PARASHAT HA´SHAVÚA: «VA´YIKRÁ»

Parashá: Va´Yikrá, וַיִּקְרָא‎, «LLamó».  Levítico 1:1–5:26 . Haftará:  Isaías 43:21–44:23. Darshán: : Morenu Verabenu, Ribí David Jananiá Pinto, shlita-


“El hombre que ofrende
un sacrificio a Hashem”
(Vaikrá 1:2).

Dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria (Tratado de Menajot 110a), que todo el que se dedique a la Torá no necesita ofrendar ni un Korbán Olá, ni un Korbán Minjá, ni un Jatat, ni un Asham, pues dice el versículo (Vaikrá 7:37):

“Esta es la ley para el Olá, el Minjá, el Jatat y el Asham”.

Cuando el Bet Hamikdash estaba en pie, los sacrificios expiaban los pecados; hoy en día, que no tenemos el Bet Hamikdash, el estudio de Torá viene a expiar los pecados de la persona. Pensé que, además de esto, hay sin duda algo más que expía los pecados de la persona, y eso es el ameritar al público y el consagrar del Nombre de Hashem en público —que es su contraparte—, ya que, el que profanó el Nombre de Hashem por medio de sus transgresiones, al hacer una santificación del Nombre de Hashem, expía aquella acción. Y así escribió Rabenu Yoná (en Shaaré Teshuvá, cuarto sháar) que la santificación del Nombre de Hashem por parte de la persona expía aun los pecados que no tienen otra expiación sino la muerte.

Dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria (Tratado de Avot 5:21): “Todo aquel que brinde mérito al público evita que se le aproxime el pecado, mientras que a todo aquel que lleve a transgredir al público, del Cielo no le permiten hacer teshuvá. Moshé tuvo mérito y brindó mérito al público; el mérito de la multitud dependió de él. Yeravam ben Nevat pecó e hizo pecar al público; el pecado de la multitud dependió de él”. Es difícil comprender el pecado de Yeravam ben Nevat, quien encabezó todos los pecados del Pueblo de Israel en la época del primer Bet Hamikdash. Dijeron nuestros Sabios (Tratado de Sanhedrín 101b) que el pecado principal de Yeravam fue que impidió que el Pueblo de Israel subiera en peregrinaje a las festividades en Jerusalem al Bet Hamikdash.

Profundicemos un poco acerca de esta gran mitzvá de peregrinar a Jerusalem para las festividades, que
la Torá ordenó (Shemot 23:17):

“Tres veces al año se harán ver todos tus varones ante el Señor, Hashem”.

No cabe duda de que esta mitzvá implica que el Pueblo de Israel se refuerza en fe al venir al Bet Hamikdash, al ver a los cohanim realizar su servicio, a los leviím en su estrado y a Israel en sus puestos. Esto les refuerza la fe; así dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria, sobre el versículo (Tratado de Jaguigá 2a): “Así como viene a hacerse ver, también viene a ver”, sobre lo cual explicó Rashí que el versículo viene a conectar dos hechos: el hecho de que el hombre viene a ser visto con el hecho de que él viene a ver. Es decir, así como él viene a ser visto por Hashem, él “ve” a Hashem, pues durante su estadía
se pone a meditar acerca del temor a Hashem que hay en dicho lugar. Esto insinúa que cuando la persona sube a Jerusalem en la festividad llega a un nivel en el que puede sentir que Hakadosh Baruj Hu lo ve, y que los ojos de HakadoshBaruj Hu observan cada acción que realiza.

Resulta, entonces, que los que suben a Jerusalem ameritan reforzar en ellos mismos su fe y, de dicho lugar sagrado, también absorben el temor al Cielo, cuando ven a los servidores de Hashem que se encuentran allí —los cohanim realizando su servicio, los leviím en sus estrados—. Y ciertamente el hecho de ver a dichos Tzadikim realizando sus labores lo influencia, además de que todo Israel se reúne allí —mientras mayor es la multitud, mayor es el honor al rey—; así su fe en Hashem se engrandece al ver los grandes milagrosque allí sucedían cada día, como dicen nuestros Sabios (Tratado de Avot 5:5): “Diez milagros sucedían para nuestros ancestros en el Bet Hamikdash: una mujer no abortaba por el fuerte olor de la carne de los sacrificios… y la persona, al ver todos estos milagros, ciertamente entendía que la mano de Hashem era la que realizaba todo, pues Él es Quien gobierna sobre todo”.

Como hemos visto, la mitzvá de subir a Jerusalem en las festividades es algo que la persona puede entender, pero la ofrenda de sacrificios es algo que no se puede entender. ¿Por qué los que subían en las festividades tenían que ofrendar sacrificios? ¿Acaso es apropiado para el honor de la sagrada Shejiná que el lugar esté empapado de la sangre de los sacrificios? Ya dijeron los Rishonim (Rabenu Bajié, el Rambam, y demás) que el tema de los sacrificios es muy elevado como para que lo podamos comprender. El Rambán ofrece una razón: la persona se somete y se arrepiente cuando ve que se degüella el animal en lugar de la persona misma, que es quien en realidad debería recibir tal destino; al ver esto, la persona se arrepiente de sus malos senderos.

Todo esto era cuando el Bet Hamikdash estaba en pie, que la persona tenía el mérito de subir en la festividad con temor al Cielo y con fe, ofrendar un sacrificio y arrepentirse por completo. En cambio, ahora, que no tenemos el Bet Hamikdash, ¿cómo puede elevarse la persona y mejorar sus caminos?

Dijeron nuestros Sabios (Tratado de Sucá 27b): “La persona debe presentarse ante su Amo en la festividad”, y se entiende que el que se presenta ante su Amo y la Shejiná se posa sobre él por el poder de Su rectitud y Su Torá, sin duda aprenderá de ello el temor al Cielo y también enderezará su camino. Ya dijeron nuestros Sabios (Tratado de Ketubot 25b): “Todo el que le da un presente a un Talmid Jajam es como si hubiera ofrendado primicias”. Y, además, dijeron (Tratado de Yomá 71a): “Todo el que llena las gargantas de los Talmidé Jajamim con vino es como si hubiera ofrendado libaciones sobre el Altar”. Vemos que presentarse ante el Amo es equivalente al beneficio espiritual que se puede alcanzar en el Bet Hamikdash. Con esto se puede entender cuán grande fue la maldad de Yeravam: él temió que, al subir a Jerusalem en las festividades, el Pueblo de Israel reforzara su fe y su temor al Cielo, con lo cual llegarían a darse cuenta de su maldad, celarían el cumplimiento de las mitzvot y lo destronarían; es por eso por lo que evitó que subieran en las festividades. Esto es lo que se puede explicar acerca del tema de Yeravam, sobre quien nuestros Sabios dijeron que “pecó e hizo pecar al público”; en contraste, dijeron nuestros Sabios que Moshé Rabenu ameritó e hizo ameritar al público, por lo tanto, el mérito del público dependió de él.