PARASHAT HA´SHAVÚA: «TRUMÁ»

Parashá: תְּרוּמָה, Trumá, Ofrenda. Exodo 25:1–27:19. Haftará:Reyes I, 5:26–6:13. Darshán: Morenu Verabenu, Ribí David Jananiá Pinto, shlita


“Y harás una Menorá de oro
puro” (Shemot 25:31).

En nuestra parashá, Hashem le ordena a Moshé Rabenu acerca de la Menorá, cómo debe hacerla y qué debe contener. Encontramos que la Torá se extiende mucho en la forma como debe ser fabricada la Menorá, mencionando cada detalle de su configuración: sus recipientes, botones y flores. Debemos entender por qué la Torá se extendió tanto en los detalles de laconstrucción de la Menorá. Hakadosh Baruj Hu sabía que, de hecho, Moshé no iba a comprender cómo hacerla, y por eso le mostró en una imagen de fuego la forma de la Menorá. A fin de cuentas, Moshé Rabenu sólo tomó un bloque de oro macizo, lo arrojó al crisol y milagrosamente la Menorá se hizo por sí misma, según lo que relatan nuestros Sabios, de bendita memoria (Midrash Tanjumá, Sheminí 8), sobre lo que dice la Torá “se hará la Menorá”, es decir, se hará por sí misma. Como Moshé Rabenu tuvo dificultad en entender cómo era la forma de la Menorá, Hakadosh Baruj Hu le dijo que simplemente arrojara el oro al crisol y ella se haría sola; por eso está escrito “se hará” y no “harás”.

Es muy difícil entender por qué la Torá tuvo que extenderse tanto en explicar la forma de la Menorá si, a fin de cuentas, se iba a hacer por sí misma cuando el oro fuera arrojado al crisol. A esta dificultad podemos responder que la Torá viene a enseñarnos principios de ética y moral a partir de la Menorá; es decir, a pesar de que a Moshé Rabenu le fue difícil comprender la construcción de la Menorá y sabía que no podría hacerla por sí mismo, aun así, la Torá se extendió en la descripción, y Moshé Rabenu la estudió, repasó e investigó hasta donde llegó su entendimiento, y no se excusó diciendo que él no tenía la capacidad de construirla. De esta misma manera, nosotros debemos saber que incluso aquel que estudia Torá, pero que no puede llegar a comprender los profundos fundamentos de sus leyes, no debe darse por vencido; más bien, debe seguir intentando una y otra vez hasta que sus ojos destellen entendimiento, y logre comprender. Esto es según lo que le sucedió a Moshé Rabenu, quien, a pesar de que sabía que no podría comprender el tema de la Menorá en profundidad, de todos
modos, escribió todos sus detalles y los estudió cuanto pudo.

Cuando la persona se esfuerza en el estudio de la Torá en un tema, la Torá le pide a Hakadosh Baruj Hu que le revele secretos respecto de otros temas (Tratado de Sanhedrín 99b, y Rashí ahí). Resulta, entonces, que el esfuerzo en el estudio de la Torá con ahínco y con todas sus fuerzas forma parte de la adquisición de la Torá, a pesar de que la persona no entienda el tema en su profundidad. Aun así, es una gran mitzvá el solo hecho de querer investigar y esforzarse. Eso es lo que dijo la Torá (Vaikrá 26:3):

“Si en Mis estatutos anduvieren…”,

sobre lo cual Rashí explicó: “Que se esfuercen en el estudio de la Torá”. Esto es lo principal: esforzarse en la adquisición de la Torá por medio de la persistencia y el esfuerzo. Asimismo, está dicho sobre la Torá que ella es el elixir de la vida para aquellos que se dedican a ella. Además, podemos ahondar en el tema de la construcción del Mishcán, y hacer referencia a los cueros hechos de la piel del animal llamado tajash. Nuestros Sabios, de bendita memoria (Tratado de Shabat 28b), dicen que dicho animal fue creado sólo para la construcción del Mishcán, luego de lo cual dejó de existir. Es decir, toda la razón de su existencia era sólo para un momento definido y no más. ¿Pero para qué Boré Olam crearía una criatura especial sólo para la construcción del Mishcán? ¡Bien podía haberla creado de forma que continúe su existencia aun después de que fuera utilizada para el Mishcán! Y si el propósito de Hakadosh Baruj Hu era que dicho animal sea una verdadera rareza —con lo cual el valor del Mishcán sería mucho más especial, por el hecho de que dichas pieles no podían encontrarse en ningún lugar, sino en el Mishcán—, podía haberlo escondido en bosques ocultos, lejos de la mano del hombre, hasta que llegara el momento de la construcción del Mishcán.

Podemos concluir al respecto que Hakadosh Baruj Hu quiso enseñarnos que, así como el Mishcán requirió un artículo en particular —las pieles del tajash—, y estas pieles no existían en el mundo, por lo cual Hashem creó dicho animal especial y así satisfizo la necesidad que había de esas pieles, asimismo el hombre —el cual es considerado como un Mishcán, pues su mente es como un Arón Habrit, sus ojos como la Menorá, su boca es como la Mesa sagrada, etc.— debe crear en su seno fuerzas renovadas y superarse en el servicio a Hashem Yitbaraj. Y aun cuando sienta que desfallece, no debe aflojar, más bien, debe esforzarse y renovar las últimas fuerzas que le queden, tal como dice el versículo en Mishlé (2:4-5):

“Si la solicitaras como plata, y
como tesoros la buscaras, entonces comprenderás el temor
a Hashem”.

De esto se entiende que si la persona quiere comprender hasta dónde debe esforzarse para poder adquirir el temor al Cielo y el entendimiento de la Torá, y cuáles son las fuerzas que tiene a su disposición, deberá imaginarse qué fuerzas hubiera invertido con el fin de encontrar plata o tesoros.