Historia general de la creación de las comunidades sefardíes que servían de enlace entre Lisboa y Amsterdam, con las consiguientes sub-diásporas posteriores hacia América.
Las comunidades judías de españoles y portugueses en Francia tienen como primera característica histórica el haber sido creadas durante un largo lapso de tiempo; es más, durante ese tiempo, no falta en su historia un gran número de avatares, peripecias y penurias. No se trata de ser expulsados de la Península Ibérica y, sin más, asentarse en la costa atlántica de Francia para vivir, bajo un cielo sin nubes, al amparo de las monarquías de la Casa de Valois-Angulema (gran oponente de España en la figura de Francisco I, que no soportaba que Carlos V fuera el emperador que disfrutara de las bondades de América)
Antes que nada hay que recordar que, colonias de judíos españoles, ya hubo en La Provenza en la Edad Media, después de la conquista de los almohades en AlAndalus (1148) Estos hispano-hebreos se asentaron en Lunel, formando un círculo de sabios en torno a Ibn Tibón -gran figura de la lengua hebrea. Luego, muchos de esos judíos sefardíes en Francia regresan, principalmente al Reino de Aragón, como consecuencia de las expulsiones de Francia: 1182, 1306, 1321 y 1394 ( y de La Provenza en 1430) De ahí que el apellido Tsarfati, literalmente «francés» (Tsarfat=Francia) sea un apellido sefardí.
Tras la expulsión de los judíos de Castilla y Aragón en 1492, y dados esos precedentes de expulsiones al otro lado de los Pirineos, los expulsos hispano-hebreos- no buscan refugio en Francia; los castellanos y muchos de los aragoneses prefieren irse a Portugal; sin embargo, una comunidad de 118 aragoneses desembarcaron en Marsella. No les fue bien: fueron capturados por el capitán de un galeón nizardo (del Condado de Niza, bajo la órbita de la Casa de Saboya) Los liberaron por presión de los judíos de Marsella, que les alimentaron durante cuatro meses, pero no sabemos nada más de ellos. Si se quedaron allí, fueron expulsados con los demás judíos provenzales cuando la expulsión de 1501. La Historia -dice Gerard Nahón, z´´ l- no consigue dar respuesta total al enigma de cómo los sefardíes consiguieron asentarse en un reino que prohibía el judaísmo y cómo llegan a una especie de Edad de Oro en S XVIII.
En los Archivos Nacionales de Francia consta que hay gran número de solicitudes de documento de nacionalidad a partir de 1536: el año en que se instaura en Portugal el tribunal de la Inquisición. Francisco de Castro, Luis de Berga, entre los «cristianos nuevos» que pidieron y obtuvieron patentes (documentos de identidad) a Enrique II. Y se supone que tras estas concesiones se produce un efecto llamada, pues esas patentes son ratificadas por reyes posteriores, creando comunidades que van desde el suroeste de Francia al canal de La Mancha (Labastidé, Peyrehroade, Bidache, Bayona, Burdeos, La Rochelle, Nantes, Le Havre, Rouen, y en cierta medida también París.
San Juan de Luz, a unos 10 kms. de la frontera con España, tenía una comunidad de 200 cripto-judíos bajo los auspicios del duque de Gramont, el gobernador de Bayona, de origen navarro. Recordemos que el decreto de expulsión de los reinos de Castilla y Aragón no aplicaba en el reino de Navarra, por lo que muchos judíos aragoneses en vez de salir por puerto de mar salieron por puerto de montaña. No obstante los judíos del duque de Gramont pagaban una gran suma de doblones de oro para ser protegidos por este noble. Y será desde San Juan de Luz desde donde se embarquen en el S XVII los judíos hacia Amsterdam. Vivieron en S Juan hasta el 20 de marzo de 1619, después de un horrible suceso: Catharina de Fernandes, de 60 años, el día anterior, fue a comulgar; pero en vez de ponerse la hostia en la boca, la puso en un pañuelo, y el cura lo vio. La acusó de sacrilegio. Una muchedumbre la metió en un tonel de paja y brea y la quemaron viva. Al día siguiente todos los portugueses de S Juan de Luz liaron sus petates, se subieron a sus carromatos y, apesadumbrados, abandonaron el lugar para siempre, no fuera que corrieran la misma nefasta suerte.
Más al norte, en Nantes, había una comunidad que desapareció a mediados del S XVII, pues casi toda pasó a vivir en Amsterdam. Entre ellos, Abraham d´Espinosa, el abuelo de Baruj Spinoza. Y en París los judíos giraban en torno al perfumista Carlos García, todos bajo el liderato de ELI DE MONTALTO el médico particular de María de Médecis,uno de los pocos judíos que excepcionalmente podían practicar el judaísmo abiertamente en Francia.
La más estudiada de las comunidades es la de Ruán, pues su puerto comerciaba con la Península Ibérica y numerosos cripto-judíos fueron denunciados ante el Santo Oficio por rezar en hebreo y celebrar Yom Kipur con rabinos que iban a Ruán ex profeso desde Livorno. Hubo un gran proceso del cual se libraron los judíos mediante un depósito de 250.000 libras. De esta comunidad conocemos a tres poetas sefardíes que escribían en español, Joao Pinto Delgado (Lamentaciones de Jeremías) que luego pasó a Amsterdam como Moshé Pinto; Antonio Enriquez Gómez, que se atrevió a escribir contra la Inquisición; y Diego Basurto, que en 1649 publicó El triunfo de la Virtud.
Pero de entre todas las comunidades destaca Bayona. Recluidos en el barrio de Espíritu Santo (los concejales no les permitieron habitar donde quisieran) vivían de alquiler en unos solares de un convento que les cobraba hasta por los enterramientos. El 13 de octubre de 1689 Fernando Mendes de Costa y Alvaro Luis compraron el cementerio que hoy es del Consistorio israelita de Bayona.
En un principio no tenían rabino, sino un líder espiritual laico, con el que se relacionaban como si fuera un rabino: Andrés López Villareal. Los rezos públicos se realizaban en un principio en casa de Diego Rodríguez Cardoso. Hasta que fueron denunciados a la Inquisición. La comunidad tomó aliento y contrató a un rabino, Isaac Israel de Avila, que firmaba ketubot y por eso lo sabemos. En esta comunidad se acoge al neocristiano y se le instruye en el judaísmo del retorno hasta el punto de que para la Inquisición Española para un procesado por judaizante haber estado en Bayona era prueba irrefutable para la condena. Después de lo del rabino, no dudaron en construir una sinagoga. Sería esta localidad primera también en recibir derechos legales como comunidad judía, siriviendo de enlace entre Lisboa y Amsterdam. De hecho, los de Bayona, que sabían muy bien que en los Países Bajos se había creado la floreciente Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, serán quienes creen la Compañía Francesa de las Indias Orientales, creadora de unas riquezas en familias de los bancos de Bayona que emigrarán en el S XIX a París , con la creación del Consistorio Israelita, y crearán un tejido alto burgués judío en el París romántico de Proust y compañía.