Notas sobre una importante judería castellana que fue también importante núcleo de neocristiandad perseguida por el Tribunal de Llerena, Badajoz.
La muy antigua , noble y leal localidad de Ciudad Rodrigo, a unos 80 kms. al sudeste de Salamanca y a unos 25 kms. al este de la frontera con Portugal, fue repoblada con gente de Avila en 1100, de la mano del conde Rodrigo González Girón y amurallada sesenta años después por el rey Fernando II de León.
Según el dr. en Historia por la Universidad de Salamanca, José Ignacio Martín Benito, miembro de la Real Academia de la Hª, en 1486 la judería mirobrigense constaba de 76 cabezas de familia, lo cual representa el 9% de la población. (Mª F. García Casar, Fontes Iudaeorum Regni Castellae. El pasado judío de Ciudad Rodrigo. (Salamanca 1992)
La judería se extendía aledaña al castillo -hoy Parador Nacional- que construyó el rey Fernando II , luego reconstruido por Enrique II de Trastámara. Acabó teniendo su propia muralla -según Cortes de 1480 en Toledo – y se decretó que la judería pasara a ocupar el hoy llamado barrio de los carniceros. Semejante apartamiento no fue grato a la judería, que se sentía agraviada, arrinconada en la peor zona de la ciudad -lo calificaban de muladar al que no se acercaban ni los cuervos. Dos procuradores de la aljama hebrea protestaron oficialmente- Lumbroso y Yuçé Haray- que consiguieron que la medida no se llevara a cabo y los mercaderes judíos no sufrieran menoscabo alguno.
De la antigua sinagoga, se sabe por fuentes indirectas que ya existía desde finales del s XIII; en la declaración de la testigo Catalina González en un proceso inquisitorial de 1490 en Llerena, ella atestigua haber visto a la mujer del platero Ysidro Gonzales llevar aceite a la sinagoga en 1460. Ciudad Rodrigo, no en vano, es localidad donde prolifera el neocristianismo enmascarado, sobre todo después de las violencias y matanzas de 1391 en toda la Península Ibérica.
Hoy no queda sino el recuerdo histórico del solar: En 1479 se reunieron doce caballeros en la iglesia que tenía la orden de S. Juan del Hospital ded Jerusalén en la Plaza Mayor de la ciudad, para crear una cofradía que asistiera a menesterosos y enfermos en su enfermedad y entierro: La Cofradía de la Sangre de Cristo o de la Pasión. El 25 de mayo de 1492 (tan sólo tres meses después del Edicto de Granada) el edificio de la sinagoga, consfiscado ya por la monarquía castellana, fue donado por los Reyes Católicos para que se fundara allí el llamado Hospital de la Pasión. Y así consta en archivos que no lo esconden:
para asi que fagades e se fagan en la dicha Sinoga una yglesia e ospital para la dicha cofradia e cabildo della que sea llamado e intitulado hospital de la Pasion de la qual dicha Sinoga e casa e çerco e corrales della sea agora e para sienpre jamas fazemos merced e limosna a vos el dicho cabildo e cofrades de la dicha cofradia de la Pasion de la dicha Çibdad Rodrigo e vos damos poder e facultad para que despues de pasado el termino del mes de julio primero que viene podades entrar e tomar la dicha casa Sinoga con el dicho çerco e corrales para que sea yglesia e ospital de la Pasion como dicho es
Archivo Hospital de la Piedad. Merced que hicieron los señores Reies Catholicos Dn. Fernando y Dª Ysavel de la casa de la Sinagoga de los Judios, sitia donde se fundo la Yglesia del Hospital de la Passion.
El cementerio, dice José Ignacio Martín Benito, ocupaba el Arrabal del Puente; como es norma halájica, al otro lado del río Agueda. El solar, también confiscado por la monarquía castellana, fue donado al contino de Ciudad Rodrigo. (Contino es un aristócrata que, sin ser funcionario de la Casa Real, está muy cercano a ella y cumple funciones administrativas que les retribuían con sueldos y prebendas) El cementerio fue así donado al contino García Gutiérrez.
Ciudad Rodrigo fue, con Zamora, Benavente y Valencia de Alcántara, testigo de las caravanas de judíos que, con el Edicto de Granada, no quisieron optar por abjurar de la fe mosaica y prefirieron ser refugiados en Portugal. Por Ciudad Rodrigo, camino de Vilar Formoso, se calcula que debieron pasar 35.000, según la crónica de Andrés Bernálde, cita José Ignacio Martín Benito. Parece ser que, como los judíos tenían prohibido marchar de Castilla con oro y plata, algunos alcaldes ayudaron a los hebreos a no perder sus metales preciosos; uno de ellos fue D Diego de Aguila, conde de Castañeda, señor de Fuenteguinaldo y alcaide del castillo de Ciudad Rodrigo.
Algunos de esos judíos, a partir de noviembre de 1492, se lo pensaron y regresaron a Ciudad Rodrigo para bautizarse. Por ejemplo, Francisco de Atienza, que recibió las aguas bautismales con otros 50 judíos retornados de tierras lusas. Rodrigo Arias Maldonado y esposa, al abrazar el cristianismo, recibieron de vuelta los bienes que les habían sido confiscados. Lumbroso, el procurador mencionado más arriba, también se convirtió y tomó el nombre de Fernán Jiménez de Talavera. El número de judeo-conversos de Ciudad Rodrigo fue notorio y a principios de S XVII el Tribunal de la Inquisición de Llerena comenzó una profunda actividad sobre la localidad.