¿SE REBELARON LOS JUDÍOS SEVILLANOS CONTRA LA INQUISICIÓN?

 Notas sobre los presuntos hechos que desembocaron en el segundo Auto de Fe en Sevilla.


  El Tribunal de la Inquisición Española se estableció en Sevilla en 1481 por orden de los Reyes Católicos para luchar contra la herejía, esto es, todo lo que se apartara de la ortodoxia católica de una política de uniformidad religiosa que era heredera de los ideales del reino visigodo de Toledo. La sede del tribunal, que gestionaban los dominicos, estuvo en el convento de S. Pablo. Y el primer asesinato perpetrado por ellos fue en el quemadero de La Tablada el 6 de febrero de 1481, donde quemaron vivos a seis personas. El 21 de abril se realizó un segundo Auto de Fe que fue todo un escándalo: se procesó al mayordomo del deán y el cabildo de la ciudad,  el converso de nombre Pedro Fernández Benadeva, hijo del canónigo Alonso Fernández Benadeva. ¿El delito imputado por los dominicos? Haber participado en una presunta conjura de los conversos sevillanos contra los inquisidores. Sebastián Pinelo, muchos años después, en 1569, escribió que, de niño, era habitual escuchar por las calles de Sevilla al chiquillaje cantar una canción de escarnio  que rezaba:

«Benadeva, dezí el Credo / ¡Ax, que me quemo!»

Ahora bien: no tenemos fuentes directas que atestigüen la presunta conjura de los neo-cristianos sevillanos contra los inquisidores. Bentsión Netaniahu, el historiador que mejor conoce el tema inquisitorial en Castilla y Aragón, sostiene que toda la documentación de los procesos inquisitoriales que disponemos en la Biblioteca Colombina de Sevilla debe ser tratada por el estudioso con mucha precaución, poniéndolo todo en duda y bajo sospecha, pues los informes, en muchos casos, son falsos, producto de invenciones que justificaran sus asesinatos. A tal grado de ignominia y corrupción moral se podía llegar entonces. Además, mucha documentación no es original, sino copia. El documento que habla del Auto de Fe del 21 de abril de 1481 es copia del S XVII -hay otra del S XVIII- con lo cual debemos tomar en cuenta que el escribano pudo ser obligado -o nacerle a él mismo- a eludir o añadir cosas, confundir otras, incluso exagerarlas. Se nota, por ejemplo, por el uso de palabras del S XVII que en el XV no se usaban aún. Luego están los hechos indemostrables. Por ejemplo, el documento en cuestión fue usado por Amador de los Ríos  -que era antisemita- y Fidel Fita, que dice que el documento era parte de la recopilación hecha por Cristóbal Núñez, capellán de los Reyes Católicos y bibliotecario de la Iglesia de Sevilla, en torno a 1500. Netaniahu se pregunta por qué entonces el original aludido no existe y sostiene que, por tanto, esa afirmación es inválida e indemostrable. Mentira sobre mentira par disculpar las consecuencias de una calumnia. Semejante evento habría sido objeto de atención por los cronistas, pero no lo mentan.

Los conversos sevillanos, que en su mayor parte eran cripto-judíos, no sólo tenían enemigos por razones de ortodoxia religiosa sino también por motivos socio-políticos. Muchos, ante los precedentes de violencias desde 1473 -con los eventos de Córdoba- se refugiaron en Gibraltar o en la localidad de Niebla, bajo el amparo del Duque de Medinasidonia, pues eran sus aliados en la confrontación que este noble tenía con el Marqués de Cádiz. Según el cronista Alonso de Palencia, el duque de Medinasidonia, en 1476, llegó a armar a cuatrocientos conversos para  defender la posesión del Alcázar sevillano. Es decir, sí, la comunidad neo-cristiana y cripto-judía tenía armas en su poder, pero no para lo que Inquisición se temía contra sí misma, sino porque Castilla acaba de salir de una guerra civil.

Andrés Bernáldez, cura de Los Palacios, menciona a quiénes detuvieron, pero en su texto no se dice el motivo de la detención:

«Y dende á pocos días quemaron tres de los principales de la ciudad y de los
más ricos, los quales eran Diego de Susán, que decían que valia lo suyo diez
cuentos, y era gran rabi y, según pareció, murio como christiano; e el otro era
Manuel Sauli, é el otro Bartholome de Torralba.

