ESCUDOS DE LA INQUISICIÓN

Aprender a reconocer los malditos lugares en los que se perpetraron las intolerantes actividades inquisitoriales.


El escudo de las sedes de los distintos tribunales eclesiásticos regidos por  la orden de los dominicos siempre tiene la misma iconografía; perduran  hasta hoy en día en las fachadas de los edificios en donde se encontraban dichas sedes. Por un lado aparece una espada, símbolo de la fuerza con que el tribunal luchaba contra todo tipo de herejía; por otro lado, aparece un motivo vegetal, que a veces es un olivo y a veces una palmera, como símbolo del arrepentimiento del hereje; y en medio, por supuesto, el símbolo de la cristiandad: la cruz.

En la imagen anterior vemos el escudo inquisitorial del S XVIII ubicado en el convento de Sant Domènec, sede del tribunal en Gerona (Cataluña), propiedad del Museo de Arqueología de Cataluña, pero cedido al Museo de la Historia de los Judíos de Gerona.

A continuación vemos uno que es un siglo más antiguo que el anterior; el escudo en la sede inquisitorial de la localidad de Mengibar, calle Jaen, en la provincia de mismo nombre. En el edificio residía en ella  Juan Rubio Galera, familiar (delator)  del santo oficio de Córdoba en Mengíbar. Después, habitó en el edificio, en 1751,  Juan Ventura Rubio Galera, presbítero y Notario del Santo Oficio de la Inquisición de Córdoba. El Notario del Santo Oficio era el funcionario, que en los procesos anotaba las declaraciones de los acusados y de los testigos. 

No sólo estaban en las entradas de las sedes, sobre el quicio de la puerta principal, sino también en las entradas de alguna dependencia importante para ellos, como puede ser la capilla del inquisidor general del tribunal de Córdoba, que tenía una jurisdicción muy amplia, pues incluía  el arcedianato de Écija (Sevilla) y todo  el obispado de Córdoba, con la exclusión del condado de Belalcázar, ya que éste se hallaba bajo la jurisdicción del tribunal de Llerena (Badajoz) . En foto, entrada a la capilla personal del Comisario de la Inquisición.

 

A veces, tanto en soporte de papel, lienzo o como en el caso de la arquitectura, en  piedra, se orla el escudo con una leyenda que reza, en latín. «Alzate, Señor,  y defiende tu justa causa.» En foto, una ilustración conservada en la Real Academia de Bellas Artes de  S. Fernando, sección Heráldica, donación a la Academia de Antonio Correa.

De las muy numerosas muestras del escudo de marras podemos hablar del que hay en la  casa nº5 de la calle Ramón y Cajal (conocida en diferentes siglos con los nombres de Gómez Vallo o  de Coronado) en la localidad de Almagro, provincia de Ciudad Real. Conocemos los procesos inquisitoriales de algunos almagreños, como los Pisa, que quedaron sucios tras quemar a su ancestro, Diego de Villareal; en Almagro constan otros 219 «inhábiles» (es decir, declarados por el tribunal como no aptos para ejercer cargos públicos por tener la sangre manchada)

 

Incluso lo tenemos a color -verde, como el de los cirios que portaban los penitentes camino de las hogueras. El que vemos aquí se conserva en el Archivo Histórico Nacional.

Cuando hagan turismo por villas y ciudades españolas siempre estén atentos a estos escudos que nos hablan de pasados ignominiosos de los que no todos los guías turísticos les van a hablar, sobre todo para los que son afines a la ilusión de lo de las tres culturas y toda esa mentira sobre la feliz convivencia.