PARASHAT HA´SHAVÚA: «JAYEI SHARA»

Parashá: «Jayei Shara», La Vida de Shara, חַיֵּי שָׂרָה‎. Genesis 23:1–25:18. Haftará : Reyes I,  1:1–31. Darshán: Morenu Verabenu, Ribí David Jananiá Pinto, shlita.


A la hora de pensar en la novia para Itzjak, nuestro patriarca Abraham llamó a su fiel sirviente Eliezer
y le dijo :

“Y te haré jurar por el Eterno, D”s de los cielos y D”s de la tierra, que no tomarás mujer para mi hijo de entre las hijas del Kenaaní, en medio de quien yo habito; sino que irás a mi tierra y a mi lugar natal, y tomarás mujer para mi hijo, para Itzjak” (Bereshit 24, 3-4).

El pedido del patriarca Abraham llama la atención ¿Qué sentido tenía que la mujer para Itzjak fuese de su tierra y su familia? También ellos eran idolatras aún peor que los de Kenaan, de los cuales muchos se habían convertido a la fe de Abraham ¿Por qué entonces los rechazaba? Además Abraham mismo le dijo al sirviente :

“Si la mujer no acepta venir quedas libre del juramento” y el Rashi explica que le indicó –“Si
no consigues en mi familia entonces busca entre las hijas de Aner, Eshkol o Mamré”.

Esto es contradictorio con lo dicho antes, si es que no quería de Kenaan, ellos si lo eran ¿Por qué ahora si aceptaba?

La respuesta es la siguiente: Realmente Abraham prefería que la mujer de Itzjak sea de su familia porque a pesar de que eran idolatras él sabía que en sus corazones tenían fe y creían en HaShem,  solo que ese sentimiento lo tenían dormido, con solo ver un milagro la recobrarían sin dudas, como había pasado con Teraj el padre de Abraham,  que a pesar de haber sido un idólatra,  al final de su vida logró encontrar el camino de la Teshubá. Además es sabido que antes de que Abraham abandonara su tierra por orden de HaShem todos eran idolatras ya que nadie conocía la existencia del Todopoderoso, pero luego gracias a Abraham supieron del creador, quedando para siempre en sus corazones esa fe y fue gracias a ello que Teraj hizo Teshubá.

Incluso Laban (hijo de Betuel, hermano de Rivka) cuando vio llegar a Eliezer dijo :

“Ven bendito de HaShem” (Bereshit 24, 31) y luego dijo “De HaShem fue la cosa” (Id. 50)

Significa que ellos tenían conocimiento y fe en HaShem y sabían que su hermana Rivka sería la mujer de Itzjak, el justo de aquella generación que supo servir al Eterno con gran temor, entregando hasta su propia vida. Ellos también tenían fe en HaShem, quedó demostrado cuando la bendicen al partir invocando a HaShem, además si no tuviesen fe seguramente no dejarían a su hija y hermana casarse con alguien tan espiritual como lo era Itzjak. Eso da la pauta que también ellos querían y buscaban acercarse a la santidad de HaShem; Por eso la voluntad de Abraham era que la mujer para Itzjak sea de su familia. Esa fe nació gracias a Abraham cuando salió milagrosamente ileso de la hoguera, a la cual lo echó Nimbrod el perverso, toda su familia se aferró de manera incondicional a la fe en HaShem.

En cambio los habitantes de Kenaan siempre fueron perversos y pecadores, adictos al hurto, sin temor por el cielo, como el mismo Abraham lo dice (Bereshit 20, 11)

“Sé que en este lugar no le temen a HaShem y por eso me matarán”

Además el nombre de HaShem nunca se escuchaba en sus bocas a pesar de haber visto tantos milagros que acontecieron con Abraham, ni tampoco eso les sirvió para que cambiasen sus conductas, por eso es que HaShem los aborrece. Si observamos la historia veremos como la maldad de los Kenaanim continuó durante todos los tiempos; el rey de Sedom a pesar de haber sido salvado por Abraham, sin recibir por ello ni siquiera un hilo como recompensa, pretendió matar a su sobrino Lot. Tampoco tuvieron presente que de no ser por Abraham Sedom hubiese sido arrasada por completo y gracias a las plegarias del Tzadik solamente fueron destruidas cinco ciudades y no todas.

También los Kenaanim secuestraron a la Matriarca Sará y de no ser por la intervención de HaShem la devolvieron, con Efron quedó demostrado que además eran tramposos y embusteros cuando primero dijo que no pretendía dinero por la cripta donde Abraham debía enterrar a Sará y luego se despachó con la millonaria cifra de cuatrocientas monedas de plata. Luego le robaron los pozos de agua que el patriarca había perforado; Y con Itzjak demostraron la bajeza de su envidia cuando lo echaron de la tierra diciéndole “Te has enriquecido de nosotros”.

Por todo esto es que Abraham no quería que su hijo tomara una mujer de este pueblo, solamente si no lograba conseguir de su familia podía seguir la búsqueda en las hijas de Aner, Eshkol y Mamré ya que ellos algo de fe tenían, pero no tanta como para comenzar con ellos; de hecho Aner y Eshkol le recomendaron no circuncidarse contra la voluntad de HaShem y Mamré que si se lo aconsejo, tampoco era el indicado ya que seguía juntándose con ellos y si realmente era bueno debió alejarse, como dice el Pirke Abot (1, 7) “Aléjate de un mal vecino”. Y aunque Abraham tampoco se apartó de ellos, era porque él tenía la sabiduría y fortaleza suficiente como para no ser influenciado, lo mismo que cuenta el Talmud (Jaguiga 15:) sobre Rabbí Meir, dice que podía estudiar con “Ajer” (“El otro”, así llamaban a un renegado) comparándolo con alguien que encontró una dulce granada y comió su fruto desechando las cascaras. Y eso es el legado que nos dejaron nuestros sabios al decirnos “Siempre se debe buscar como mujer la hija de algún sabio o por lo menos de alguien con fe” ya que estas personas con solo despertarles el sentimiento seguro retornaran al camino de la Teshubá, no así con personas rebeldes, renegadas y faltos de fe.