ZURBARÁN EN JERUSALÉN

Este jueves se inaugura en el Museo de Israel una exposición de Zurbarán:  «Jacob y sus doce hijos,» once retratos  tras los cuales además  de arte hay historia.


El maestro sevillano del Barroco, Francisco de Zurbarán,  en 1640, y en su taller de Sevilla, finaliza el encargo de un desconocido aristócrata americano -no se sabe si del Perú o de la Argentina-  realizando una serie de retratos ficticios que representan a los doce hijos de Ya´akob, es decir las Doce Tribus de Israel.

Las telas,  que partieron de Sevilla hacia ultramar,  son de grandes dimensiones -dos metros de altura por un metro de ancho. Pero el navío en que viajaban fue interceptado en el océano por piratas -lo cual como sabemos era muy habitual- y se pierde el rastro de los cuadros hasta 1720, cuando un empresario londinense, en quiebra, los vende. Los compra Jaím Méndez, comerciante sefardita, cuyos herederos los vendieron al obispo de Durham, Richard Trevor, que los colgó en el comedor principal  del Palacio de Auckland, que hasta 2012 ha sido la residencia oficial de los obispos anglicanos durante los últimos ochocientos años.  No sólo se colgaron por placer estético sino que su poder evocador veterotestamentario reafirmaba al obispo en su apoya a la reforma legislativa que permitía el retorno de los judíos al Reino Unido.

Con las obras de restauración a las que se sometió el Palacio de Auckland se valoró vender los cuadros, pero el gran filántropo y coleccionista de pintura española , Jonathan Ruffer, que donó 15 millones de libras para rehabilitar el Palacio. Mr. Ruffer está casado con Jane Sequeira, descendiente de un médico sefardí de la embajada de Portugal en Inglaterra y cuyo retrato cuelga en el Museo de El Prado.

En septiembre del año pasado, los cuadros fueron trasladados a Dallas, para ser expuestos en el Museo Meadow de Dallas, especializado en maestro españoles; en enero, pasaron a N.Y.  -Frick collection- y desde esta semana, hasta el dos de octubre, en Jerusalén -Museo de Israel- galería de maestros de la antigüedad Aaron y Blima Shickman . La serie de retratos fue expuesta en Madrid a mediados de los años ´90.

Estos doce retratos -el de Benjamín está perdido, porque el obispo no tuvo suficiente dinero para comprarlo- presentan a un Zurbarán más exótico que místico, más orientalista que austero, un Zurbarán de esmerado detallismo y policromía, de turbante y no de capuchón, con evocadores paisajes profundos al fondo y no de blancas paredes de Cartuja, magníficos bermellones, esmeraldas, azules profundos, que a pesar de la pérdida de vigor con el paso del tiempo aún deslumbran al espectador con sus juegos de contrastes y contraluces.