Parasha: וַיֵּשֶׁב, Va´Yeshev, Se asentó. Genesis 37:1–40:23. Haftará : Zacarías, 2:14-4:7. Darshán: Morenu Verabenu, Ribí David Jananiá Pinto, shlita
“Y se asentó Yaakov en la tierra
donde habitó su padre, en la
tierra de Kenaan.” (Bereshit 37:1)
Nuestros Sabios, de bendita memoria, citados por Rashí, dijeron (Bereshit 37:2) que Yaakov quiso asentarse con tranquilidad y por ello le surgió el problema de Yosef. Si nos fijamos bien, Yaakov aún no se había asentado con tranquilidad, sino que solamente había pensado en hacerlo, pues dice el versículo: “en la tierra donde habitó su padre”; es decir, estaba viviendo en la tierra, pero no con tranquilidad. La Guemará (Tratado de Kidushín 40a) nos dice que Hakadosh Baruj Hu no considera un pensamiento pecaminoso como un acto, porque quizá la persona se arrepienta antes de realizar la acción. Siendo así, en este caso, en el que Yaakov sólo había pensado en asentarse sin llevar a cabo la acción, ¿por qué le surgió el problema de Yosef?
Debemos elaborar acerca de cuál es la esencia de la tranquilidad que buscaba Yaakov, pues, no cabe duda de que la tranquilidad que Yaakov buscaba no era una tranquilidad cualquiera. La tranquilidad que Yaakov buscaba era que Esav permaneciera en Seír, ocupado de las vanidades de este mundo, y él, Yaakov, permanecería lejos de él. Así escribió mi ancestro, Ribí Yoshiahu Pinto, zatzal, en su libro Késef Mezukak, que Esav estableció su asentamiento en Seír, ya que pensó que él estaba fijo en este mundo; pero Yaakov Avinu, que sabía que nuestra existencia en este mundo no es sino pasajera, se construyó una sucá (‘cabaña’), la cual es una residencia temporal; la intención detrás de esto era demostrar que no se está sino de forma temporal en este mundo.
El Rambán escribió (Bereshit 33:17) que la sucá que construyó Yaakov consistía en una torre desde la cual podía ver a Esav a lo lejos. Podemos decir que construyó una torre para enseñar y advertir a sus hijos que fueran visionarios y se cuidaran constantemente de las acciones de Esav, quien fijó su lugar en este mundo con el pensamiento de que él se encontraba fijo en el mundo. Yaakov pensó que, a estas alturas, ya no tenía necesidad de molestarse en subir y bajar, y observar a Esav, pues, luego de haberse encontrado con él a su regreso a la tierra de Kenaan y de que cada cual siguió su camino separado, ya había pasado el peligro, y sus hijos se encontraban ocupados en la Torá.
No obstante, la tranquilidad es peligrosa para el Pueblo de Israel todo el tiempo que Esav se encuentre en este mundo y esté aferrado a él. Lo que se le reclamó a Yaakov fue el solo hecho de pensar en no subir para observar de vez en cuando para cerciorarse de que el peligro no acecha con la influencia de Esav. Falta aclarar lo que sucedió en los días de los jashmonaím, a los cuales se refieren Jazal y relatan que durante esa época casi todo el Pueblo de Israel se había helenizado. Debemos comprender ¿cómo pudo ser que en aquellos días casi todo el Pueblo de Israel se había helenizado? Más bien, al parecer, todo el tema de que el descanso representa un peligro se cumple solo en aquel que busca descansar de ocuparse en el estudio dela Torá.
En la Guemará (Tratado de Shabat 21b), hay una discrepancia respecto del encendido de las luminarias de Janucá. Los Sabios de Bet Shamay sostienen que en el primer día se encienden ocho luminarias y el resto de los días se va reduciendo el número; mientras que los de Bet Hilel sostienen que el primer día se enciende una luminaria y se va aumentando los días subsiguientes, pues se eleva en santidad y no se reduce. Dentro de dicha discrepancia, cabe preguntar, ¿por qué no se encienden todos los días todas las luminarias como se hacía en el Bet Hamikdash y así no hay discusión? Podemos explicar de acuerdo con la discrepancia entre Bet Shamay y Bet Hilel. Bet Hilel sostenían que se va aumentando, así como los griegos introdujeron un poco de la cultura helenística y fueron aumentando; para contrarrestar esto, nosotros encendemos las luminarias aumentando una cada día como recuerdo eterno. Por su parte, Bet Shamay sostenían que se va disminuyendo en el encendido de las luminarias, con el fin de que recordemosque debemos —por así decirlo— ir disminuyendo las luminarias en recuerdo de esto.
Los días de Janucá que nuestros Sabios, de bendita memoria, establecieron tienen el propósito de que recordemos que el descanso y la tranquilidad son los que provocaron la helenización y la guerra hasta el 25 de kislev, que es cuando los jashmonaím comenzaron a iluminar los corazones de todos los judíos con la luz de la Torá. Por lo tanto, se aumenta en santidad, para recordar lo que la tranquilidad puede ocasionar, que poco a poco heleniza. Y ya que la halajá se establece según Bet Hilel, que se va en aumento, la persona tiene que evitar mirar hacia el pasado: debe, más bien, rezar por el presente e ir en aumento en pos de ser un Tzadik.