PARASHAT HA´SHAVÚA: «TAZRIA»

Parasha: Tatzría, תַזְרִיעַ‎, engendra. Levitico  12:1–13:5. Haftará:  2 Reyes 4:42–5:19. Darshán: Morenu Verabenu, Ribí David Jananiá Pinto, shlita 


“Y en el octavo día,
circuncidará la carne de su
prepucio.” (Vaikrá 12:3)

En las parashiot de Tazría y de Metzorá, se lee acerca del tema del metzorá, la persona afectada con las lesiones de tzaráat. Nuestros Sabios, de bendita memoria, dicen que la palabra en hebreo metzorá (מצורע (puede dividirse en dos, y resulta así motzí ra (רע מוציא :lit. ‘saca maldad’), lo cual indica que el tzaráat le sobrevenía a la persona cuando pecaba con lashón hará (‘chisme’), pues “sacó de su boca maldad acerca de los demás”. Pero hay otra alusión en esto, pues el tzaráat es un sufrimiento, y por medio de los sufrimientos, la persona se purifica y corrige sus pecados. A ello se debe la yuxtaposición de estos temas: “la mujer que engendre […] y el octavo día, habrá de circuncidar la carne de su prepucio”.

Este tema se colocó seguido de la parashá del metzorá, para enseñarnos que así como en la mitzvá del berit milá, el bebé se conecta con el pacto de Abraham Avinu, así mismo los sufrimientos y la aflicción que le llegan a la persona por medio del tzaráat son los que le sacan el mal y la conectan con Hashem Yitbaraj, porque los sufrimientos son para el beneficio de la persona y, por lo tanto, no debe angustiarse cuando le llegan aflicciones.

El Mashguíaj de Pónevitz, alav hashalom, dice que el tzaráat llega en etapas. Al principio, surge en la casa, que es algo externo a la persona, pero que, de todas formas, la persona necesita, porque la casa lo protege del mal clima. Si aun en esta etapa la persona no toma conciencia de que existe una conexión entre el tzaráat de su casa con algún pecado que ella misma haya cometido, entonces, el tzaráat aparece en sus vestimentas, que están más próximas a la persona, pues cubren su piel; de esta manera, el sufrimiento se va acercando cada vez más a la persona. Si, aun así, la persona no se arrepiente y no le surgen pensamientos de teshuvá, entonces el tzaráat brota en su propia piel, en todo su cuerpo, que es lo más próximo a la persona.

Ésta es una lección de moral para que la persona no se acostumbre a las aflicciones y los castigos — Hashem se apiade—, sino que sea sensible y esté atenta al mensaje de Hashem. Esto era una indicación para la persona de cómo debía volver en arrepentimiento delante de Hashem. Si ella aprendiera la moral que vienen a enseñarle las manchas del tzaráat que aparecen en las paredes de la casa y en su cuerpo, y se depurara para acercarse cada vez más a Hashem Yitbaraj, las manchas del tzaráat habrán cumplido su propósito.

En la Guemará (Tratado de Berajot 61b), se cuenta acerca del Taná Hakadosh, Ribí Akivá, que cuando lo llevaron para ejecutar, era el momento de decir el Keriat Shemá, y mientras le arrancaban la carne con peines de hierro, él aceptaba el yugo del Reinado Celestial diciendo el Keriat Shemá. Sus alumnos le dijeron: “¡Rabenu! ¿Aun ahora?”. Él les respondió: “Toda mi vida me angustió el versículo del Keriat Shemá que dice: ‘Con toda tu alma’, que implica que se trata incluso de cuando le están quitando a uno la vida, y me preguntaba a mí mismo cuándo me llegaría la oportunidad de poder cumplirlo. Ahora que por fin tengo la oportunidad, ¿no he de cumplirlo?”. Y se extendió en pronunciar la palabra “Ejad”, hasta que falleció. Entonces, surgió un Eco Celestial que anunció: “Dichoso eres Ribí Akivá, pues tu alma salió con ‘Ejad’”.¿Cuál es la explicación de lo que dijo: “Toda mi vida me angustió el versículo […], cuándo me llegaría la oportunidad de cumplirlo”? Podemos explicar que Ribí Akivá, cada día, en el Keriat Shemá, cuando decía “y amarás a Hashem, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma”, ponía intención en que entregaba su alma en santificación del Nombre de Hashem; pero dudaba de sí mismo, pues quizá todo lo que decía era solo de la boca para afuera, todo teoría pero nada de práctica, pues ¿quién puede decir sobre sí mismo que entrega su alma en santificación del Nombre de Hashem? Por esto, se angustió Ribí Akivá toda su vida, hasta que llegó aquel día en que lo llevaron a ejecutar, y le arrancaron la carne con peines de hierro. Con tales terribles sufrimientos, con una muerte tan cruel y fuera de lo normal, en ese mismo momento, él estaba recibiendo el yugo del Reinado Celestial conalegría.

Le dijeron sus alumnos: “¡Rabenu! ¿Aun ahora? ¿Incluso en esta circunstancia hay que alegrarse en el servicio a Hashem?”. A lo que Ribí Akivá les respondió: “¡Sin duda alguna! Y con más razón, ahora tengo que alegrarme, porque me di cuenta de que tengo esta cualidad en mí, es decir, la disposición de entregar mi alma en santificación del Nombre de Hashem”. Y se extendió en la pronunciación de la palabra “Ejad” hasta que su alma abandonó su cuerpo. Todo ese tiempo que estuvieron afligiéndolo con dolores extremos, él estaba aferrado con extrema alegría a Hakadosh Baruj Hu, y a la mitzvá que se le había presentado.¡Cuánto debemos aprender de Ribí Akivá, quien, a pesar de su grandeza, no confió en sí mismo toda su vida, y se angustiaba por ello! Nosotros, con más razón, debemos preocuparnos por nuestro temor al Cielo. Quesea Su voluntad que ameritemos apegarnos a Hakadosh Baruj Hu y servirle con todo el corazón. Amén, ken yehí ratzón