SOFER STAM

Sobre el oficio sagrado de la caligrafía de los  santos textos hebreos


El infinitivo hebreo «Lesaper» significa en español «Contar» (en el sentido de narrar) y es de donde surge la raíz del sustantivo «Sofer», narrador, que traducimos por «escritor». Y sefer, libro. Ahora bien, hay un tipo de sofer que no escribe para ganar el Nobel de Literatura ni para vender best sellers, sino para encargarse de la más escrupulosa kashrut de los soportes de los textos sagrados del judaísmo: el sofer stam. Esta última palabra no es un adjetivo, sino un acrónimo (unas siglas que se pueden leer como una palabra) En el caso de STAM, /S/ hace referencia a Sefer (Sefer Torá, por supuesto) /T/ hace referencia a Tefilín; y /M/ se refiere tanto a Mezuzá como a Meguilá (rollo) Es decir, un sofer stam es quien se ocupa de caligrafíar los sagrados  pergaminos de los Sifrei Torá, Tfilín, Mezuzot y Meguilot. A veces tiene una tarea extra: supervisa los textos que van a entrar en las imprentas.

Alefato hebreo estilo asirio de la Casa de Yosef.

El de sofer stam es uno de los tres oficios de santidad hebrea, junto al mohel (el que circuncida) y  el Shojet (el matarife), por lo cual no cualquiera puede dedicarse a ello. En principio  es faena reservada a varón (aunque como luego veremos hay excepciones) Y además debe ser un hombre religioso, cumplidor de mitzvot, por no decir que también adiestrado en todo el ritual y proceso de la caligrafía hebrea llamada asiria (en el tratado de Sanhedrín 22) Por tanto, la única halájicamente permitida para ser considerada kasher. La caligrafía asiria, a su vez tiene diversos estilos: el askenazí (con los sub-estilos Beit Yosef, Ha´Ari, Admor Ha ´Zaquén y Masmiaj, que es el que prefiere el movimiento jasídico) Luego está  el estilo sefardí, que usan todas las comunidades  orientales; se le denomina en el argot, «waalish», que se cree es una región o localidad donde se creo ese estilo de caligrafía. Y por último, el estilo teimaní (yemenita)

El soporte de la escritura sólo admite el pergamino elaborado del cuero de un animal kasher que además fue alimentado con especias y que tras la intervención del shojet, o matarife, pasa por el proceso de eliminación de la sangre a través de rituales envolturas en sal y bendiciones. El cuero así procesado se separa en dos, y sólo la capa exterior es el pergamino. La otra parte se usa sólo para mezuzot. En el caso del pergamino hay dos tipos, el untado con cal, que permite una escritura más suave, rápida, pero también de menor calidad, pues puede presentar impurezas que distorsionen la grafía exacta de los signos hebreos. Por eso se prefiere el pergamino llamado de vitela: la piel del ternero nacido muerto. Una vez procesada la piel, sobre ella se usará el cálamo, que debe ser de un ave grande. Suele ser una pluma de pavo ablandada en vinagre. Los yemenitas usan una caña de bambú. Para la tinta, las instrucciones exactas las fija Ha´Rambám: humo de aceite de oliva, con resina y miel, que se moja y luego se tritura hasta conseguir hacer con esa mezcla una especie de oblea muy fina. A eso, a la hora de escribir se le añade agua de savia (extraída de exprimir ramas de roble que han sido picadas por una avispa) obteniendo así tinta adecuada. El manual actual para el Sofer Stam es del S XIX, pero está basado en un resúmen del «Shulján Aruj», nuestra guía rabínica para la Halajá,  desde 1571. Además, para poder dedicarse a este oficio debe tener una capacitación profesional por parte del Rabinato y sólo la concederá tras un minucioso examen del candidato a la obtención del Sello , Jotém.

Por  todo esto -y por mostrar respeto ante la Palabra que es eje de la vida judía-  los pergaminos sagrados hebreos no se deben jamás tocar con la mano; ya sólo la temperatura que emana de nuestro cuerpo puede distorsionar la tinta con que tan minuciosamente se ha ido caligrafiando el texto; mucho menos aún se debe extenderlos por suelos o superficies «tamé» (impuras) Y por eso cuando alguien sube a la leer La Torá en la tevá usa el artilugio llamado Yad Ha´Torá, un puntero con forma de mano que tiene el dedo índice como cursor del texto.

Como ya se dijo, el oficio lo realiza un varón devoto -y no un «epicorus», un judío alejado del judaísmo, asimilado. En ese caso, el texto debe ser quemado, no sirve en absoluto para el rito, excepto si se trata de Meguilot, porque estos textos tiene unas características especiales para ellos mismos.  Tampoco puede ejercer el oficio  un menor, pero sí un zurdo. Muchos rechazan que un manzer, un hijo ilegítimo ante la Halajá, pueda dedicarse a esta labor. El Talmud advierte severamente que una mujer pueda escribir un Sefer Torá, un Tfilín o una Mezuzá, pero sin embargo se le permite escribir el Rollo de Esther (donde no aparece El Nombre) y además será un rollo considerado kasher para su lectura sinagogal si no no hubiere otro. Por supuesto hablamos desde la ortodoxia y no desde el reformismo (especialmente estadounidense, donde proliferan ediciones de textos que la Halajá no considera kasher ni de lejos, pues es una labor en la que hace falta tanto tiempo que lo más probable es que fuera caligrafiado en momentos de menstruación.

A continuación un ejemplo de un sofer stam ( caligrafiando sólo signos sin sentido, para practicar) con el cálamo moderno -el estilógrafo- pero en el estilo de Ha´Arizal

Bibliografía:

  • סופרים (מעתיקי כתבי יד) יהודים, דף שער בספרייה הלאומית