PARASHAT HA´SHAVÚA: «TETSAVÉ»

Parashá: תְּצַוֶּה, Tetsavé, Ordena,  Exodos 27:20–30:10. Haftará,  Ezekiel 43:10–27. Darshán: Morenu Verabenu, el Admor, Ribí David Jananiá Pinto, shlita


 

“Y ordenarás a los Hijos
de Israel que te traigan aceite
de oliva, puro, prensado, para
iluminación, para que arda
una luminaria continuamente”
(Shemot 27:20).

Nuestros Sabios, de bendita memoria, enseñaron en la Mishná (Tratado de Menajot 86a): “Hay tres tipos de oliva y proveen tres aceites. El primero [de los aceites] se obtiene  [de las olivas de] la parte más elevada de la copa del árbol, las cuales se machacan y se colocan en la cesta [y se deja gotear el aceite]. Luego, se muelen estas olivas bajo la viga; [el aceite que se extrae de esta acción] es el segundo [tipo]. Se las vuelve a moler y se colocan debajo de la viga; [el aceite obtenido] es el tercero. El primero [de estos aceites] es el aceite destinado para la Menorá; el resto [de los aceites], para las ofrendas vegetales”.

En verdad, cabe preguntar: ¿qué poder tiene el primer aceite extraído para que ser considerado el único apto para la Menorá? A mi parecer, se podría explicar a forma de moraleja, de acuerdo con lo que dijeron en el Midrash (Shir Hashirim Rabá 5:2): “Ábranme un resquicio [de teshuvá] del ancho de tan solo la punta de una aguja y Yo les abriré un paso por el que podrán atravesar carrozas y vagones”. Ribí Tanjumá, Ribí Joniá y Ribí Avhú dijeron en nombre de Resh Lakish: “Está escrito (Tehilim 46:11):

‘Estad quietos y conoced que Yo soy Dios’,

con lo que Hakadosh Baruj Hu les quiso decir a los Hijos de Israel que abandonaran sus malas acciones y supieran que Él es Dios”. Resulta, entonces, que Hakadosh Baruj Hu no le pide al hombre sino una sola cosa: que comience su teshuvá y sus buenos actos, y una vez que comience su arrepentimiento, de inmediato, Hakadosh Baruj Hu lo ayudará a que pueda luchar contra la Inclinación al Mal. Y así estudiamos (Tratado de Macot 10b) que por el sendero por el que el hombre quiere ir, [del Cielo] lo llevan; y todo depende del principio, como dice el versículo (Tehilim 111:10):

“El principio de la sabiduría es la reverencia a Dios”,

pues dice el versículo (Devarim 10:12):

“Ahora, pues, Israel, qué pide de ti Hashem, tu Dios, sino que
temas a Hashem”.

Y cuando el hombre posee temor del Cielo, lo tiene todo en las manos. Y si no puede lograr el temor del Cielo, no tiene nada; aun cuando hiciera teshuvá, ésta no es íntegra.

De aquí aprendemos cuán importante es el comienzo. Y dijeron nuestros Sabios Rishonim (en la introducción del Rokéaj) que no hay nada tan poderoso en la jasidut (‘devoción’) como el comienzo, pues, una vez que se haya recorrido un buen trecho del sendero y el hombre se haya acostumbrado, aflojará y no será tan meticuloso como al principio. Cuando las palabras de Torá se “envejecen” en el hombre, ellas pierden el entusiasmo del principio, y el hombre termina cumpliéndolas a fuerza de la costumbre sin prestarles atención. Pero si fueran como nuevas a los ojos del hombre cada día, volvería el entusiasmo en su cumplimiento. Podemos decir que lo principal de la mitzvá, y lo principal de cualquier otra cosa, depende del comienzo. Por lo tanto, para la Menorá, no era apto sino solo el primer aceite. Esto es lo que Hashem les quiso insinuar a los Hijos de Israel, al decirles: “Ábranme un resquicio [de teshuvá] del ancho de tan solo la punta de una aguja y Yo les abriré un paso tan grande que podrán vencer a la Inclinación al Mal”. Y si a la persona le preocupa el pensamiento de cómo terminar esa inmensurable empresa, ya dijeron los Sabios, de bendita memoria, en la Mishná (Tratado de Avot 2:16): “No depende de ti terminar la labor, y no eres tú un hombre libcomo para aflojar en su realización”. Esto quiere decir que, una vez que uno comience a andar por un sendero de pureza, de inmediato, Hashem viene en su ayuda. Y el hombre no debe decir: “¿Cómo voy a comenzar a cumplir la Torá y las mitzvot, si la Torá es muy amplia, pues tiene cientos de preceptos trascendentales para cumplir, y un sinnúmero de transgresiones serias dependen de ella? ¿Cómo podría ser el hombre cuidadoso en todo aquello?”. Por esto mismo, la Torá dijo que el primer aceite es el apto para la Menorá; es decir, la persona no tiene que hacer nada más que comenzar y Hashem lo ayudará a llegar al final.

El poder que tiene el comienzo, en cualquier aspecto, es enorme, pues así como el comienzo es importante en lo que respecta a una mitzvá, también lo es en todo lo demás. Muchas veces, surge un pleito entre hombres o entre marido y mujer, solo porque nadie puede resistir abstenerse en el primer momento, y entonces, uno ve en el otro algo menospreciable, y de inmediato se enfurece, y la discusión solo va escalando, lo cual lleva a la destrucción — Rajmaná litzlán—. Si cada cual se detuviera en un primer momento, cuando recién se vislumbra el pleito, y se calmara antes de enojarse, o antes de que uno le dijera al otro algo que podría enojarlo o provocar discrepancias, se podría lograr la armonía entre ambos. El sabio no es alabado sino por esta característica de que “no se apresura a responder” (Tratado de Avot 5:7), ya que, una vez que las palabras salen de la boca, ya no se pueden tomar de vuelta y la persona no se puede echar para atrás. Aun cuando se arrepienta de ello, las palabras que haya pronunciado, ya no las puede recobrar