PARASHAT HA´SHAVÚA: «VAETJANAN»

Shabat Najamú…Parashá: Va´Etjanán, Supliqué, וָאֶתְחַנַּן‎ Deuteronomio  3:23–7:11 . Haftará:  Isaías  40:1–26, Darshán: Morenu Verabenu, Ribí David Jananiá Pinto, shlita.


“Y observarás la mitzvá y los
estatutos y las sentencias
que Yo te ordeno hoy hacer.”
(Devarim 7:11)

¿Por qué entre los preceptos mencionados en el versículo, mitzvá está en singular, mientras que estatutos y sentencias se encuentran en plural? Y en el mismo tema, vemos que un versículo anterior (5:28) dice:

“Y te diré
toda la mitzvá y los estatutos y
las sentencias que les enseñarás”,

donde nuevamente aparece la palabra “mitzvá” en singular. ¿A qué mitzvá se refiere y cuál es su significado?Para poder comprender esto, debemos analizar con detenimiento otro versículo (Devarim 6:25):

“Y será
para nosotros tzedaká el hacer toda esta mitzvá”.

Ya que aquí también se menciona la palabra mitzvá en singular, podemos decir que la intención del versículo es sobre la mitzvá principal de que trata el tema en donde se encuentra ese versículo, es decir, acerca del estudio de la Torá, pues nuestra sagrada Torá es la raíz de todas las mitzvot. La intención del versículo es la siguiente: cuando la persona se sienta a estudiar Torá, tiene que imaginarse que es como si estuviera recibiendo tzedaká, como si Hakadosh Baruj Hu le estuviera haciendo un favor enorme, puesto que le ha otorgado el mérito de dedicarse a estudiar la Torá y su contenido.

Esto se puede asemejar a un pobre que no tiene medios para subsistir, y viene un adinerado y hace bondad con él dándole tzedaká con la cual sustentarse. El pobre tiene la gran obligación de expresar su agradecimiento hacia aquel que lo benefició. Así mismo nosotros debemos sentirnos agradecidos al sentarnos a estudiar la sagrada Torá, pues el Creador del Mundo hizo con nosotros una gran bondad al entregarnos la Torá viviente, la cual es nuestra vida y lo que extiende nuestros días. Si el hombre se sintiera de esta forma, entendería con seguridad que no merecemos recompensa alguna por la Torá que estudiamos, sino, al contrario, él mismo tiene que agradecer a Hakadosh Baruj Hu y llenar su boca de alabanzas y loores al Creador del Mundo por la tzedaká que le hizo al entregarle la Torá viviente, la que le da vida y existencia en este mundo y en el Venidero.

¿Pero cómo se llega a ese tipo de valoración y estimación hacia el Rey, que es el Rey de reyes, y hacia la sagrada Torá? Sólo a través del cumplimiento del versículo “observarás la mitzvá”; es decir, al cuidar aquella mitzvá principal, que es la diadema que corona a todas las demás mitzvot: el estudio de Torá, lo que indudablemente provoca una alegría sin fin por el hecho de que tenemos dicho mérito.

Por este motivo, la Torá escribió el singular “la mitzvá”, pues sólo a través de la observancia de la mitzvá del estudio de Torá y de dedicarse a ella, la persona llega a reconocer cuánta dulzura hay en la Torá y cuán preciada es, más que cualquier objeto valioso. Y ya que la mitzvá del estudio de Torá es equiparable a todas las mitzvot, por ende, a través de ella, la persona tiene el mérito de cumplir todos los estatutos y las sentencias como se debe. Resulta que el estudio de la Torá hace que la persona se acerque a Hashem Yitbaraj, y así también las mitzvot que cumplirá serán con alegría y con entusiasmo por lo sagrado. Siendo así, la persona se eleva un nivel más cuando cumple las mitzvot y estudia la Torá, no por el honor propio o por la recompensa, sino cuando lo hace verdaderamente en Nombre del Cielo.

Así se puede entender lo que explicó Rashí Hakadosh sobre la frase del versículo “que Yo te ordeno hoy hacer”: hoy, para hacer; mañana, para recibir su recompensa. En verdad, la intención no es que la persona espere recompensa por sus actos, pues así no estaría cumpliendo las mitzvot en Nombre del Cielo. Más bien, toda persona debe cumplir las mitzvot y estudiar la Torá para tener el mérito de recibir la recompensa infinita y verdadera de observar el brillo de la faz de la sagrada Shejiná, y reconfortarse a su sombra en el futuro. Esa es una aspiración kesherá y pura, pues en ello no hay una búsqueda de recompensa material de riqueza, honor o bienes, sino sólo una recompensa espiritual.

Cabe saber y recordar que sólo el que se deleita y está contento en el estudio es quien tiene el mérito de hacerlo en Nombre del Cielo, y, por ende, también “mañana” —es decir, en el futuro— recibirá su recompensa completa.Pues todo depende de la raíz de la mitzvá y lo principal, que es el estudio de la Torá: si se dedica a ella como se debe, y lo hace con abnegación, y se deleita en ella, por ende, le siguen detrás todas las mitzvot de la Torá, sus estatutos y sus sentencias; y entonces, todo se hace en Nombre del Cielo.

Recuerdo a Marán, Rabenu Jaim Shmuel Lopian, zatzal, mi Maestro y el director de la yeshivá en que estudié, cuando yo lo observaba con detenimiento cuánto se sumergía en el estudio de Torá; pude sentir como si hubiera tenido el mérito de estar frente al brillo de la sagrada Shejiná. El ver su rostro era tan maravilloso como si observara a un ángel; él era todo fuego y llamas en el servicio a Hashem. Y si era tan deleitable el solo hecho de observar a un siervo fiel de Hashem, con más razón, cuando la persona tiene el mérito de deleitarse con el brillo de la sagrada Shejiná en el futuro.

¿Pero cómo puede la persona llegar a ese nivel elevado y codiciado que debe lograr? Sólo por medio de “Y será para nosotros tzedaká”. Como explicamos antes, ese nivel se logra sólo cuando la persona comprende y sabe la tzedaká y la bondad que hizo con nosotros el Creador al darnos la Torá de la verdad. Al dedicarse a ella con alegría y con entusiasmo, sin esperar una recompensa material, sino hacerlo sólo en Nombre del Cielo, la persona amerita conocer a Hashem con verdadera claridad.