Apreciaciones básicas sobre uno de los objetos litúrgicos del judaísmo pero que no todo el mundo comprende.
La Torá nos ordena escuchar el sonido «truá» del Shofar en Rosh Ha´Shaná, (Bamidbar-Números 29:1):
«Y el día primero del mes séptimo…se celebrará al son del Shofar («truá»)»
Así mismo, en el libro de Va´Yikrá (23:24) leemos:
«El día primero del mes séptimo será para vosotros día de descanso, de Sagrada Convocatoria, y lo conmemoraréis al son del Shofar («Zijrón Truá»)…»
El shofar -instrumento de viento hecho con un cuerno de origen animal-procede del arameo shofara (שופרא) y éste, a su vez del acadio shapparu, “bóvido”. Es uno de los artilugios litúrgicos más conocidos del judaísmo; pero en la antigüedad, además, se utilizaba para hacer ruidos que ahuyentaran a bestias, advertir de peligros que acecharan a las poblaciones, e incluso para transmitir mensajes codificados . En el judaísmo, como decíamos al principio, se usa para cumplir la mitzvá de ESCUCHARLO en Rosh Ha´Shaná y otros momentos. Por ejemplo, para anunciar el fin de los años jubilares. También, en tiempos del Segundo Templo, se hacía sonar seis veces para anunciar el final de las jornadas laborales, esto es , el comienzo de los Shabatot. Hoy se utiliza una sirena. El shofar es el instrumeno musical más mencionado en el Tanaj, incluso más que el kinor del Rey David. Esto se debe a que los pueblos circundantes a los israelitas también usaban shofar. Se usaba para desalentar al enemigo, muy probablemente acompañado por el sonido de tambores (hay un relieve de la Edad del Hierro que así lo representa) Según el Sefer Yeoshúa la ciudad de Jericó sucumbió el séptimo día con el séptimo sonido del shofar. Según la tradición El Mesías anunciará su llegada a través del sonido de un shofar. En la sinagoga de Ben Zakai, en Jerusalén, hay una hornacina en una pare superior, que nadie alcanza, con un recipiente lleno de aceite y un shofar para que cuando llegue lo pueda usar.
No siempre todos los judíos pudieron hacerlo sonar y escucharlo. Por ejemplo, existe una leyenda -no atestiguada por ninguna fuente escrita- que cuenta que en Barcelona hubo un cript-judío llamado Fernando Aguilar que , como era músico, organizó un concierto digamos étnico para colocar el shofar y así hacer que los judíos lo oyeran. No se sabe cómo acabó, pero dicen que sentenciado por la Inquisición.
La mayoría de los Shofar están hechos de animales que no necesitan ser kasher -aptos- como los shofar de los yemeníes, que son de antílopes (nunca toro o vaca) y generalmente son importados desde Sudáfrica. No obstante sólo el 30% de los cuernos importados pasan los controles de calidad; la mayoría son descartados por presentar algún tipo de malformación -grietas, rayaduras, suciedades. Luego se someten a un calentamiento para darle su forma. El shofar sefardí a lo largo de toda su longitud. Los más grandes son los yemenitas y los más pequeños los askenazíes.
En la tradición sefardí el shofar se hace sonar después de la Akedá, justamente después de cantar un piyut medieval de la Edad de Oro en Sefarad. . En total, suena 101 veces. 30 de ellas , antes de la oración de Musaf, cuando la congregación aún no se ha puesto de pie. Otras 30, en la parte silenciosa. Y otras 30 en la repetición. 10 más en mitad del kadish tras la Amidá.
Hay dos tipos de sonido en el shofar. Uno es «trúa» (Rosh Ha´Shaná también se denomina Yom Truá) Significa literalmente ruptura, rompimiento. Es un término que en el Tanaj parece siempre en momentos de guerra. Por lo tanto, se traduce por fanfarria. Por eso en la traducción de Onkelós al Yom Truá se tradujo como Día de Llanto. Cuando era necesario desmontar el campamento para proseguir camino, se tocaba en las trompetas un sonido de «truá» (Bamidbar 10:1-7) y no porque se fuera a la guerra, sino por el temor ante lo desconocido. Esa ruptura de la estancia en un lugar dado se trasvasa a la ruptura del ciclo anual que comienza de nuevo en Rosh Ha´Shaná, dando lugar al temor de los diez días terribles que median hasta Yom Kipur.
Nuestros sabios -Jazal- tras analizar pormenorizadamente todos los versículos que conciernen a este asunto, conclueron que, en Rosh HaShaná, se deben escuchar tres sonidos de «truá», y antes y después de cada uno se debe ejecutar una «tkiá», que es el sonido de la alegría y el júbilo. . Por lo tanto, en Rosh Hashaná se deben escuchar tres series de «tkiá, truá y tkiá» (Talmud Babilonio, Tratado de Rosh Hashaná 33(B), 34(A)).
Fue el Rabí Abahu de Cesarea quien estableció el modo en que el shofar debe tocarse (Talmud, Rosh ha-Shaná 34a). Se hacen shloshim kolot “treinta sonidos o notas (literalmente “voces”)” de cada vez, 12+9+9: tekiá-shebarim-teruá-tekiá 3 veces, tekiá-shebarim-tekiá 3 veces y tekiá-teruá-tekiá 3 veces. 12 (4*3), 9 (3*3) y 9 (3*3) hacen 30 notas:
La primera «tkiá» de cada serie expresa la simpleza y la rectitud natural del alma, similar a la de un niño pequeño que aún no pecó y está limpio de trasgresiones. Posteriormente, cuando el niño crece, se enfrenta a las complicaciones y a las sinuosidades de este mundo, lucha y experimenta, así como también fracasa y peca. Esto está expresado por la «truá» que emula unas veces al suspiro y otras al llanto por los defectos que se adhirieron a nuestro carácter y por las trasgresiones que hemos cometido. Posteriormente, la serie concluye con una «tkiá» simple que vuelve a expresar la rectitud y el bien, mas esta vez es la rectitud que procede del retorno y el arrepentimiento una vez que se pidió perdón. Es así que cada serie, expresa otra área del quehacer humano, su buen inicio, la crisis que sobreviene al enfrentar las dificultades que la vida presenta y la reparación final. Al concluir de la ejecución de todos los sonidos, se acostumbra a tocar una «tkiá» más prolongada- «tkiá g´dolá», grande, que alude a la reparación completa y final tras la conclusión de los conflictos y los sufrimientos (ver Shelá Tratado de Rosh Hashaná Torá Or 55). Pninei Halajá.
“Vosotros, los que permanecéis dormidos, ¡despertad de vuestro sueño, examinad vuestras acciones, volved con arrepentimiento al Señor y tened presente a vuestro Creador!”
El Shofar , con su sonido, es metáfora de todo esto : por una parte , conmociona a quien lo escucha -esto es mitzvá- y por otra parte, esa conmoción despierta en el oyente el deseo del retorno a su raíz, se conecta con el bien verdadero y expresa la aspiración a una reparación completa. Por eso no sólo se toca en Rosh Ha´Shaná sino, en el mundo sefardí, desde el segundo día de Elul, en los servicios de Selijot.
Y si alguien pregunta por qué se toca el Shofar hay que responder porque es un instrumento en el que no podemos elaborar una melodía. Es primitivo, anterior a cualquier escala musical. Tal vez por eso, de entre los demás instrumentos musicales citados en La Torá , estas fechas de reflexión están asociadas al shofar: nos recuerda lo más íntimo de nuestra naturaleza, lo más elemental.
Por todo ello, la mitzvá va precedida por una bendición pertinente: