo que lo pueda enturbiar, sin duda alguna, Hashem lo ayudará a lograr su meta y elevarse en los niveles y virtudes, ya que “A aquel que busca purificarse, desde el Cielo lo ayudan”.