ISRAEL JAÍM DE BELGRADO

Pionero en el estudio filológico del judeo-español:»Bienavinturadu sira el ki trabajara inil ladinu»


Empecemos por el final:   últimamente se viene  publicando en medios de comunicación ajenos a la cultura, a la lingüística y al ladino que el judeo-español – que ni se llamaba así, sino spanyolit y yudezmo– es castellano del S XV. Y esto no es cierto. El ladino es la lengua románica  que hablaban y escribían  los judíos hispano-hebreos en la diáspora ibérica, pero ya fuera de la misma, una lengua  evolucionada por las lenguas predominantes de las naciones en que esos judíos comenzaron a vivir tras la expulsión .  Judeo-español oriental, occidental, etc. La lengua judía de los judíos mediterráneos y de ultramar -en América también se habló- en contacto con otras lenguas, como puede ser el impresionante influjo de la lengua francesa en el S XIX e incluso el hebreo , una vez trasvasado de lengua culta, escrita, al habla cotidiana del sionismo. Es una barbaridad decir que el ladino es castellano del S XV, pero sin embargo así se sostiene en medios que comparte la gente con alegría de incauto y  sin criterio crítico. Quien conoce el castellano del S XV – los filólogos, los médicos de los idiomas- pueden demostrar que que ocurre es que en  el ladino (de latino, pues es una lengua que deriva del latín) hay una gran influencia de la lengua romance -el estadio anterior a la lengua castellana- y  después, influencias en cuatro niveles de otras lenguas ajenas al castellano, desde fonéticas a morfo-sintácticas, semánticas e incluso pragmáticas. El ladino de Tetuán  no es igual al de Esmirna o al de Salónica, como el de Edirne no es el de Sarajevo  o  Jeruslaén, ni lo que se recuerda en Seattle es lo de Rodas;   los poetastros actuales  que exprimen el dulzor de los euros en esa lengua no lo hacen  sino con impostura editorial de vedette de las letras, pero sin autenticidad alguna, sin afán cultural alguno, sino  para pasearse por las kermeses de los concilios y demás politqueos provincianos, culturalmente improductivos y a veces incluso cercenadores del hecho sefardí en sí.

Ante semejante singularidad lingüística,  se hace necesaria la ciencia de la filología. Hoy en día, desde un punto de vista estrictamente filológico,  sólo  investiga el universo lingüístico del ladino  la hispano-israelí Aldina Quintana, dra.  de la UHJ y académica correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua. Luego están las que investigan la literatura, los paytaním actuales -Jabushá, Louk, Ermoza, a la cabeza- y en última instancia la pléyade de presuntas folcloristas con intenciones comerciales.  Pero desde el punto de vista filológico, científico, serio, es Aldina Quintana quien lleva el estandarte, Y uno de los más importantes predecesores de esa tarea, sino el más ,  es Israel Jaím de Belgrado, a quien Sfarad.es no puede  sino rendir merecido homenaje y recuerdo.

Ysraek Jáim de Belgrado -así le gustaba firmar- evidentemente nació en Belgrado, cuya comunidad sefardí le conoce como Tiu Bejor, el tío primogénito, es decir, el líder , al menos de la comunidad ladino-parlante de la capital serbia en que vino al mundo a mediado del S XVIII.

Sus estudios los hizo con el poeta veneciano David Samuel , hijo Ya´acov  Pardo, a quien el susodicho , en su edición del majzor de Yom Kipur,  publicado en Livorno a fines del XVIII, llama  «mi maestro». A principios del XIX se trasladó a Viena, donde había gran comunidad sefardí e  intelectual, aunque después de veinte años regresó a Belgrado. No obstante, al principio de su etapa vienesa, publicó una traducción de El Tana´j -que se dice pronto- en versión bilingüe: aljamiado a dos columnas y hebreo original. Sobre el mundo magrebí, en especial, fue algo más que un best seller. Además, como si no hubiera sido bastante, en Viena publicó los devocionarios -majozorim- para las Shloshet Ha´Regalím, las tres peregrinaciones preceptivas del ciclo anual judío. También tradujo el Pirquei Avot, Los Capítulos de los Patriarcas, y en 1822 el Sefer Ha´Tehilim, Los Salmos. las Azjharot de Ibn Gavirol.  Y por si no hubiera bastante, tradujo el Sefer Jobat Ha´levavot, Las obligaciones del corazón, de Ibn Pakuda basándose en una traducción hecha en Constantinopla en el S XVI.

Y aunque su campo de acción fuera la lengua del judeo-español, también sed dedicó a publicar manuales para el estudio obligatorio de la lengua hebrea.

Fue uno de los pioneros en denominar sefardí a un conjunto de judíos radicados en diferentes lugares pero unidos por un común denominador. Pero sin embargo, la mayor parte de su obra fue destruida en 1866,  víctima de las luchas por la independencia en una ciudad donde vivían unos 38.000 judíos y el 80% era sefardí.