Parashá: Shelaj lejá, ךָ,שְׁלַח-לְ , envíate. Números, 13. Haftará : Josué, 2, 1-24. Darshán: Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlita
“Desacreditaron la tierra que habían explorado.”
(Bamidbar 13:32)
Acerca de esta parashá, el Zóhar Hakadosh (Shelaj Lejá 158:2) dice que Ribí Yehudá le preguntó a Ribí Abá: “Ya que Hakadosh Baruj Hu sabía que el hombre iba a pecar en el futuro, y por ello iba a condenarlo a muerte, ¿por qué lo creó? Y, además, ¿para qué creó Hakadosh Baruj Hu al hombre en este mundo? ¡Si al final todos mueren y van por el mismo sendero por el que van tanto los que se esforzaron en la Torá como aquellos que no! Siendo así, la Torá no salva al hombre de la muerte. Entonces, ¿para qué lo creó en este mundo?”. Ribí Abá le respondió: “¿Para qué te molestas en tratar de entender los senderos de Hakadosh Baruj Hu y Sus decretos? Pregunta, más bien, acerca de aquello sobre lo que tienes derecho a preguntar e investigar. Pero acerca de aquello sobre lo que no tienes derecho de investigar, no preguntes, pues los senderos de Hakadosh Baruj Hu son ocultos al entendimiento del hombre, como dice el versículo (Devarim 29:28):
‘Las [cosas] ocultas pertenecen
a Hashem, nuestro Dios’, y no tienes por qué
preguntar, profundizar ni investigar”.
A primera vista, me sorprendió que la pregunta de Ribí Yehudá acerca de la necesidad de la creación del hombre fuera citada aquí, en la parashat Shelaj Lejá, cuando lo más lógico habría sido formularla al principio del Jumash de Bereshit, en donde la Torá trata acerca de la creación del hombre. Podemos responder a esta pregunta en base a lo que dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria (Tratado de Yomá 53b): “Había una roca en el Kódesh Hakodashim, la Roca de la Fundación, al lado del Arca del Pacto de Hashem, de la cual se formó el mundo, como se dijo, que ‘de Tzión se creó el mundo’. En una Baraitá, Ribí Eliézer dice: ‘De su interior (de la roca) fue creado [el mundo]’”. Y, de acuerdo con el derash, pensé en aclarar, con ayuda del Cielo, que, ya que en hebreo esa roca se llama Even Hashetiyá (השתייה אבן :lit. ‘la roca de la bebida’), aquella roca de la que se fundó el mundo alude a la absorción de las aguas de la sagrada Torá,ya que la Torá es comparada al agua, como dijo el Profeta (Yeshaiá 55:1):
“Que todo sediento vaya al
agua”
y de la Roca de la Fundación fue establecido el mundo. Es decir, el mundo está construido sobre las fundaciones de la sagrada Torá, como dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria (Tratado de Pesajim 68:b): “Si no fuera por la Torá, no habrían sido creados los cielos y la tierra, como dice el versículo: ‘Si no creé el día y la noche, estatutos del cielo y la tierra no habría puesto’”.
He aquí que vinieron los espías y hablaron calumnias acerca de la Tierra de Israel, y con ello introdujeron temor en los corazones del Pueblo de Israel, con el fin de evitar que entraran a la Tierra Prometida. No cabe duda de que el oprobio que dijeron acerca de la Tierra Sagrada estuvo también dirigido a la Roca de la Fundación, de la cual fue creado el mundo. Los espías desacreditaron y menospreciaron todo lo que conformaba la Tierra de Israel, incluso la Roca de la Fundación. Aquel que habla mal acerca de la Roca de la Fundación — la cual alude a las aguas de la Torá— tiene una grave transgresión en sus manos, pues menospreció y mancilló la sagrada Torá.
Más aún, existen muchas mitzvot que no se pueden cumplir sino solo en la Tierra de Israel, como la observación del año de Shemitá, el Yovel, la orlá de los frutos, terumot y maasrot, la realización de los sacrificios, entre otras. Siendo así, debemos decir que la Tierra de Israel, por la importancia de las abundantes mitzvot que dependen de ella, es una tierra llena de espiritualidad, considerada como el medio por el cual la Torá se cumple en ella en todo aspecto. Y los espías, que hablaron mal de la Tierra de Israel y la menospreciaron, es como si hubieran menospreciado la Torá, y como si hubieran hablado mal del Rey del Mundo —Rajmaná litzlán—, ya que todas las letras del Séfer Torá conforman un Nombre sagrado de Hashem. Los espías llegaron a un nivel muy bajo, por lo que precisamente, en esta parashá, el Zóhar cita la objeción de Ribí Yehudá acerca de si era apropiado que personas malvadas como esas fueran creadas en el mundo, si está revelado delante de Hashem Yitbaraj que estas personas vendrían y lo enojarían con sus malas acciones y con sus oprobios acerca de la Tierra de Israel.
Por medio de dichas acciones, hicieron un daño a la sagrada Torá, y menospreciaron al Creador del Mundo. Sus malas acciones provocaron también la destrucción de los dos Templos sagrados, los cuales eran como las pupilas de los ojos de Hashem Yitbaraj. Si es así, ¿por qué Hakadosh Baruj Hu los creó? ¿para qué creó un mundo en el cual iba a haber personas malvadas como estas? Y sobre esta objeción, respondió Ribí Abá: “Las [cosas] ocultas le pertenecen a Hashem, nuestro Dios”.
Así dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria (Tratado de Julín 92a): “Por el mérito de 45 Tzadikim, se mantiene el mundo”. Y dijeron, además, (Sifré, parashat Ékev 47): “Así como los cielos y la tierra existen para la eternidad, también es así con los Tzadikim, para quienes fue creado el mundo”. Y encontré en Agadat Bereshit (49:1): “Cuando Hakadosh Baruj Hu ve una generación que es malvada, Él busca tan solo un Tzadik sobre quien hacer depender el mundo, porque un Tzadik puede establecer el mundo sobre sus fundaciones”.
Tenemos aquí que el mundo existe por el mérito de aquellos Tzadikim que se dedican a la Torá día y noche, y se entregan con toda el alma a la realización de la voluntad de Hashem; y los malvados que existen en el mundo se deleitan de él, y ese deleite lo obtienen de los restos que quedan de lo que el Tzadik atrajo al mundo por su propio mérito. Que sea Su voluntad que la Torá sagrada a la que nos dedicamos esté de nuestro lado para protegernos, y que no la abandonemos nunca. Amén veamén.