E prendieron a Pedro Fernandez Benadeva, que era mayordomo de la Iglesia de los señores Dean y Cabildo, que era de los mas principales de ellos, é tenia en su casa armas para armar
cien hombres; y a Juan Fernández Albolasia, que había sido muchos tiempos
Alcalde de la Justicia, é era gran letrado, é a otros muchos, é muy principales
é muy ricos, á los quales tambien quemaron, é nunca les valieron los favores, ni las riquezas.

E con esto todos los confesos fueron muy espantados e habían
muy gran miedo é fuian de la ciudad é del arzobispado, e pusiéronles en Sevilla pena que no fuyesen so pena de muerte, é pusieron guardas á las puertas
de la ciudad; é prendieron tantos que no había donde los tuviesen. E muchos
huyeron á las tierras de los señores, é á Portugal é á tierra de moros.»

Y es por esto por lo que un historiador de la talla y magnitud de Yitsjak Baer dice que si bien había conversos en posesión de armas -para defender al duque de Medinasidonia y vivir bajo los conflictivos reinados de Juan II y Enrique IV, con la llamada Guerra Civil Castellana-  pero no se puede decir que hubo un complot para matar a los inquisidores. Por eso Netaniahu sostiene que lo de la conjura fue invento de los propios inquisidores, si bien admite que sería lógico que ante la novedad de la  existencia del Tribunal los conversos se reunieran a tratar el tema. Pero hablar de las novedades de la ciudad en que se vive dista mucho de estar preparando una conjura para asesinar a tus enemigos en potencia. Es decir, según Netaniahu la detención se produjo por haberse reunido y los cargos imputados  fueron fruto de una paranoia que evidencia que los mismos inquisidores eran conscientes de que había motivos para ser eliminados de la vida pública. Y de fiscal escogieron a alguien tan poco justo y neutral como fray Alonso de Hojeda, conocido  por su furibundia contra el anti-converso.

Los detenidos -al parecer en orden de su riqueza e importancia-  fueron:

–Diego de Susán, «padre de la Susona, la fermosa hembra y dama de Sevilla».
— Pedro Fernández Benadeva, «padre del canónigo Benadeva y sus hermanos».
— Abolafia el Perfumado, «que tenía las aduanas en cambio de el rey».
— Alemán Pocasangre, mayordomo de Sevilla, «el de los muchos fijos Alemanes».
— Pedro Fernández Cansino, veinticuatro, jurado de San Salvador.
— Alonso Fernández de Lorca.
— Gabriel de Zamora, veinticuatro, «el de la calle de Francos».
— Aillón.
— Pedrote, «el de la Salinas».

— Sepúlveda y Cordobilla, «hermanos que tenían la casa del pescado salado de
Portugal» y su sobrino el bachiller Rodilla.
— Pedro Ortiz Mallite, «el cambiador de Santa María a cal de la Mar».
— Pedro de Jaén, veinticuatro, el Manco, y su hijo Juan de Almonte.
— Los Aldafes de Triana, hermanos, que vivían en el castillo de San Jorge.
— Álvaro de Sepúlveda el Viejo, padre de Juan de Jerez de Loya.
— Cristóbal Pérez Mondadina, «el de San Salvado
— Medina «el Barbado, hermano de los Baenas, obligado a dar carne a Sevilla

Bibliografía:

  • BAER, Yizthak, Historia de los judíos en la España cristiana, Riopiedras, Barcelona,
    1998. (Trad. y notas José Luis Lacave).
  • NETANYAHU, Benzion, Los orígenes de la Inquisición en la España del siglo XV,
    Barcelona, 1999.
  • Sevilla 1480: ¿una conjura conversa contra la Inquisición?
    Isabel Montes Romero-Camacho, Universidad de Sevilla

Foto principal: Auto de fe en tiempos de  San Fernando, de Lucas Valdés,  S XVII; parroquia de Santa María Magdalena de Sevilla. (Anacronismo: En tiempos de Fernando III El Santo no había Inquisición y además fue un monarca benéfico para los judíos sevillanos)