JOSEPH DUVEEN Y THE HISPANIC SOCIETY OF AMERICA

De cómo un marchante judío crea un estilo en Estados Unidos.

J. Duveen, el mayor marchante de arte del mundo, fue quien vendió   la mayor parte de obras a  la  Hispanic Society of America , temporalmente en el  Museo de El Prado. 

La mayoría de los fondos de la magnífica colección de la Hispanic  Society fueron vendidos al fundador de esa institución, Archer Milton Huntington, por Joseph Duveen, judío, considerado por la Historia del Arte como el mayor marchante del mundo; aunque radicado en Londres, era hijo de un anticuario famosísimo, Joseph Joel Duveen, de Flandes, que era heredero de toda la tradición antigua del comercio de objetos artísticos en Amberes, gremio tradicional del sefardí tras la expulsión ibérica  en los Países Bajos. Duveen no sólo vendió obras de arte a millonarios norteamericanos, sino que además fue inductor de los gustos del momento y después de las ventas, germen de lo que hoy son grandes museos en Estados Unidos. LLegó a decir que en Europa había un exceso de arte y que en Estados Unidos lo había de dinero, por lo cual había que barnizar las obras porque sus compradores deseaban reflejarse en ellas.

Hasta el 10 de septiembre, el Museo de El Prado ofrece una exposición temporal de 2oo obras de la Hispanic  Society (en la sede de N.Y. están de reformas mientras  tanto)  Piezas arqueológicas, escultura romana, cerámicas, vidrios, muebles, tejidos, metalistería, arte  medieval, obras del Siglo de Oro, arte colonial  S.  XIX  , pintura hispana de los siglos XIX y XX.  La Duquesa de Alba de Goya o Gaspar de Guzmán, Conde-Duque de Olivares de Velázquez, entabla un fascinante diálogo con las colecciones del Prado. Por sólo nombrar dos de las joyas que se exponen en  las salas A, B y C del edificio  de los Jerónimos.

Por medio de Joseph Duveen, el fundador de la Hispanic Society conoció a autores contemporáneos españoles, como  por ejemplo, Sorolla; el maestro de la luz mediterránea  pintó en exclusiva para Archer en la propia sede de Manhattan. Si hoy hubiera un Duveen en el mercado del arte no se daría la paradójica situación de que por dos veces haya salido  a subasta «El Hebreo » de Sorolla y nadie pujara por esa magnífica  tela.

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