¿QUÉ ES EL SOLITREO?

El habla de los sefardíes no siempre se ha escrito con caracteres latinos, tal como estamos acostumbrados a ver hoy , sino con unos caracteres especiales, tanto para manuscrito, primero,  como para imprenta, después.


Ahora que con la creación de la Academia Correspondiente del Judeo-Español, con sede en Israel, surge la polémica sobre la normativa a seguir con la escritura -hay quien quiere que se escriba en caracteres hebreos, hay quien prefiere que se quede como está y hay quien sugiere que se vuelva a la caligrafía rashi- es buen momento para recordar lo que es el solitreo.

El solitreo es un sistema caligráfico llamado en lingüística «ligadura», que consiste en la fusión de dos caracteres correspondientes a distintos sistemas lingüísticos. Veamos qué significa esto.

En la Edad Media,  en la Península Ibérica,  el llamado latín vulgar  – el latín hablado por los legionarios romanos- y el latín tardío -usado por la iglesia católica  en tiempos de los visigodos-  evolucionan en los  ss IX y X a las lenguas romances. Una de esas lenguas, aunque no reconocida como lengua hasta ayer mismo, fue la de los hispano-judíos, llamada judeo-español.  Es un grave error , pero muy habitual en determinados medios faltos de profesionalidad, decir que el judeo -español es «castellano antiguo».  en absoluto. El primer estadio de la lengua judeo-española, el estadio peninsular, cuando aún no está en contacto ni con el griego ni con el turco ni con el francés ni con otras lenguas, es sólo una derivación más del romance, como lo puede ser el valenciano o el aragonés.  De hecho, como tiene demostrado la dra Aldina Quintana, la única filóloga del mundo que estudia el judeo-español como lengua, el aragonés tiene más influencia sobre el judeo-español que el castellano.

La lengua de los sefardíes,  nacida de las lenguas hispánicas medievales con un sustrato románico y otro  el hebreo , tanto clásico como talmúdico,  se irá desarrollando de forma única, con sus influencias particulares, en paralelo al desarrollo de las hablas con que está en contacto – el aragonés, el valenciano, etc. y luego, con la diáspora sefardí,  con  las influencias de las lenguas mayoritarias de los países en que fueron acogidos -el griego, el turco- o del francés,  después de que se popularizara la escolarización en los colegios de l´Alliance Israelite Universelle.

  • Cuando  el judeo-español se escribe de forma manuscrita, se hace  mediante una caligrafía particular que llamamos  solitreo.
  • Cuando se pone por escrito de forma impresa se hace mediante el sistema de escritura llamado Rashi. (Este método no es que lo inventara Rabí Shlomo Yitzjaki, en acrónimo Rashi, pues vivió entre los años de 1040 y 1105  (no conoció la imprenta) A esa escritura se la denominó Rashi porque el primer libro hebreo que se imprimió fue el de los Comentarios a la Torá , de Rashi. Se imprimíó en 1475 en Calabria, Italia. Rashi mismo no lo conoció jamás, había muerto mucho antes)
  • Y si se hace usando el alefato hebreo pero para escribir en lengua romance se dice aljamiado.
Solitreo y Rashi

En las comunidades  judías del Magreb, el solitreo se usó no sólo para la jaketía -el judeo-arábigo- sino también para el mismo árabe magrebí y el hebreo.

Con la revolución de los Jóvenes Turcos, en 1908,  hito de la disolución del Imperio Otomano, la lengua turca deja de utilizar  el alefato árabe y lo sustituye por el alfabeto latino. Lo mismo va a ocurrir con el judeo-español a mediados de siglo, pasando a usar una transcripción fonética no científica -ajena al AFI ,alfabeto fonético internacional- que usa un sistema ajeno a las lenguas románicas basado en la lógica lingúística anglosajona. (Por ejemplo grafía «sh» para Shabat, ya que no hay «sh» fonéticamente hablando en las lenguas románicas, aunque la mayoría lo entendería meor si escribiera Xabat , como Xuan etc.)

