PARASHAT HA´SHAVÚA: «VA´YAKEEL»

Parashá: » Va´yakeel», וַיַּקְהֵל‎ , «reunió».  Exodo 35:1–38:20. Haftará sefaradit:  Reyes I, 7:13–26. Darshán: Morenu Verabenu, el Admor, Ribí David Jananiá Pinto, shlita.


“Moshé convocó a toda la
congregación de los Hijos de
Israel, y les dijo: ‘Éstas son las
cosas que Hashem ha mandado
que se hagan’ ” (Shemot 35:1).

Hace falta comprender cuál es la razón por la que Moshé Rabenu convocó a toda la congregación de Israel en esta circunstancia como nunca lo había hecho en ninguna otra ocasión en la que les había hablado.

El Rambán Hakadosh esclareció: “Después de que Moshé Rabenu les ordenó a Aharón, a los jefes de las tribus y a todos los Hijos de Israel todo lo que Hashem le había dicho en el Monte Sinai, después de haber roto las Tablas de la Ley, y de haberse puesto un velo, Moshévolvió a convocarlos a todos, hombres y mujeres, para contarles acerca de la orden que, desde el principio, desde antes de haber roto las Tablas de la Ley, había recibido acercade la construcción del Mishcán. Y como Hakadosh Baruj Hu se había reconciliado con ellos y le había entregado a Moshé las segundas Tablas de la Ley, y había hecho un pacto nuevo con él de que los acompañaría en el camino, yendo en medio de ellos, los Hijos de Israel volvieron a su condición originaria y al amor que tenían hacia Él desde el principio, sabiendo que la Shejiná los acompañaría como estaba planeado desde el comienzo, ‘y Me harán un Santuario y Me posaré entre ellos’. Por ello, Moshé les ordenó en esta ocasión todos los mandatos que había recibido originalmente.”

Aprendemos que Moshé convocó a todo Israel para anunciarles que la Shejiná iba a volver a posarse entre ellos. Por lo tanto, Moshé volvió a indicarles a los Hijos de Israel toda la labor y los materiales del Mishcán con lujo de detalle, pues así es la costumbre del mundo: cuando una persona le informa a otra una buena noticia, se explaya hablando al respecto, enumerando todos los detalles de la noticia.

Y no solo eso, sino que incluso Hakadosh Baruj Hu se alegró con aquella reconciliación, y dedicó en Su sagrada Torá cuatro parashiot en lo concerniente al Mishcán, en las que detalló, dos y hasta tres veces, todos los pormenores de la elaboración del Mishcán. La primera vez se refiere a cuando Moshé recibió un mandato al respecto; la segunda vez, cuando Moshé se lo transmitió a Israel; y una tercera vez, cuando los Hijos de Israel irguieron el Mishcán. ¿Cuál fue el motivo de todo esto? Mostrarle a Israel el amor que Él siente por ellos —a quienes expió por el pecado del becerro de oro—, e informarles que iba a volver a posar Su Shejiná entre ellos. Hakadosh Baruj Hu quiso mostrarle a Israel que el propósito de la Creación es que Hakadosh Baruj Hu tenga una “residencia” en medio del mundo terrenal. Y así dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria, en el Midrash Agadá, que cuando Hakadosh Baruj Hu creó el mundo, anheló tener una “residencia” en el mundo material como la tenía en las Alturas.

De todas formas, a pesar de que Moshé, al abogar por Israel, ocasionó que la Shejiná volviera a posarse en la tierra, esta segunda vez no fue como la primera. En la primera vez, la residencia del Omnipresente en el mundo terrenal era como en las Alturas, y Su gloria llenaba toda la tierra, y Su residencia no estaba reducida a un solo lugar. La segunda vez que Hashem posó Su Shejiná lo hizo solo en el Mishcán, por cuanto los Hijos de Israel habían pecado con el becerro de oro.

¿Y cómo sabemos que desde el principio la Shejiná quiso posarse en medio de los Hijos de Israel y no únicamente en el Mishcán? Lo sabemos de lo que dice al principio (Shemot
25:8):

“Me harán un Santuario, y habitaré entre ellos”.

De aquí aprendemos que no dijo “y habitaré en él”, sino “entre ellos”, porque Hakadosh Baruj Hu le ordenó a Moshé que Israel hiciera el Mishcán para posar Su Shejiná dentro de cada uno de los Hijos de Israel, y no solo dentro de una edificación. Por lo tanto, dijo “entre ellos”, pues, a la sazón, no habían pecado aún. De modo que Moshé convocó en esta ocasión a toda la asamblea de Israel, convocación que nunca se había realizado en ningún otro lugar, ya que la parashá del Mishcán no le fue dada a Israel sino para que aprendierande ella que debían santificarse y rectificarse para ser un poco como el Mishcán, es decir, ser aptos para recibir la Shejiná.

En el Midrash Agadá (Kohélet Rabá 1:4), los Sabios dijeron que a todo lo que Hakadosh Baruj Hu creó en el hombre, le creó también algo similar en la tierra; y es posible decir que el cerebro que Hakadosh Baruj Hu creó en el hombre —en el cual se posa el alma—, se corresponde con el Mishcán y el Mikdash que está en el mundo, que fueron el lugar en donde se posaba la Shejiná. Nuestros Sabios, de bendita memoria, equipararon el alma a la Shejiná, por así decirlo (v. Tratado de Berajot 10a), y el alma del hombre es parte de Dios Mismo. Y el corazón del hombre se corresponde con el Arca, en el que se encuentran las Tablas del Testimonio y el Séfer Torá, porque dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria (v. Tratado de Berajot 61b), que en el corazón se encuentra la comprensión.

Y con la creación de estos miembros en el cuerpo del hombre, aprendemos que el Mishcán se corresponde con el hombre; el Mishcán es un modelo del hombre en este mundo. Así como el Mishcán era desarmado con cada partida y vuelto a armar con cada acampamento, y viajaba con el Pueblo de Israel a todo lugar, así mismo tiene que ser el hombre: ir por el mundo terrenal, observar el modelo con el que fue creado el mundo —que se corresponde con su cerebro—, y el Arca —que se corresponde con su corazón—; y así ascender de nivel cada día. Y a pesar de que hay quien tropieza y no pasa la prueba, de todas formas, es necesario reforzarse en el servicio a Hashem, y asemejarse al Mishcán, que constantemente es desmontado y vuelto a montar. Y la Torá se extendió en los detalles de la construcción del Mishcán a lo largo de varias parashiot, por cuanto aquellas parashiot no fueron dichas sino en contraste con el hombre, quien se asemeja al Mishcán, para que aprendiéramos de esas parashiot. Y toda la razón por la que la Torá escribió lo referente al Mikdash fue porque el Mishcán se asemeja al hombre en todo aspecto, y ya que el hombre es en sí mismo un Mikdash en este mundo terrenal, se asemeja al Mishcán y la Shejiná se posa en él.