ANNI ALBERS EN EL GUGGENHAIM DE BILBAO

 La artista berlinesa , refugiada del nazismo en EE.UU., pieza clave de la Bauhaus, en el XX aniversario del Guggenheim.


Anni Albers, como la también judía Sonia Delaunay, pertenece a ese tipo de artistas integrales que , pese a ser por sí mismas calas fundamentales de la Hª del Arte del S XX, quedaron hasta hace poco eclipsadas por sus maridos y de alguna forma infravaloradas por la crítica;  defenestradas de los museos y poco a poco recuperadas para ocupar el lugar que les corresponde, suponen -como las mujeres artistas y  del surrealismo actualmente representadas en el Museo Picasso Málaga- un capítulo más de la evidente importancia del judaísmo en el desarrollo del arte de nuestros tiempos.

Anni Albers, como Sonia Delaunay, también se enamoró de España, que visitó en numerosas ocasiones -tanto en la península como los archipiélagos- y también ambas han tenido en España anteriores exposiciones colectivas con sus maridos y ahora por primera vez en solitario; y como Sonia Delaunay, su arte también toca el mundo textil. Sólo que si Delaunay estaba bajo la órbita del cubismo, Albers lo estuvo bajo la educación de Pau Klee, es decir, el surrealismo , el expresionismo y el arte abstracto.

Nacida Fleischmann y en el Berlín de 1899 -su madre era editora- acabó estudiando en la Bauhaus de Weimar, donde como mujer que era no estaba admitido estudiar ciertas disciplinas, como la que impartía Josef Albers. Consiguió no sólo ser admitida sino que además tres años después se casó con él. Y empezaron a trabajar el estampado de textiles a través de la reflexión de la luz , que es lo que buscaban hacia 1928 en sus viajes por España, sin saber que lo que buscaban lo encontrarían años después de América del Sur.

Pero los nazis cerraron la Bauhaus en 1933 y aceptaron una invitación para dar clases en la prestigiosa Black Mountain College de Carolina del Norte. Desde allí realizó numerosos viajes a México y se convirtió en ávida coleccionista de arte precolombino. Sobre este asunto fue por lo  que el reina Sofía le consagró una expo.

Su comisario, Manuel Cirauqui, dicen en el Guggenheim, ha planeado un viaje cronológico que se asienta en dos ejes: el paso de la creadora «del arte al diseño», y su transitar del «texto al textil». La primera sala funciona como una muestra dentro de la muestra, con sus «highlights» de la Bauhaus –cuando vierte sus intereses por la abstracción pictórica en lo textil– y la Black Mountain –donde esa abstracción rompe costuras y se vuelve lírica, con guiños al paisaje.