PARASHAT HA´SHAVUA: «TZAV»

La parashá de esta semana , Tzav, צַו‬ , decreto ; Levítico 6:1-8:36, sobre las instrucciones para la liturgia en el Templo, comentada por Adi Cangado.


 

«Pésaj según Jeremías»

 

Este año la Parashat Tsav (Levítico 6:1-8:36) coincide con el Shabat antes de Pésaj, llamado Shabat Hagadol («Shabat el grande» en judeo-esapñol) . Después de la lectura de la Torá en la sinagoga añadimos versos de los libros de los Profetas, la Haftará. En el Shabat Hagadol, en la mayoría de comunidades judías se extrae esta porción del libro de Malaquías (v. 3:4-24);  sin embargo,  otros judíos (por ejemplo los yemeníes y los oriundos de Frankfurt am Main y de algunas ciudades del Maghreb) leen la Haftará propia de esta sección de Levítico: los versículos 7:21 y siguientes del libro de Jeremías. Me parece que esta práctica es más adecuada porque el capítulo 7 del libro de Jeremías parece darnos una pista sobre cuál es el significado social y ético de la fiesta de Pésaj, la Pascua de los cenceños.
El libro de Levítico comienza con el detalle de las ofrendas y sacrificios que se deben ofrecer en el Tabernáculo. Pero de repente en el versículo 22 capítulo 7 escuchamos esta protesta divina al pueblo de Israel a través de Jeremías:
Ki lo dibarti et abotejem ve-lo tsivitim be-yom hotsií otam me-érets Mitsrayim al dibré olá va-zábaj «Porque no hablé a tus antepasados ni les ordené en el día que les saqué de la tierra de Egipto en relación a holocausto o a sacrificio.»
¿Qué no hemos leído correctamente durante estas semanas? En la narración de la Torá encontramos al pueblo de Israel en el desierto, después de su salida de Egipto, y en estas semanas se nos explica el detalle de las ofrendas y los sacrificios que deben llevar ante Dios. Estupefacción. ¿Qué ocurre aquí?
La Torá es como un tapiz compuesto de fragmentos que fueron tejidos juntos dando como resultando el hermoso y colorido texto que se nos ha legado. Estos fragmentos pertenecen a distintas épocas y a distintas generaciones del pueblo de Israel. En concreto los primeros capítulos del libro de Vayikrá (Levítico), desde el 1 hasta el 16, pertenecen a la llamada «fuente P» (P de Priest, sacerdote en inglés) y fueron compilados por parte de los tsedokim, los saduceos, sacerdotes del Templo de Jerusalem reconstruido tras el regreso de los judíos de su exilio en Babilonia, es decir, a mediados del siglo VI a.e.c.. La Biblia Hebrea es tan compleja que a veces lo que está antes no fue anterior, y lo que aparece después en realidad es más antiguo. Esta semana tenemos un buen ejemplo de ello. ¿Quién fue Jeremías? El ministerio de Jeremías se extiende desde el decimotercer año del reino de Josías, es decir, desde el año 626 a.e.c., hasta la destrucción del Templo de Salomón en el año 587 a.e.c.. El relato de sus profecías y enseñanzas es, por lo tanto, más antiguo que el relato de la Torá para estas semanas. Jeremías advierte al pueblo del desastre que se avecina. Al igual que Shiló fue destruido (v. 7:12) también el Templo de Jerusalem sufrirá idéntico destino (v. 7:14). Los elementos materiales en la religión y otras instituciones tienen carácter temporal, transitorio. ¿En dónde debemos buscar entonces la esencia del judaísmo?
Jeremías se presenta a la entrada del Templo y pide a los allí presentes que escuchen la palabra de Dios, les pide que mejoren su conducta y sus actos y que no confíen en palabras falsas. Ellos repiten como autómatas hejal Adonay hejal Adonay hejal Adonay «el templo, el templo, el templo» (v. 7:4), pero ¿acaso es eso lo que lo Eterno te pide? Guer yatom ve-almaná lo taashoku ve-dam nakí al tishpejú ba-makom ha-zé «al extranjero, al huérfano y a la viuda no oprimáis y la sangre del inocente no derraméis en este lugar» (v. 7:6). Robáis, matáis, engañáis, juráis falsamente, os postráis ante «dioses» (ante poderes, valores) que no comprendéis, ¡pero llegáis aquí y decís en vuestro corazón «estamos a salvo»! (v. 7:9-10) «Porque no hablé a tus antepasados ni les ordené en el día que les saqué de la tierra de Egipto en relación a holocausto o a sacrificio.» (v. 7:22)
