Un palacio mudéjar del S XIV , perteneciente a una de las mayores casas nobles españolas, que compró un sefardí de Grecia a finales de los años ´60: Elie J. Nahmias.
En pleno centro histórico de la ciudad de Córdoba, -que ya no se llama así – aparece una casona de portada barroca -1636- con su tímpano sustentado por ménsulas con mascarones en el que se inscribe el balcón blasonado; la mansión, en origen palacio mudéjar, perteneció primero a Enrique de Castilla, hijo ilegítimo de Enrique II y uno de los primeros Duque de Medina Sidonia. El palacio en sí hoy se conoce popularmente como La Casa del Judío.
La casa, propiedad privada, no es visitable por el público , pero desde fuera tiene este aspecto.
En la noche del 24 de diciembre de 1968, la familia Nahmias, de vacaciones por el sur de España, tuvo un contratiempo con su automóvil que les permitió quedarse unos días paseando por la ciudad de Córdoba, de la que quedaron totalmente enamorados, hasta el punto de que desearon comprar una gran casa en los terrenos cordobeses donde antaño se levantara la antigua judería de los tiempos de La Edad de Oro Sefardí. Y compraron el palacio.
Elie J. Nahmias -el comprador- nació en el año de 1908 en la ciudad otomana de Gümülcine (hoy, en griego Komotiní) , que está muy cerca de las fronteras de Bulgaria y Turquía. Su padre era un industrial del mundo del petróleo, que tenía otros dos hijos , Yosef y Marcel. En un momento dado la familia abandonó Tracia para pasar a Yugoslavia y Suiza, y acabar asentándose definitivamente en París. Aunque con grandes responsabilidades en diferentes empresas – British Petroleum, Petrosarep y Pétrofrance- su pasión era el sefardismo y en concreto Córdoba.
Hasta el día de su muerte en 1994 se dedicó con amor a la bibliofilia , dejando a su esposa e hijos una importante biblioteca repleta de documentos inestimables que cubren seis siglos de historia sefardí. La Biblia de Ferrara, una copia medieval de las Antigüedades de Flavio Josefo, un majzor de Rosh Ha´Shana de 1652, otro de 1695, las Reflexiones de B. Spinoza, la obra de Menashe ben Israel y muchísimas más. Hoy todo en la Biblioteca de l´Alliance Israèlite Universelle.
No pudo ser en Córdoba, donde él hubiera querido. Tras su fallecimiento , Joaquín Mellado, decano que era de la facultad de Filosofía y Letras, y Eugenio Domínguez, su rector, quisieron dar forma a la creación en la Universidad de Córdoba de un centro de estudios hispano-hebreos; la viuda, Inna Nahmias, accedió a ceder , casi gratis y casi todo el palacio cordobés, reservando tan sólo una pequeña parte para vivienda privada suya y de sus hijos. Incluyendo la biblioteca. Pero el proyecto se frustró poco después de una visita del hijo mayor, Sacha, y entre rubor y llanto Inna anunció que no podía ser. No obstante, ofrecía una oferta: un alquiler por cinco años renovables a razón de 10 millones de pesetas por año, y sin firma de compromiso alguno de continuidad. Y por cincuenta míseros millones de pesetas Córdoba se quedó sin todo ese saber y belleza del legado sefardí auténtico.
La plaza que se extiende ante una de las entradas de la Casa del Judío hoy se llama Plaza de Elie J. Nahmias.