PARASHAT HA´SHAVÚA: «TSAV»

Parashá: צַו‎ , Tsav, Ordénales.  Levítico 6:1–8:36. Haftará sefaradit:  Jeremías,  7:21–8:3. Darshán: Morenu Verabenu, el Admor, Ribí David Jananiá Pinto, shlita


“Y el fuego del Altar arderá en
él.” (Vaikrá 6:2)

Del lenguaje del versículo, entendemos que se refiere al cohén que ofrenda el korbán, pues no está escrito “arderá sobre él” (‘sobre el Altar’), sino “arderá en él”, en el cohén. De aquí aprendemos que en el momento en que la persona cumple la voluntad de Hashem y lleva a cabo Sus mitzvot, tiene que hacerlo con un entusiasmo sagrado, como si un fuego ardiera en sus huesos, en condición de lo que dice el versículo (Tehilim 35:10):

“Todos mis huesos dirán: ‘¡Hashem, Quién como Tú!’ ”.

Y uno no debe cumplir las mitzvot de Hashem con pereza y flojera, sino con amor y deseo, con diligencia y alegría, para proveer de satisfacción al Creador. En nuestra parashá, aprendemos cuán despreciable es la arrogancia; y así dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria (Vaikrá Rabá 7:6): “Hakadosh Baruj Hu dijo: ‘Todo el que se eleva a sí mismo, al final acabará en el fuego, como dice el versículo (Vaikrá 6:2): ‘… ella es la ofrenda de elevación que arde’ ”.

Por ello, la Torá nos fue entregada precisamente en el Monte Sinai, que es una montaña baja, más baja que las demás. Y, además, la Torá fue entregada precisamente de manos de Moshé Rabenu, “el más humilde de todos los hombres sobre la faz de la tierra”. Esto viene a enseñarnos que todo el que quiere tener el mérito de recibir la Torá, primero, tiene que envolverse de cuanta humildad pueda valerse, pues ella es la mejor cualidad por excelencia.

Siempre tuve una pregunta al respecto en este tema. Si la Torá fue entregada precisamente en el Monte Sinai para enseñarnos la importancia de la humildad y la sumisión, ¿por qué no fue entregada en un valle o una planicie? ¿Por qué precisamente en una montaña, si, después de todo, ello implica altura? Los comentaristas explicaron al respecto que la Torá quiso enseñarnos cuál es el sendero correcto por el cual la persona debe conducirse con la cualidad de la humildad. Ciertamente, el ser humilde y sumiso es algo muy importante y recomendable; no obstante, por otro lado, la persona debe saber elevarse y subir su espíritu, y sentir un grado de importancia y grandeza. Sin embargo, no debe hacerlo delante del prójimo —jas veshalom—. Tenemos que, aunque es cierto que la cualidad de la humildad es muy importante, de todas formas, eso está dicho en lo que respecta a la relación de uno con los demás; uno debe cuidarse de no enaltecerse ante el compañero, ni de ser jactancioso.

No obstante, en cuanto a sí misma, la persona tiene que elevar un poco su honor, y comprender cuán importante es ella a los ojos de Hakadosh Baruj Hu. Así, la Torá fue entregada precisamente en el Monte Sinai, y no en un valle ni en una planicie, pues es correcto y recomendable que la persona tenga un poco de orgullo particular y una sensación de importancia personal. Esto en cumplimiento del versículo (Divré Hayamim II 17:6):

“Su corazón se elevó en los senderos de Hashem”;

así como el Monte Sinai era el más bajo de todos, de todas formas, tenía cierta altura. No obstante, con ayuda del Cielo, pensé en responder a la pregunta de otra forma. Es sabido que el cielo es el símbolo de lo que es espiritual, de lo que está relacionado con el servicio a Hashem Yitbaraj, lo que involucra asuntos muy elevados y celestiales. En contraste, la tierra representa los temas materiales y terrenales. Podemos decir que la Torá fue entregada precisamente sobre una montaña, que no es otra cosa sino la tierra en ascenso al cielo, y no en un valle o planicie, que representan un cierto apego a la tierra, a lo material.

Por lo tanto, cuando Moshé descendió del cielo al Monte Sinai, con las dos Tablas de la Ley en las manos, y vio que los Hijos de Israel estaban enfrascados en el pecado del becerro de oro, de inmediato, arrojó las Tablas al suelo, y las rompió. El Monte Sinai representa lo que es el mundo de la verdad, que es un mundo espiritual, y sobre ese monte nos fue entregada la Torá de la verdad. En contraste, el pecado del becerro representa este mundo, el mundo de la falsedad, en el que las personas se equivocan y van en pos de los placeres quese encuentran en este mundo, y todo lo que les interesa se encuentra en los “becerros de oro” que poseen. No cabe duda de que es imposible que estos dos mundos residan simultáneamente en el corazón de la persona. No puede ser que la persona se conduzca según la Torá y cumpla las mitzvot, a la vez que va en pos de los placeres mundanales prohibidos, enfureciendo de esa forma al Creador. Cuando Moshé Rabenu vio que los Hijos de Israel estaban dedicados a los dos mundos, si hubiera tratado de unir las Tablas de la Ley, que son la verdad, con las tablas de la falsedad y decepción, las Tablas de la Ley no habrían podido existir; por eso, las rompió delante de ellos.