Parashá: Kedoshim, קְדֹשִׁים, santos. Levítico 19:1–20:27. Haftará: Ezekiel 20:2–20. Darshán: Morenu Verabenu, Ribí David Jananiá Pinto, shlita
“Santos seréis, porque santo soy Yo, Hashem,
vuestro Dios.” (Vaikrá 19:1)
Nuestros Sabios, de bendita memoria, dicen en «Torat Cohanim» que la frase “santos seréis” significa ‘ascetas seréis’, es decir, que los Hijos de Israel se deben separar de los placeres y atracciones mundanales, y guardar una vida recatada. Y en la parashá de Sheminí, está escrito (Vaikrá 11:44):
“Y os santificaréis y seréis santos,
porque santo soy Yo”.
Además, en Torat Cohanim, el Midrash dice que la frase “porque santo soy Yo” quiere decir que ‘Así como Yo soy santo, vosotros debéis ser santos; así como Yo estoy apartado, de la misma forma, vosotros deberéis ser ascetas”. Tenemos el deber de entender, a simple vista, estas palabras del Midrash, pues ¿cómo puede el hombre, criatura de carne, sangre y hueso, hecho de materia, pretender alcanzar el nivel elevado de Hakadosh Baruj Hu en la santidad? ¿Acaso es posible que, a pesar de todas las pruebas difíciles que la persona tiene por delante, pueda tener éxito en escalar niveles de santidad tan elevados? Y aun así, ¿cómo puede ser que la Torá haga tal comparación entre el hombre y Hakadosh Baruj Hu?
Asimismo, nuestros Sabios, de bendita memoria (Tratado de Nidá 30b), dijeron acerca del versículo (Yeshaiá 45:23) “jurará toda lengua” que se refiere al día del nacimiento del hombre, en el que le hacen jurar que sea tzadik y que no sea un ser malvado. Dicen nuestros Sabios: “Aun cuando todo el mundo te diga que eres un tzadik, considérate como un malvado. Y sabe que Hakadosh Baruj Hu es puro, y Sus servidores son puros, y el alma que puso en ti es pura. Si la cuidas con pureza, muy bien; pero si no, te la quitará”.Aparentemente, dicho juramento está fundamentalmente equivocado. ¿Acaso la persona sabe qué le espera en este mundo al que es enviada? Los mundos superiores en donde se encuentra el alma son mundos puros, limpios de todo mal, en los que la Inclinación al Mal no gobierna en absoluto. Sin duda, el alma piensa que ser un tzadik y no un malvado es algo simple, por lo que está dispuesta a jurar que, como ser humano, sí va a ser tzadik. Pero cuando llega a este mundo, y se tropieza con las pruebas difíciles que la acosan, aparentemente, de inmediato quiere arrepentirse de su juramento y retractarse, porque no sabía desde un principio que iba a tener que batallar contra la Inclinación al Mal.
Pensé en responder, con ayuda del Cielo, que cuando el alma se encuentra arriba, antes de bajar a este mundo, antes de siquiera hacer el juramento, le muestran todo lo que sucede en el mundo y todos los tipos de pruebas que tendrá que enfrentar. De esa forma, el alma sabe claramente sobre qué está jurando y hacia dónde se está dirigiendo, de modo que no es un juramento equivocado. Cuando todavía se encuentra en los mundos superiores, aún antes de llegar a este mundo, Hakadosh Baruj Hu la abastece de las fuerzas necesarias para que pueda enfrentar a la Inclinación al Mal; le “carga sus baterías” con todo lo que necesita de la santidad y de la pureza.Entonces, la persona llega a este mundo, armada como debe ser, de alimento espiritual y santo. Así, el alma es, de hecho, un arma de guerra contra la Inclinación al Mal, y tiene el poder de mantener su juramento, pues no le ponen a la persona ninguna prueba que no pueda pasar.
Por ello, Hakadosh Baruj Hu le ordena al hombre: “santos seréis, porque santo soy Yo, Hashem” (Vaikrá 19:1), porque en verdad la intención no es que la persona sea santa literalmente como Hakadosh Baruj Hu, lo cual es algo inasequible e imposible. Más bien, debe ser santo tal como lo era antes de bajar al mundo terrenal, cuando, estando ante el Trono de Gloria, absorbió la santidad y la pureza. Si atrajera hacia sí de esa santidad una vez que está en la tierra, incluso Hashem le agregaría de Su santidad, como dice el versículo:
“Yo soy Hashem, Quien os santifica” (Vaikrá 20:8).
Así el hombre comprende y sabe de qué santidad se trata, pues absorbió de ella aun antes de llegar al mundo, y tiene imbuida en sí estas fuerzas, y del Cielo le reclaman que había jurado delante de Hakadosh Baruj Hu que iba a permanecer tzadik y no iba a ser malvado. Siendo así, debió cuidar dicha santidad con todas sus fuerzas, y no perderla, y con esas fuerzas guerrear contra lo material y contra la Inclinación al Mal, golpeándola constantemente. De esa forma, ameritará la vida eterna.
Eso es lo que pide Hakadosh Baruj Hu de la persona: “santos seréis”. Y así, el Zóhar Hakadosh dice que todas las mitzvot que Hakadosh Baruj Hu nos dio para cumplir son instrumentos para lograr alcanzar el elevado nivel de la santidad. Siendo así, la persona tiene el maravilloso poder de cuidar de su santidad, y en sus manos conserva dichos instrumentos