El día 11 de abril de 1913 el Rabino Israel Mattuck, de bendita memoria, decía al respecto: «Estas instituciones – el santuario y los ritos que allí se practicaban – son comparativamente poco importantes cuando se los compara con los preceptos sobre la rectitud. (…) el judío es judío no debido a su nivel de observancia, sino en función de la piedad que llena su corazón, debido a la devoción a Dios que controla su vida, debido a los ideales que guían sus acciones y debido a la rectitud que interpela su voluntad.»
El próximo Shabat leeremos la Perashat Tsav y en unos días estaremos celebrando Pésaj. La Pascua judía celebra la libertad. Pero, ¿es suficiente la libertad? Sin control, la libertad deja el campo abierto al abuso. En todo momento y en todo lugar persiste la opresión del débil a manos del fuerte, del pobre a manos del poderoso, de un pueblo a manos de otro, y llegamos a la noche de Pésaj y recordamos el sufrimiento de nuestros ancestros en Egipto y debemos sentir indignación, y hacer todo aquello que esté en nuestras manos para revertir dichas injusticias. Si retrocedemos algunos capítulos en la Torá y regresamos al punto en el que el pueblo acaba de salir de Egipto, Moisés les dice: «Y al extranjero no maltratarás, ni lo oprimirás, pues extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.» (v. 22:20) «A toda viuda y huérfano no oprimirás.» (v. 22:21) Ellos eran los más necesitados en aquel lugar. En la actualidad están también los desahuciados de sus casas, los refugiados de guerra y las víctimas de persecución; los que cobran un salario o pensión que no alcanza para cubrir el coste de la vida; las mujeres a las que se paga menos por realizar el mismo trabajo que un hombre; quienes duermen en las calles o los que mueren por falta de recursos que les permitan acceder a un tratamiento médico; los inmigrantes que desesperados pierden sus vidas en el mar; y un larguísimo etcétera. ¿En qué preceptos se menciona la salida de Egipto? En aquellos que nos recuerdan que no debemos actuar con el «otro» del modo en el que nosotros mismos sufrimos a manos de otros. De la experiencia del sufrimiento, el precepto del cuidado y de la justicia social. Estas enseñanzas éticas, y no sacrificios, enseñó Moisés al pueblo de Israel cuando salieron de la tierra de Egipto, tal y como remarcaría siglos después Jeremías.
Por otra parte, pocas festividades están tan llenas de preceptos y detalles rituales como Pésaj pero, ¿cuál es su verdadera finalidad? Al comienzo de la noche de Pésaj, en la cena festiva, decimos: «Este es el pan de la aflicción que nuestros padres y nuestras madres comieron en la tierra de Egipto. Que todo aquel que tiene hambre venga y coma. Que todo aquel necesitado llegue y celebre Pésaj con nosotros. Que el Nombre divino nos redima de toda tribulación y de toda forma de servidumbre.»
Si la libertad «sin más» deja el mundo sumido en la ley del más fuerte, el rito a secas no es otra cosa que idolatría. La libertad debe ser matizada con justicia social y el rito con la sencillez y la forma adecuada para que sea capaz de ayudarnos a mejorar como personas, como judíos. En la medida en la que los ritos y tradiciones sirven para enseñar, para guiar, deben ser preservados. Tras celebrar el séder de Pésaj dentro de unos días, ¿con qué nos quedaremos? ¿Con los detalles rituales o con el mensaje que pretende imbuir en nuestros corazones? ¿Con el ornamento o con la esencia?
En el versículo 9:22 Jeremías dice:

«Así dice el Señor: El sabio no se jacte de su sabiduría, ni el fuerte se jacte de su fortaleza, ni el rico se jacte de sus riquezas.»

En el versículo siguiente, sublime concluye (v. 9:23):

Aní ha-Shem Osé jésed mishpat utsdaká ba-árets ki be-elé jafatsti «Yo (soy) el Nombre, Que hace bondad, rectitud y justicia en la tierra, pues éstas deseo».

Entender y conocer qué es lo Eterno, atender la interpelación de lo Divino, y actuar con devoción, limar nuestro corazón a través de la bondad y la rectitud y luchar por un mundo más justo y equitativo.

© Adi Cangado