PARASHAT HA´SHAVÚA:

Parashá: Bereshit, En El Principio. Genesis 1:1–6:8 Haftará sefardit: Isaiah 42:5–21. Darshán:  Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlita



Nuestros Sabios, de bendita memoria, dicen (Tratado de Avodá Zará 3b) que en el futuro los idólatras se convertirán al judaísmo. ¿Y de qué forma se acercarán? Dicen nuestros Sabios, de bendita memoria, que ellos se colocarán los tefilín en la cabeza y en la mano, pondrán tzitzit en sus vestimentas y mezuzot en sus puertas. De esta forma, se presentarán delante de Hakadosh Baruj Hu y le pedirán que les dé recompensa.

Nuestros Sabios, de bendita memoria, dicen que ellos, además de pedirle recompensa a Hakadosh Baruj
Hu también le pedirán que les dé la Torá. Pero Hakadosh Baruj Hu les dirá: “Antes entregar la Torá, fui donde cada uno de vosotros, donde cada nación, y quise entregársela a vosotros, pero no quisisteis recibirla. ¿Ahora sí la queréis recibir?”.

Entonces, las naciones idólatras le dirán a Hakadosh Baruj Hu: “Si es así, que ya nos la habías ofrecido, danos la Torá ahora”, y Hakadosh Baruj Hu les responderá: “¡Pero qué tontos! ‘Aquel que se preocupó de prepararse en la víspera de Shabat podrá comer en Shabat, pero el que no se preparó antes de Shabat, ¿de dónde comerá en Shabat?’. De todas formas, tengo una mitzvá fácil que os puedo dar para cumplir. Se llama ‘sucá’; id y cumplidla”. De inmediato, todos saldrán a hacer la sucá en la azotea de su casa y Hakadosh Baruj Hu hará que el sol arda en su mayor intensidad, como en el mes de tamuz. De tanto calor, cada uno de ellos saldrá de su sucá, dándole una patada al salir.

Cuando las naciones dicen que quieren recibir recompensa de Hakadosh Baruj Hu, sin duda, ellas esperan una recompensa espiritual. Por lo tanto, llegan ‘disfrazados’ de judíos: visten talit, se colocan los tefilín en el brazo y la cabeza, ponen mezuzá en las puertas de sus casas, y quieren ser como judíos, literalmente, y así recibir recompensa. Entonces, Hakadosh Baruj Hu les responde que ellos son unos verdaderos tontos, pues solo el que se esfuerza antes de Shabat en preparar lo necesario para Shabat podrá gozar en Shabat de lo que preparó. Solo el que se preparó a sí mismo a lo largo de toda la vida es quien puede recibir la recompensa de Hakadosh Baruj Hu. Y solo los judíos se prepararon con abnegación, al residir en la tierra de ellos, a lo largo de los años de la Diáspora.

Y son los judíos los que cumplen con todas las mitzvot: ellos comen matzá en Pésaj; ellos duermen en la sucá en la Festividad de Sucot; ellos ayunan en Yom Kipur; y hacen también así con todas las demás mitzvot. Y por cuanto los judíos cumplieron durante toda su vida todas las mitzvot con abnegación, solo
ellos son merecedores de recompensa. Pero las naciones no se rendirán, y le dirán a Hakadosh Baruj Hu: “Si nos hubieras dado las mitzvot desde el principio, las habríamos cumplido, solo que no nos diste la Torá”.

Hakadosh Baruj Hu les dirá: “Antes de entregarle la Torá al Pueblo de Israel, en el evento en el Monte Sinai, fui donde cada una de las naciones para que recibieran la Torá, pero ninguna quiso aceptarla. Siendo así, fuisteis vosotros los que no quisisteis recibir la Torá. ¿Por qué ahora venís a pedírmela?”.
Las naciones son como Bilam, el malvado, quien dijo (Bamidbar 23:10):

“Que muera yo la muerte de los rectos
y sea mi fin como el suyo”.

Es decir, él quiso morir como muere un judío y recibir la recompensa que le corresponde a un judío. Pero él no pidió vivir como un judío; él quiso vivir como cualquier persona de otra nación. Y sobre esto, dice el Talmud (Tratado de Sotá 22b): “Hace los actos [bajos] de Zimrí ben Salú, pero pide la recompensa que se merece Pinjás”. Hakadosh Baruj Hu se conduce con las naciones más allá de la letra de la ley, y les dice: “Veamos si es que se merecen recompensa. Les daré una mitzvá pequeña, una mitzvá que no involucra gastos, de modo que no tengan que invertir dinero en ella. Se trata de la mitzvá de sucá; veamos si la van a cumplir”. De inmediato, las naciones saldrán a construir su sucá, y Hakadosh Baruj Hu hará que el día sea muy caliente, como en los días de tamuz. Así, las naciones saldrán corriendo de la
sucá que construyeron y le darán una patada al salir.

Esto resulta difícil de comprender. ¿Por qué las naciones van a patear la sucá al salir de ella? ¡Si ellos saben que de ello depende toda la recompensa que puedan llegar a recibir! Y si la patean, estarán demostrando que no les corresponde ningún pago, y lo perderán todo. Ellos irán donde Hakadosh Baruj Hu con el argumento de que querrán recompensa, y apenas Hakadosh Baruj Hu les suba un poco el calor, todo lo que ellos harán es salir y patear la sucá. ¿Acaso nosotros, los Hijos de Israel, hacemos lo mismo? Son muchas las veces en las que el calor se hace insoportable en la sucá, y sudamos y realmente se nos hace difícil cumplir la mitzvá de comer en la sucá, pero no salimos de la sucá y, mucho menos, la
pateamos. Más bien, seguimos cumpliendo la mitzvá. Y aun cuando a veces experimentamos aflicción al habitar enla sucá y nos vemos forzados a salir de ella, salimos con el corazón pesado y angustiado; ¡y definitivamente que no la pateamos! ¿Por qué, de pronto, las demás naciones sí la patean al salir? ¡Si lo único que logran al hacerlo es perder en un instante toda recompensa que pudieran merecer!

De aquí vemos la diferencia entre el Pueblo de Israel y las demás naciones. El Pueblo de Israel está acostumbrado a vivenciar sufrimientos, y no es porque ello provenga de la costumbre, sino que surge del amor a Hakadosh Baruj Hu que todo judío alberga en el corazón. Un amor como éste no se puede detener, aun cuando exista alguna aflicción foránea. A pesar del gran sufrimiento que pueda haber involucrado, el judío está dispuesto a soportarlo todo con el fin de cumplir el precepto de Hashem a completitud.

Éste es el tema del amor por Hashem, que surge del sufrimiento del alma, que se encuentra solo en el Pueblo de Israel y no en las demás naciones. Aquel que siente por Hashem Yitbaraj amor con abnegación, cumple todas las mitzvot. Y todos aquellos que, en lugar de dormir o de comer, se disponen a estudiar o a ir a un shiur de Torá, actúan con abnegación, y son ellos los que se merecen recompensa