PARASHAT HA´SHAVÚA: «BERESHIT»

Parashá: Be´Reshit. בְּרֵאשִׁית. En el principio.  Génesis 1:1–6:8. Haftará sefaradit (más comunidad de Frankfurt y Jabad) :  Isaías 42:5–21. Darshán : Morenu Verabenu, Ribí David Jananiá Pinto, shlita


“Vio la mujer que el árbol era
bueno como alimento, y que era
un deleite para los ojos, y que el
árbol era agradable, con el cual
hacerse sabio. Tomó la mujer
de su fruto y comió, y le dio
también a su esposo junto con
ella, y él comió.” (Bereshit 3:6)

Aparentemente, es asombroso que Javá haya sido seducida a comer del árbol, pues ella no tenía Inclinación al Mal. ¿Cómo pudo ser convencida por las palabras vanas de la serpiente?

La serpiente sedujo a la mujer diciéndole que, si comía del árbol, ella podría comprender la diferencia entre el bien y el mal. El Midrash (Tanjumá, Metzorá 82) escribe que la serpiente le dijo que iba a ser como Dios, e iba a poder crear mundos. ¿Pero cómo Javá pudo pensar que podía asemejarse —jas Veshalom— a Hashem? ¿Y por qué vino la serpiente precisamente con ese argumento? ¡Si está claro que no es cierto! ¡Es obvio que no iba a poder ser —jas Veshalom— como Dios!

El Zóhar Hakadosh (parashat Bereshit) explica que la serpiente no es otro sino el Acusador; por ello, el valor numérico de la palabra en hebreo najash (‘serpiente’) equivale a la palabra satán (‘acusador’). El Satán no seduce a la persona desde un comienzo diciéndole que transgreda la palabra de Hashem. Más bien, al contrario, primero induce a la persona a realizar ciertas mitzvot “en Nombre del Cielo” y así llega después a hundirla en el abismo. Eso es lo que hizo la serpiente, convenció a la mujer a comer del árbol, diciéndole que por medio de esa ingestión ella iba a poder diferenciar entre el bien y el mal; de esa manera, iba a saber qué es el bien para así apegarse a él, y qué es el mal para alejarse de él. Y al saber alejarse del mal, iba a poder apegarse a Hakadosh Baruj Hu, para darle a Él más satisfacción al crear mundos superiores en Su honor.

Por lo tanto, aun cuando ella no tenía Inclinación al Mal, se convenció de comer del fruto, porque pensó hacerlo en Nombre del Cielo, para darle satisfacción a Hakadosh Baruj Hu. Ese fue el error de ella. Y Adam Harishón cometió también el mismo error, pues él, al principio, no quiso hacerle caso a ella, pero ella le transmitió el razonamiento que había aceptado de la serpiente. Cuando Adam escuchó dicho argumento de su esposa Javá, lo aceptó y comió. Adam estaba tan seguro de que hacía lo correcto que cuando Hakadosh Baruj Hu le preguntó si había comido del Árbol, Adam le respondió que “comió, y volverá a comer”, pues, por el contrario, pensó que era una mitzvá y no una transgresión, y su intención al comer había sido puramente en honor a Hakadosh Baruj Hu. Y así funciona siempre la Inclinación al Mal: convence al hombre de que cierto pecado es, de hecho, una mitzvá. De ese modo, el hombre cae en sus redes, de las que le resulta casi imposible escapar.

Vi una vez que un hombre estaba chismeando acerca de su compañero; de inmediato, le reproché diciéndole que lo que estaba diciendo es lashón hará. Me dijo ese hombre que lo estaba haciendo “en Nombre del Cielo”. Nuevamente, le reproché diciéndole que eso no lo era. Y, en efecto, al meditarlo, me admitió que no era en Nombre del Cielo, sino que eran argumentos de la Inclinación al Mal, y que por motivos personales había chismeado. ¿Cuál fue el verdadero error de Adam y Javá? ¡Si ciertamente lograron discernir entre el bien y el mal, y así iban a poder cuidarse del mal y hacer el bien, y proveer de satisfacción a Hakadosh Baruj Hu! El error de Adam y Javá fue que Hakadosh Baruj Hu no quería que Adam creara mundos superiores ni ofrendara sacrificios por medio de transgredir Su palabra. Más bien, para Hashem Yitbaraj lo importante y principal era que el hombre cumpliera con lo que le había sido ordenado y no que se hiciera sabio y aumentara en mitzvot. Adam y Javá pensaron que Hakadosh Baruj Hu les había dado una sola mitzvá, pero ellos quisieron cumplir más mitzvot, y para poder hacerlo debían tener la habilidad de discernir entre el bien y el mal; pero esto mismo fue la raíz del error.

Según lo expuesto, se comprende bien por qué no fueron castigados inmediatamente cuando Hakadosh Baruj Hu habló con ellos, sino que Hakadosh Baruj Hu solamente los echó del Gan Eden, y ya no tenían qué cuidar. Adam y Javá fueron expulsados y enviados a este mundo, el mundo material, puesto que ahora ellos ya comprendían la diferencia entre el bien y el mal; con ello, se prepararon para habitar en este mundo y enfrentar a la Inclinación al Mal. Con esto se comprende la razón por la que no fueron castigados; ellos no tuvieron la intención —jas Veshalom— de rebelarse contra Hashem Yitbaraj, sino que lo hicieron con buenas intenciones, como explicamos anteriormente. Lamentablemente, en lugar de aprender cuán temible y atroz es tropezar en cosas como éstas que aparentemente son mitzvá pero que en realidad constituyen una transgresión definitiva, la persona argumenta que no hay en ello ningún pecado y continúa transgrediendo la palabra de Hashem.