PARASHAT HA´SHAVUA: «MISHPATÍN»

Parashá: «Mishpatím», Sentencias, מִּשְׁפָּטִים‎,   Exodus 21:1–24:18. Haftará: Jeremías  34:8–22  y 33:25–26., Morenu Verabenu, el Admor, Ribí David Jananiá Pinto, shlita


En la parashá que trata del siervo hebreo, el versículo (Shemot 21:2) dice:

“Si compras un siervo
hebreo, seis años servirá, pero
al séptimo saldrá libre, gratis”.

Harav Abarbanel dice que el versículo viene a notificarnos que, si el judío robó con la intención de quitarse de encima el yugo de sustentarse a sí mismo y sustentar a su familia cuando fuera atrapado con las manos en la masa y vendido como siervo hebreo, va a quedar con las manos vacías. Solo le quedará la vergüenza yel bochorno de seis años de servicio como siervo, y al final, saldrá sin nada más que la ropa que trajo consigo. De todo lo que se esforzó en esos seis años, no le quedará nada. Y si tiene esposa y pensó en arrojarle al patrón la carga de sustentarla, al final, su esposa saldrá con él y así volverá a tener la molestia de tener que conseguir su sustento y elde su esposa, como al principio.

Aprendemos de aquí una maravillosa lección. La Torá fue estricta con el siervo hebreo que roba y que piensa que de esa forma se va a quitar de encima el yugo del sustento. Aun así, la Torá se apiada de él y no lo deja solo con la vergüenza y el bochorno de haber sido vendido como siervo por haber robado, pues la Torá le ordena al patrón comportarse con el siervo con respeto y misericordia. Las obligaciones del patrón para con el siervo son tales quenuestros Sabios, de bendita memoria, dijeron: “Todo el que compra un siervo hebreo es como si se adquiriera para sí mismo un patrón, pues tiene que equipararse al
siervo en todo asunto, ya sea en la comida, la bebida y hasta en el sueño. Tanto es así que si el patrón tiene solo una almohada, está obligado a dársela al siervo”.

Asimismo, vemos que está prohibido comportarsecon el siervo de forma despectiva, porque el patrón también tiene la mitzvá de proveerle al siervo parte de sus propiedades cuando éste concluye sus seis años deservicio. El patrón tiene que darle al siervo de lo que posee, de la bendición que Hashem le dio.

Así dice el versículo (Devarim 15:15):

“Te acordarás de que fuiste
siervo en la tierra de Egipto”.

Es decir, así como Hashem se comportó con el patrón con misericordia y le proveyó de grandes riquezas cuando salió de Egipto y del botín del mar, entonces, así mismo tiene que comportarse con su siervo. Y, además, esta ley sirve para que no llegue a acostumbrarse a menospreciar a los demás hombres libres, por medio de un razonamiento lógico: si le está prohibido menospreciar a su siervo, con más razón, le está prohibido menospreciar a una persona libre como él. Por otro lado, la Torá castiga al siervo que no quiere someterse por completo a Hakadosh Baruj Hu, y pide permanecer con su patrón más allá de los seis años de servicio obligatorio. Eso es lo que vemos reflejado en el proceso de perforación de la oreja del siervo que se realiza al lado de la jamba de la puerta.

Y así dice Rashí: “El oído del (hombre) que escuchó en el Monte Sinai ‘Porque los Hijos de Israel son siervos Míos’, y fue y se hizo siervo de aquel patrón por iniciativa propia, tiene que ser perforado”. Por lo tanto, al siervo que no ama a Hashem, y solo ama a su esposa y a sus hijos, se le perfora la oreja al lado de la jamba de la puerta para insinuarle precisamente, al lado de la mezuzá, que tiene que amar a Hashem Yitbaraj, ya que está escrito en la mezuzá: “Y amarás a Hashem, tu Dios, con todo tu corazón y con todo tu ser”. Sin embargo, a pesar de que tiene que amar a Hashem y servir solo a Él, este siervo quiere continuar sirviendo al patrón y quedar exento de muchas de las mitzvot escritas en la Torá.

Encontramos algo similar hoy en día, en que muchas personas que vuelven en teshuvá, se despiertan sobre este aspecto de amar a Hashem y servirle por medio de escuchar palabras de ética y reproche que provienen de un corazón puro y que están dirigidas al corazón. Estas palabras penetran en la persona receptora hasta que le hacen cambiar todo su estilo de vida, en condición de “aquello que sale del corazón entra al corazón”. Por ello, cuando también el siervo atrofia lo que escuchó (respecto de que debe ser un hombre libre para servir solo a Hashem), se le tiene que perforar la oreja para que también los demás escuchen y teman, y así rectifiquen “lo que escucharon”, y abandonen los demás asuntos a los que se han subyugado, y se sometan únicamente a Hakadosh Baruj Hu. Así aquellos que escucharon serán como los demás Hijos de Israel, sometidos a Hashem y a Su Torá y a Sus mitzvot, librados de la Inclinación al Mal. Debemos aprender de la parashá del siervo hebreo una alusión de ética y moraleja. El hombre que sirve a Hashem se encuentra en condición de patrón que domina a su Inclinación al Mal, y tiene que conseguirse un amigo en condición de compañero de estudio, como dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria: O javrutá o mitutá (‘O devoción o defunción’); es decir, “sin la devoción que se manifiestan mutuamente (en el estudio de Torá) amigos entrañables, es preferible la muerte”. El compañero debe ser una especie de “adquisición” o “propiedad” privada que esté conectada al hombre toda la vida, y no debe suceder que a veces lo ama y a veces lo odia.

El hombre debe procurar permanecer conectado todos los días de su vida con su compañero especial además de permanecer conectado con otros compañeros, porque no es posible apoyarse en un solo amigo. A veces, puede suceder que el amigo necesitará dejarlo e ir a otro lugar o cualquier otra vicisitud temporal. Y como dice el hombre sabio: aunque tengas mil amados, no te ganes siquiera un solo odiador, pues mientras más amados tengas, mejor. Solo por medio de los compañeros es posible ascender y avanzar en el servicio a Hashem y en el temor del Cielo. “El apego a los amigos” se considera una de las adquisiciones de la Torá. Y así como la entrega de la Torá sucedió en medio de fraternidad y unión, con un solo corazón, como un solo hombre, en cuyo caso el amigo ayuda a que uno se conecte con Hashem Yitbaraj, así mismo debe ser todos los días del hombre