PARASHAT HA´SHAVÚA: «PINJAS»

Parashá: Pinjas, פִּינְחָס,  Números 25:10–30:1. Haftará:  Jeremías  1:1–2:3. Darshán: Morenu Verabenu, Ribí David Jananiá Pinto, shlita


Cuentan Jazal que “por causa de Kamtzá y Bar Kamtzá fue destruido el Templo” (Tratado de Guitín 55b). Es conocido el relato que sucedió en Jerusalem en los días del Templo Sagrado, en el que aquel enemigo llamado Bar Kamtzá, ofendido por haber sido echado del banquete, fue donde el césar romano y le dijo que los judíos estaban tramando una rebelión contra él, y que para probarlo podía enviar un korbán para ser ofrendado en el Templo Sagrado y los judíos no lo iban a ofrendar. Y así sucedió.

Parte de las objeciones que surgen de dicho relato es la pregunta obvia: ¿cómo puede ser que los Talmidé Jajamim que estaban presentes en aquel banquete permanecieron callados y no dijeron nada cuando Bar Kamtzá fue avergonzado públicamente, aun cuando éste estuvo dispuesto a pagar de su bolsillo por todo el banquete? ¿Acaso los Sabios sentían un odio infundado hacia las personas que estaban atravesando alguna vergüenza? ¿Puede ser? Si estaban viendo que un hombre está sufriendo tremendamente una inmensurable vergüenza pública, ¿cómo puede ser que no reaccionaron en absoluto?

Si respondiéramos que ellos se hicieron de la vista gorda, como que no vieron nada de lo que estaba sucediendo, esto es todavía peor, pues, entonces la acusación en contra de ellos sería más grave, ya que cerraron los ojos ante una acción injusta y no protestaron. Esto demuestra maldad e hipocresía. ¿Hicieron caso omiso de lo que está escrito en la sagrada Torá (Vaikrá 19:16):

“No permanezcas
impasible ante la sangre de su prójimo”?

Para explicar este tema podemos determinar que hay dos tipos de tzadikim en el mundo: existe el tipo de tzadikim cuya única intención y propósito en la vida es hacer sólo la voluntad de Hashem, sin tomar en cuenta en absoluto su propia voluntad. Encontramos casos así en el Talmud (Tratado de Julín 7a), como, por ejemplo, acerca de Ribí Pinjás ben Yaír, quien fue a cumplir la mitzvá de rescatar cautivos. Llegó a la orilla del río Guinay y le dijo al río que partiera sus aguas para poder pasar. El río le respondió: “Tú vas a hacerla voluntad de tu Creador y yo estoy cumpliendo la voluntad de mi Creador. En tu caso no es seguro que cumplas tu misión, mientras que yo ciertamente la estoy cumpliendo”. Entonces, Ribí Pinjás ben Yaír le dijo: “Yo decreto que partas tus aguas para dejarme pasar; de no hacerlo, decretaré que por tu cauce no fluyan aguas nunca más”. De inmediato, el río se partió.

De aquí vemos que así se conducían los tzadikim verdaderos, haciendo siempre la voluntad de su Padre Celestial sin considerar su propia voluntad o placer, o con interés personal. Ellos estaban también dispuestos a entregar sus vidas en favor de santificar el Nombre de Hashem Yitbaraj, sin temer a los hombres.

En contraste, existen “tzadikim” cuyo único propósito es cumplir la voluntad de los demás. Es decir, estos “tzadikim” sólo se hacen ver como tzadikim, y únicamente quieren considerarse a sí mismos como tzadikim; ellos quieren encontrar gracia a los ojos de los demás, aun cuando los demás no tengan la razón.

Ahora, veamos lo que aconteció en aquel banquete. En la época del segundo Bet Hamikdash, los que asistieron fueron Tzadikim y Sabios que se comportaban según la voluntad de los demás; sólo les importaba su propio bien. A pesar de que, en efecto, estudiaban Torá, en cuanto llegó el momento de levantarse para reprochar al prójimo, simplemente enmudecieron, ya que querían encontrar favor a los ojos de los demás. Esos son los “Sabios” que participaron de aquel banquete y no reprocharon al anfitrión cuando avergonzó a Bar Kamtzá.

También se puede objetar la conducción de Bar Kamtzá. ¿Por qué interpretó el silencio de los Sabios al no reprochar al anfitrión como que esos Sabios estaban de acuerdo con lo que el anfitrión había hecho? Eso lo llevó a calumniar a los judíos ante el césar, lo que resultó en la destrucción del Templo. ¿Por qué no pensó que permanecieron callados únicamente para encontrar gracia ante el anfitrión?

Podemos explicar que es sabido que la labor de los Sabios es la de influir con su sabiduría a los habitantes de la ciudad en la que se encuentran, e imponer el temor a ellos con el fin de que todos reciban la influencia de los Sabios para bien en todas sus acciones y comportamientos. Y si esos Sabios que participaron del banquete hubieran influido para bien sobre los miembros de la ciudad, también la conducta de los ciudadanos habría sido mucho mejor, particularmente cuando todos se encontraban participando del mismo evento. No obstante, vemos en este incidente algo contradictorio: precisamente, en presencia de los Sabios que allí se encontraban, se avergonzó demasiado a una persona sin que hubiera quien frene la injusticia. No sólo eso, sino que los mismos Sabios de la ciudad estaban presentes y no hicieron nada para detener la enorme vergüenza que se estaba ocasionando. Bar Kamtzá entendió entonces que el perpetrador de la vergüenza no había recibido en absoluto la influencia de los Sabios. ¿Por qué? Porque indudablemente los Sabios no se conducían mejor que esa persona, pues estaban allí sentados y no protestaron en absoluto por lo que estaban viendo. Concluyó que ellos estaban de acuerdo. Por lo tanto, Bar Kamtzá fue a calumniarlos ante el césar, y ello provocó la destrucción del Templo.