Aquí, como reza el membrete, un ejemplar documento del Gran Rabinato de Turkía (en aljamiado)  y todo el texto en sí en solitreo. (acerca de  un shiduj)

El problema sobre la ortografía latina del judeo-español vuelve a la actualidad.  Ya lo fue en el 2000,  con   «Seminario sobre ortografía del ladino» (contrapartida española del que se organizó en Jerusalén en otoño de 1999)  Tuvo lugar en el marco de las II Jornadas Sefardíes en La Rioja y suscitó un enorme interés entre el público asistente.

Primer asunto: no todo el mundo tiene competencia lingüística en Rashi, siquiera en Israel, a no ser que seas estudioso del Talmud. Así pues, hay dos vías de escape:

  1. En abril de 1979 aparece el primer número de la revista Aki Yerushalayim («Aquí Jerusalén»), editada en Jerusalén y publicada a través de la asociación cultural Sefarad, que persigue el mantenimiento y la difusión de la cultura judeoespañola. Una de las preocupaciones de los responsables de esta revista, que en este momento dirige Moshe Shaul, es la normalización de la grafía sefardí para evitar el polimorfismo, intentando reflejar fielmente la fonética judeoespañola. El más grave de los inconvenientes es que la grafía que han desarrollado se aleja notablemente de la norma hispánica común y rompe el consenso ortográfico e, incluso, puede desviar la atención de elementos profundamente característicos de la lengua judeoespañola al focalizarla en un superficial rasgo externo (proklamimos nos muestra la característica de la desinencia del perfecto simple en sefardí frente a la española, pero es la k con la que el término se ha escrito lo más llamativo para cualquier lector del mundo hispánico, y más si no está familiarizado con cuestiones gramaticales).
  2.  Jacob M. Hassán, tras sesenta años de estudios sefardíes en España, se dedicó a los problemas de transcripción del judeo-español y su correcta fijación textual. . De hecho, la mayor parte de las prestigiosas publicaciones  del grupo de investigadores que forman la escuela española de filología sefardí en el Instituto Arias Montano (en la actualidad Departamento de Estudios Hebraicos y Sefardíes, dentro del Instituto de Filología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas) sigue las pautas y fundamentos ortográficos propuestos por Hassán, que persiguen el respeto a las variedades fonéticas propias del sefardí pero adecuándose al consenso ortográfico hispánico. Dicho con sus propias palabras:

«Sobre una ortografía basada hasta donde sea posible en la del español normativo, los rasgos diferenciales de la fonética sefardí se representan mediante la adición de puntos, tildes, y otros signos diacríticos a ciertas letras. Es decir, que de esos signos complejos formados por un elemento letra plus un elemento diacrítico, el segundo indica en qué difiere del normativo en español el valor fonético del primero: el cual se elige de entre todos los posibles en función de la norma ortográfica española» (Hassán, 1978: 149).

En las II Jornadas Sefardíes del año 2000 presentó el profesor Hassán diferentes sugerencias a propósito de la necesidad de que el sefardí tenga una ortografía en consonancia con la del español, dando cuenta así de su carácter de variedad de este y su adscripción a la familia de las lenguas románicas. Por wello, mantiene los fundamentos de su sistema de transcripción de textos renunciando a los signos diacríticos para indicar los rasgos fonéticos diferenciales: muchas lenguas de cultura presentan una separación evidente entre su pronunciación y su escritura (en inglés, por ejemplo, si una palabra nos es desconocida, su representación gráfica raramente es suficiente para deducir su pronunciación; y ello no es ningún inconveniente para que se haya consolidado en la actualidad como la lengua internacional de la ciencia, la técnica y el comercio, amén de su variedad literaria). De tener que renunciar, pues, a uno de los dos requisitos que preocupan a los especialistas y aficionados del mundo sefardí en lo que se refiere a su representación escrita —la ortografía normativa y la representatividad fonética— resultaría ineludible el primero.

 

Para quien quiere  profundizar en el sistema de Hassán,

 Transcripción normalizada de textos judeoespañoles