PARASHAT HA´SHAVÚA: «SHMINÍ»

Parashá: Shminí, שְּׁמִינִי‎, Octavo.  Levitico 9:1–11:47. Haftará sfaradit: Samuel II, 6:1–19. Darshán: Morenu Verabenu, Ribí David Jananiá Pinto, shlita


“Ofrendaron delante de
Hashem un fuego extraño
que Él no les había ordenado”
(Vaikrá 10:1).

Al principio del libro de Vaikrá, está escrito (Vaikrá 1:7):

“Y los hijos de Aharón pusieron fuego
sobre el Altar”,

lo que implica que, a pesar de que el fuego bajaba desde el cielo, los cohanim tenían que poner fuego de parte de las personas. Pero Nadav y Avihú no habían escuchado todavía esta ley de boca de Moshé Rabenu, y ellos la explicaron según su propio entendimiento y agregaron un fuego extraño que Hashem no les había ordenado. Se entiende de esto que el pecado principal de ellos fue que transgredieron lo que ordenó la Torá (Devarim 13:1):

“No le agregues ni le quites”,

así como está prohibido reducir de un precepto de Hashem, así mismo está prohibido agregar por cuenta propia, y todo el que agrega, está dañándolo, pues todo precepto de Hashem nos fue dado desde el cielo con la mayor precisión según la balanza dorada en manos de Hashem; y ¿quiénes somos nosotros, hombres de carne y sangre, de entendimiento limitado, para deducir que hay que agregar o disminuir a lo estipulado por el Cielo?

Y a pesar de que Nadav y Avihú eran considerados como Sabios de Israel, gigantes de la generación, la Torá dijo (Devarim 17:11):

“No te desviarás del camino que te indiquen, ni a la derecha ni a la izquierda”,

y a los Sabios les fue otorgado el permiso de agregar cercos según su entendimiento en todo lo que a ellos les pareciera que se debía reforzar el mantenimiento de la Torá, pero, con eso y todo, aquí su acción fue considerada como pecado, no tenían razón para tomar la iniciativa. Moshé Rabenu estaba vivo, él era el Jefe del Sanhedrín, y el Sanhedrín impartía su instrucción de acuerdo con el Rav dirigente; entonces, su acción de agregar a la mitzvá por cuenta propia les fue considerada como un pecado.

Respecto de la mitzvá de estudiar Torá, se puede cumplir la mitzvá al decir el Shemá en la mañana y en latarde; con eso basta. Pero al que embellece esta mitzvá estudiando Torá día y noche se lo puede llamar Kadosh (‘sagrado’). Así es la mitzvá en su completitud; y es obvio que a esto no se lo llama que está prohibido agregar, pues todo el que agrega en la dedicación a la Torá, le agregan a él vida buena; bienaventurada dicha persona, pues eso es lo principal de la mitzvá, que la persona se esfuerce y se dedique completamente a la Torá tanto de día como de noche.

Así encontramos en todos los Sabios de Israel que cumplieron con el estudio de Torá en su completitud, y entraron de lleno a la tienda de la Torá, absteniéndose de tomar reposo, y ocupándose de la Torá hasta que se les agotaron todas las fuerzas. Se cuenta que mi respetable abuelo, Ribí Jaím Pinto, ziaa, tenía un buen amigo, Rabenu David Ben Jazán, zatzukal, que solía poner sus pies en una palangana de agua fría como el hielo durante la noche con el fin de no dormirse en medio de su estudio, a fin de dedicarse a la Torá sin interrupción.

Se cuenta también acerca de Rabenu Shemuel Idels, el Maharshá, zatzukal, quien no se cortaba el cabello con el fin de poder anudarlo a una soga que tenía por encima de él de modo de no poder bajar la cabeza por estarse durmiendo. Y se cuenta acerca de uno de los grandes de Israel que estudiaba a la luz de una vela que sostenía en la mano, y no se dio cuenta de cuando la vela llegó al final. Su esposa se dio cuenta por el olor a carne quemada y lo salvó. Tenemos que en estas mitzvot que nos ordenó Hakadosh Baruj Hu no se aplica la prohibición de agregar; más bien, al contrario, todo el que agrega las embellece al cumplirlas, busca cumplirlas en su totalidad y se entrega totalmente a su cumplimiento; no hay límite para el nivel que la persona alcanza y la recompensa que recibe es muy grande. Y hay muchos relatos de heroísmo acerca de personas que aparentan ser simples, pero que lograron cumplir las mitzvot de Hashem con una entrega total.

Sin embargo, también en el cumplimiento de las mitzvot, la persona debe poner en práctica un cálculo para saber llevarlas a cabo con sabiduría y entendimiento, y con la medida debida, ya que a veces sucede que es posible —o preferible— que la persona renuncie a cierto rigor que no es obligatorio según la ley con el fin de aumentar la armonía en el hogar, o con el fin de mantener la paz con su compañero. Hay que ser cuidadoso en lo que tiene que ver entre la persona y su prójimo, pues ello es muy importante para Hakadosh Baruj Hu, más que aquel rigor que desea poner en práctica.

Esto está explícitamente dicho en los temas de armonía en el hogar. Por ejemplo, es sabido que el elevado nivel que tiene Shabat se expresa en el hogar por medio de una mesa preparada, la cama lista; la naturaleza de la mujer es la de embellecer en estos aspectos, razón por la que se pasa muchas horas en la cocina, esforzándose en los preparativos. A veces el esposo regresa cansado del trabajo y al entrar a su casalevanta su voz contra su esposa: “¿Para qué todos estos preparativos? ¿Por qué inviertes tanto en ellos?”. La mujer sabia que busca que en su hogar haya paz y armonía puede prever la situación y evitarla. Es preferible que renuncie a los extremos que le gustaría llegar en sus preparativos para Shabat con el fin de que en su hogar haya armonía, aun cuando el esposo no tenga la razón. Ella deberá concienciarse  de que aun cuando lo que tenga para comer en Shabat sea un emparedado, es preferible conformarse con eso para mantener la paz y la armonía en el hogar. Y aun cuando le parezca que está reduciendo de la mitzvá de Óneg Shabat (‘deleite de Shabat’), Hakadosh Baruj Hu desea que la paz se pose en el hogar, por lo que es preferible que evite aquellos rigores o embellecimientos que puede omitir que podrían afectar la armonía. La paz entre el esposo y la mujer y entre una persona y su prójimo es algo muy grande, y si Hakadosh Baruj Hu permitió que Su Nombre sagrado y puro sea borrado con agua con el fin de que la paz resida en la pareja, con mayor razón, tenemos la obligación de anular nuestro honor y orgullo en favor de la paz. Ojalá que podamos inculcar esta característica en nuestras personalidades. Amén.