Parashá: «Va´yejí» , Vivió, וַיְחִי , Génesis 47:28-50:26. Haftará : Reyes I , 2:1–12. Darshán: David Janania Pinto shlita
“Yaakov concluyó de
ordenarles a sus hijos, reunió
sus pies hacia la cama, y
expiró y se reunió con su
pueblo.” (Bereshit 49:33)
Jazal dicen que Yaakov Avinu no murió, per se, sino que fue recogido de este mundoy llevado al Mundo Venidero, como escribió Rashí: “No se mencionó ‘muerte’ con respecto a él”. Y Jazal dijeron (Tratado de Taanit 5b): “‘Yaakov Avinu no murió’; de aquí se entiende que Yaakov Avinu dejó este mundo estando con vida, y pasó al Mundo donde hay vida, siendo aún poseedor de todas sus fuerzas”. Ello se puede comparar a una persona que cambia su ciudadanía por la de otro país.
Según lo dicho, se puede objetar: ¿por qué las personas lloran y se enlutan con la muerte de un hombre? ¡Debieran alegrarse de que pasó de un mundo temporal a uno que es eterno! A esto podemos responder que las personas se enlutan debido a que no saben si el difunto posee los méritos suficientes como para que le abran las puertas del Gan Eden. Por esto, la congregación llora cuando muere una persona; dicho llanto es por la elevación de su alma, y tiene el poder de hablar en favor del fallecido cuando comparezca ante el Bet Din Celestial.
Los sagrados Patriarcas, cuyas vidas están bien registradas en el libro de Bereshit, sobresalieron en cualidades elevadas, las cuales son una guía para todos sus descendientes a través de todas las generaciones. Abraham Avinu se destacó por su cualidad de la bondad, como dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria, que su tienda tenía cuatro entradas, una para cada dirección cardinal, con el fin de que todo transeúnte, sea cual fuere la dirección de donde proviniera, pudiera entrar a su tienda con facilidad. De Yitzjak Avinu, aprendemos qué es el amor por Hashem, pues Yitzjak estuvo dispuesto a entregar su alma, ser atado y colocado sobre el altar, con el fin de que con ello se cumpliera la voluntad de Hashem Yitbaraj. Ello es una lección de moral para nosotros, los pequeños, de cuánto uno debe esforzarse con el fin de cumplir con la voluntad de Hashem Yitbaraj.
De Yaakov Avinu, quien es la columna de la Torá, aprendemos la grandeza del esfuerzo y de la entrega que debemos demostrar en cuanto a la sagrada Torá, que es todo el ser y fuente de existencia de la persona temerosa de Hashem. Y no hay excusa alguna que valga para permitir aflojar en el estudio de la Torá, debido a que sin el estudio de Torá la vida del judío no se llama vida. Tres veces al día se menciona a los Patriarcas en los rezos: “Eloké Abraham, Eloké Yitzjak Veloké Yaakov”. Ello se debe a que el mismo hecho de mencionarlos en la plegaria provoca que nos despertemos y pensemos en sus cualidades particulares y elevadas, y sobre la conducción que tuvieron en sus vidas, repleta de apego y entrega a Hashem Yitbaraj. Y al hacer mención de los Patriarcas, le estamos prometiendo a Hashem que queremos ser como ellos y seguir sus senderos.
Cuando Hakadosh Baruj Hu escucha esto, se llena de satisfacción, porque eso es la mayor alabanza para Él, que Sus hijos quieran ser como los Patriarcas. Con la culminación del libro de Bereshit, quedamos empapados de la espiritualidad de nuestros Patriarcas sagrados, y pasamos a estudiar el libro de Shemot, el cual trata de la esclavitud en Egipto, el éxodo y la recepción de la Torá. Con este orden, Hakadosh Baruj Hu quiere enseñarnos que los buenos modales preceden a la Torá, y que para ser aptos para recibir la Torá y cumplir las mitzvot, primero hay que aprender de los actos de los Patriarcas. Solo el que se esfuerza en conducirse como los Patriarcas puede ser recipiente para recibir la sagrada Torá. Si un hombre no se esfuerza en ser un recipiente para recibir la Torá, entonces la Torá no puede permanecer en él, y muy rápidamente se esfuma y se olvida de su corazón. Es como el hombre que está apegado a todos losplaceres y deleites del mundo y, de pronto se ve obligado a decir Kadish durante todo un año por su padre o su madre que falleció; está claro que al culminar el año de luto, cuando termina su obligación de decir Kadish, volverá a desviarse al mal, porque no trabajó sobre sus atributos y no se preparó para recibir la Torá. De esa forma, la Torá no puede encontrar su lugar fijo en dicha persona.
Lo mejor que se puede hacer para la elevación del alma de la persona que falleció es que los que le sobreviven acepten mejorar algún atributo de su personalidad, ya que, si se perfecciona de la mejor forma posible y apropiada, al final será parte de su personalidad, y no se esfumará al finalizar el año de luto. Por lo tanto, mencionamos a los sagrados Patriarcas en la plegaria, ya que con su mención expresamos ante Hakadosh Baruj Hu nuestra voluntad ferviente de querer emular a los Patriarcas y seguir sus caminos. El solo hecho de trabajar sobre nuestros caracteres y el mejoramiento de la individualidad tiene el poder de causar que la Torá permanezca en nuestros