Parashá: וַיֵּשֶׁב, Va´Yeshev, Sentó. Genesis 37:1–40:23.Parashá: Amos 2:6–3:8. Darshán: Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlita
“Pero Hashem estaba con Yosef,
quien llegó a ser un hombre próspero,
y vivía en la casa del egipcio, su amo.
Vio su amo que Hashem estaba con
él, que Hashem lo hacía prosperar en
todas sus empresas” (Bereshit 39:2-3).
He aquí que, como es sabido, todos los años, la parashá de Vayéshev se lee antes de Janucá; y, a veces, la parashá de Vayéshev cae en el primer Shabat de Janucá. Pensé en esclarecer la relación que existe entre el relato de Yosef Hatzadik en la casa de Potifar, su amo egipcio, y elmilagro de Janucá. Nuestros Sabios, de bendita memoria,dicen (Tratado de Shabat 21b) que los griegos entraron al Hejal del Bet Hamikdash e impurificaron todos los frascos de aceite que habían encontrado allí. Luego de que el reino de los Jashmonaím venció al gobierno griego, los Jashmonaím buscaron y no encontraron sino un solo frasco intacto con el sello del Cohén Gadol, que contenía aceite suficiente para arder un solo día. Sucedió un milagro y ese aceite fue suficiente para arder durante ocho días, el tiempo necesario para producir aceite nuevo puro. El año siguiente a este episodio, los Sabios establecieron estos días como días festivos, para alabar y agradecer a Hashem Yitbaraj.
Si reflexionamos acerca del significado de lo que les sucedió a los Jashmonaím en el Bet Hamikdash, veremos que el milagro que les sucedió fue de lo más grande, literalmente, algo sobrenatural. He aquí que cuando los griegos entraron al Bet Hamikdash, destruyeron todo e impurificaron todo lo que encontraban a su paso, sin dejar ningún utensilio puro. De modo que el Bet Hamikdash permaneció muchos años cerrado, sin que pudieran entrar en él. Siendo así, una vez que el reino de los Jashmonaím ascendió y venció a los griegos, y entraron al Hejal, ¿pará qué fueron en busca de aceite puro para encender la Menorá? ¿Acaso no sabían que no había nada que buscar? Los griegos lo habían impurificado todo y no había quedado nadasagrado en el Bet Hamikdash a lo largo de las decenas de años en los que el BetHamikdash había permanecido cerrado y hasta abandonado —Rajmaná litzlán—.
Pero los Jashmonaím tenían una fe íntegra y una gran confianza en Hashem Yitbaraj, a tal punto que no le prestaron atención en absoluto al hecho de que los griegos habían impurificado todo el Bet Hamikdash y todos sus utensilios sagrados. Ellos decidieron buscar por todos lados, porque pensaban que quizás iban a encontrar aceite puro para encender la Menorá, pues indudablemente los ojos de Hashem estaban posados aun sobre ese lugar sagrado. Y, efectivamente, prevaleció la voluntad de Hashem, y por el mérito de la gran fe de los Jashmonaím y su ferviente deseo de hacer lo correcto, encontraron en una esquina oculta un frasco pequeño de aceite que los griegos no habían logrado impurificar, y que aún mantenía el sello del Cohén Gadol. Entonces, tomaron aquel frasco pequeño de aceite para encender las luminarias de la Menorá y, a raíz de ello, comprendieron algo más: apesar de sentir que se han agotado todas las esperanzas, la persona debe continuar con su fe y confianza en Hashem.
Así precisamente fue la situación en aquel entonces, pues los Jashmonaím se percataron de que aquel frasco pequeño no contenía sino la cantidad necesaria para un solo día de encendido. Estaban preocupados de que si encendían ese único aceite que tenían, ¿qué sería de los demás días?, ¿cómo iban a poder continuar encendiendo la Menorá del Bet Hamikdash el resto de los días hasta que pudieran producir nuevo aceite puro? Pero, nuevamente, ellos no hicieron cuentas, sino que se reforzaron en su fe íntegra en Hashem y se apoyaron en Él, sabiendo que, si ya habían logrado encontrar un solo frasco de aceite puro con el sello del Cohén Gadol, eso quería decir que tanto ellos como sus actos habían sido aceptados por Hashem Yitbaraj. Así, rezaron aHakadosh Baruj Hu para que los ayudara también en el segundo día, y aquel frasco bastara también para otro día. Y, en efecto, su plegaria fue aceptada y lograron encender también el segundo día.
Así mismo sucedió en el tercer día. Se alegraron mucho de poder encender otro día más la Menorá, y volvieron a rezar para que Hakadosh Baruj Hu los ayudara a que el aceite rindiera para un día más. Y así
sucesivamente, todos los días, pidieron y rogaron a Hashem para que el aceite del frasco que habían encontrado bastara para encender otro día más, y otro día más, hasta que pudieron producir nuevo aceite puro. Y, en efecto, Hashem aceptósus plegarias, e hizo el milagro de que el aceite bastara para los ocho días que debían encender la Menorá.
Siendo así, los Jashmonaím al ver que ellos mismos habían encontrado un frasco de aceite puro sellado, y ver la grandiosa ayuda del Cielo que habían tenido con aquel milagro en aquellos días, aprovecharon esa oportunidad de contar con el beneplácito de Hashem, para pedirle que Él hiciera que el encendido continuara otro día más, y otro día más, para que los Hijos de Israel pudieran ver que eran queridos por Hakadosh Baruj Hu. Y así todos comprenderían que Hakadosh Baruj Hu, ciertamente, estaba preocupado por hacer que el alma de ellos retornara a la pureza, luego de que ésta había sido desconectada de toda la santidad debido a la inmundicia de los griegos y de su cultura, la cual oscureció el judaísmo, al obligar a los judíos a grabar en los cuernos de sus toros: “No tengo parte en el Dios
de Israel”.
Ahora podemos decir que, de vez en cuando, Hakadosh Baruj Hu le dispone al hombre una ayuda del Cielo, y a veces, incluso, de forma sobrenatural, éste tiene que armarse de fuerzas y no aflojar; más bien, continuar yendo de un logro al siguiente, como sucedió con los Jashmonaím. Los Jashmonaím vieron que HashemYitbaraj estaba con ellos y que los estaba ayudando grandemente, por cuanto les permitió encontrar aquel frasco de aceitepuro; así pudieron ascender sobremanera. Y una vez que obtuvieron ese logro pasaron a otro, y por ello, tuvieron el mérito de que les sucediera un gran milagro y tuvieran aceite para encender las luminarias de la Menorá por ocho días.
De acuerdo con lo dicho, se puede comprender bien que, por cuanto vemos de hecho que Hashem se encuentra a nuestro lado para proveernos la ayuda que requerimos, entonces, debemos ir de un logro al siguiente e incrementar en el servicio a Hashem. Por ello, los Sabios de Bet Hilel establecieron que el primer día de Janucá se encienda una sola luminaria, y la noche siguiente se enciendan dos luminarias; la tercera noche, tres luminarias; y así sucesivamente, se va incrementando el número de luminarias encendidas (Tratado de Shabat 21b). Esto se debe a que debemos ir de un logro a otro, incrementando en condición de “se eleva en la santidad”, como explicamos.
Los Jashmonaím rezaron cada día que la Menorá continuara encendida otro día más, y otro día más, en condición de “se eleva en la santidad”, o sea, se eleva y se continúa elevando más y más. Por ello, se estableció la halajá de que en Janucá el encendido se rige según la opinión de los Sabios de Bet Hilel, porque lo principal esincrementar en santidad constantemente