PARASHAT HA´SHAVÚA: «BAMIDBAR»

Parashá: בְּמִדְבַּר‎, bamidbar. En el desierto. Números 1:1–4:20. Haftará: 1 Samuel 20:18–42.  Darshán: Morenu Verabenu, Ribí David Jananiá Pinto, shlita


 

Y los leviím acamparán
alrededor del Mishcán del
Testimonio” (Bamidbar 1:53)

Cada vez que trato de imaginarme cómo fue el orden de acampamento del Pueblo de Israel alrededor del Mishcán del Testimonio —el lugar donde se posaba la sagrada Shejiná—, me embarga una profunda admiración. En el campamento de Israel en el desierto, Hakadosh Baruj Hu se encontraba en el centro y el Pueblode Israel se distribuía alrededor de Él según sus tribus, en campamentos, según sus banderas, y disfrutaban del fulgor de la Shejiná. ¿Y quiénes acampabanmás próximos a la Shejiná? Obviamente, la tribu de Leví, cuya función era la de desarmar y armar el Mishcán; ellos eran los elevados del pueblo, quienes le enseñaban cómo cumplir la Torá y las mitzvot, como dice el versículo (Devarim 33:10):

“Enseñarán Tu sentencia a Yaakov y Tu Torá a Israel”.

Es por eso por lo que ellos tuvieron el mérito de ser los que acampaban más próximos a la Shejiná, alrededor del Mishcán del Testimonio. Quien profundice al respecto objetará lo siguiente: acerca de Hakadosh Baruj Hu, dice el versículo (Devarim 4:24):

“Es un fuego que consume”

entonces, ¿cómo pudo el Pueblo de Israel acampar alrededor del Mishcán del Testimonio sin ser consumidos por el fuego? ¿Cómo pudieron estar delante de la luz de Hashem Yitbaraj, que es una luz tan poderosa que no se puede describir? ¡Si, aparentemente, sólo Moshé Rabenu —un hombre de carne y hueso— tuvo el mérito de entrar a dicha luz sin ser consumido por ella!

Esta dificultad la podemos explicar de la siguiente forma: cuando los Hijos de Israel estaban en Egipto, llegaron a la condición más baja, ya que se habían contaminado del mal de los egipcios; la impureza de la tierra de Egipto se había posado sobre ellos. La salida de Egipto provocó en sí una cierta elevación y se purificaron un poco de aquella impureza cuando vieron la mano fuerte de Hashem, y las señales y maravillas que sucedieron ante sus ojos. Cuando llegaron al borde del Mar Rojo, su nivel espiritual se elevó todavía un poco más, y aumentaron tanto su purificación de aquella impureza que se había aferrado a ellos en Egipto que llegaron al nivel de profecía. Así dicen nuestros Sabios (Mejiltá): “Una sierva vio en el Mar Rojo lo que no vio [el Profeta] Yejezkel ben Buzí en la creación de la Mercavá”.

Y, en verdad, el Zóhar Hakadosh dice que los Hijos de Israel tuvieron el mérito de alcanzar el nivel más elevado de espiritualidad en el evento del recibimiento de la Torá, como dice la Guemará (Tratado de Shabat 146a), que cuando estuvieron de pie en el Monte de Sinai, desapareció tanto toda la impureza que habían adquirido en Egipto como la contaminación del mal, y se volvieron puros e inmaculados, incluso más que los ángeles ministeriales, al punto que los ángeles ministeriales llegaron y comenzaron a servirles, colocándoles coronas sobre sus cabezas (como figura en el Tratado de Shabat 88a).

Muchos de aquellos que conocieron a Rabenu Jaím Pinto, ziaa, contaron que hubo ocasiones en las que temieron mirarlo directamente al rostro, por la gran luz que de él resplandecía. Así relató mi respetable madre, aleha Hashalom, acerca de mi señor padre, ziaa, que muchas veces vieron fuego en su cuarto y entraban con diligencia, temiendo que se tratara de un incendio, pero al entrar no había tal cosa. Sin duda, se trataba de un fuego espiritual enorme que surgía del poder de la Torá que mi señor padre, ziaa, estudiaba y de la santidad de nuestros sagrados ancestros, quienes por su apego a Hakadosh Baruj Hu, ameritaron el fuego de la Torá que residía dentro de ellos. Por lo tanto, sus rostros irradiaban la luz de la Shejiná. Y a este elevado nivel, llegó el Pueblo de Israel en su campamento alrededor del Mishcán del Testimonio, por lo que no tuvieron miedo del fuego de la Shejiná, que se encontraba posada en el Mishcán, en medio de ellos. En los días que nos llevan a conmemorar el recibimiento de la Torá, una vez más, debemos esforzarnos y prepararnos para recibirla, y es obvio que hace falta la voluntad y el deseo de recibir el regalo que HakadoshBaruj Hu quiere darle al Pueblo de Israel. Si la persona no se prepara como es debido, y no le demuestra a Hakadosh Baruj Hu que desea la Torá, se parece — jalila— a los no judíos, que se rehusaron a recibir la Torá.

Así que hay que reforzarse en la Torá, reforzarse en los tiempos fijados para estudiar cada día, así como también llegar al estudio a tiempo, sin retrasarse, y aprender con mucha constancia sin interrupción. De esa forma, ameritaremos todos acercarnos a Hashem Yitbaraj, como los leviím, que ameritaron acampar alrededor del Mishcán del Testimonio.