PARASHAT HA´SHAVÚA: «NOAJ»

Parashá: Noaj, Noé, נֹחַ, Génesis 6:9–11:32.  Haftará sfaradit: Isaías  54:1–10. Darshán: Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlita


 

Lo que Hashem busca es el corazón de la persona

“Y esto es lo que harás…”
(Bereshit 6:15).

Nuestros Sabios, de bendita memoria (Mejiltá, Shemot 12b), dijeron, acerca del versículo hajódesh hazé lajem (‘este mes es para vosotros’), que aquí se enseña que a Moshé Rabenu se le dificultó el tema del molad de la luna, en cuanto a cuál era la  medida en la que podía ser vista al comienzo del mes, hasta que Hakadosh Baruj Hu se la mostró. Encontramos que Moshé también tuvo dificultad acerca de la elaboración de la Menorá, como dice el versículo:

“Y ésta es la confección de la Menorá…”.

También con la mitzvá de la donación del majatzit hashékel, está escrito: “esto es lo que darán”. Todos estos versículos tienen un término en común: ze ( הז : ‘esto’). Con este término, la Torá nos enseña que Hakadosh Baruj Hu le mostró a Moshé Rabenu “con el dedo” exactamente a lo que Él se refería, le mostró cómo era la forma de aquello que a Moshé le costaba comprender.

Por lo tanto, en el tema de la construcción del arca, algo no se entiende bien. ¿Qué fue lo que a Nóaj le costó comprender acerca de la construcción del arca? ¿Acaso su construcción requería de una habilidad tan extraordinaria y difícil que le era complicada de llevar a la práctica, al punto que Hakadosh Baruj Hu tuvo que mostrarle cómo hacerlo? Pues, si el versículo dice: “Y esto es lo que harás…”, se entiende que le mostró de forma práctica lo que tenía que hacer. Aparentemente, ¿qué podía ser tan difícil en la construcción de una simple arca? Y no se puede argumentar que Nóaj no era experto en el oficio de la manufactura, ya que a él le pusieron por nombre Nóaj precisamente porque cuando nació, su padre Lémej dijo: “Éste nos dará descanso del trabajo” (el nombre Nóaj proviene de la raíz “descanso” en hebreo). Y Rashí explica que antes de que Nóaj llegara al mundo, la humanidad no tenía herramientas para trabajar la tierra, y era muy difícil el trabajo de sembrar y cosechar. Cuando Nóaj llegó al mundo, él inventó las herramientas ideales para arar, con lo cual le proveyó a la humanidad un descanso, un alivio. De aquí se deduce claramente que Nóaj era diestro en la creación de objetos. Siendo así, ¿qué necesidad había de mostrarle a Nóaj cómo debía hacer el arca? ¿Acaso él no podía diseñarla de acuerdo con el propósito para el cual tenía que ser construida? ¿Y qué le costaba a Nóajcomprender de la confección del arca, cuyo propósito principal era salvar del Diluvio a las criaturas? Para construir una nave que cumpliera con ese propósito, no se requería de mucho entendimiento. A mi parecer, besiatá Dishmaiá, a Nóaj se le dificultaba la comprensión de la confección del arca misma; cómo el arca iba a poder contener una pareja de cada una de las especies que existen en el mundo y, además, siete parejas de las especies puras, cuando las dimensiones del arca eran tan solo trescientas amot de largo, por cincuenta de ancho (aprox. 150 metros por 25). No solo eso, sino que había que tomar en cuenta el alimento de cada especie, el cual tenía que bastar para todo un año dentro del arca. ¿Cómo iba a poder caber todo esto dentro de un espacio tan reducido? Y, aún más, ¿cómo iba a poder Nóaj mismo alimentar a todas las criaturas que habría en el arca? ¡Sería una labor que le tomaría día y noche sin parar!, pues hay especies que comen de día; otras, al medio día; y otras, en la noche. Siendo así, ¡no iba a tener siquiera un momento para descansar! Más aún, ¿cómo el arca misma iba a poder subsistir en las aguas del Diluvio, las cuales eran hirvientes, pero no comúnmente hirvientes, sino que su temperatura alcanzaba miles de grados, y deshacía todo lo que estaba en contacto con ellas? ¿Cómo el asfalto que recubría el arca iba a poder resistir tales temperaturas sin que el arca se desarmara? Y la construcción del arca requería de la colocación de una ventana, como dice el versículo (Bereshit
6:16):

“Una claraboya harás en el arca”.

Y, a simple vista, ¿por qué no bastaba con la puerta de entrada? Y también, ¿qué iba a poder hacer Nóaj con el reem (‘animal de gigantescas proporciones, que no existe hoy en día’) y con Og, rey de Bashán, que también era un gigante? Para Nóaj, introducir a ambos en el arca representaba un serio problema. Y disertaron nuestros Sabios, de bendita memoria (Tratado de Zevajim 113b), que al reem y a Og, rey de Bashán, les aconteció un milagro, y las aguas alrededor del arca se mantuvieron frías. Y en Pirké Deribí Eliézer (cap. 23), se cita que Og, rey de Bashán, se sentó en una viga de madera, debajo de la escalera exterior del arca, y le juró a Nóaj que lo serviría a él y a su descendencia para siempre. ¿Qué hizo Nóaj? Abrió un agujero a un costado del arca y por allí le daba de comer cada día; y así Og, rey de Bashán, sobrevivió. Eso es lo que dice el versículo:

“Pues solo Og, rey de Bashán, quedó del resto de los refaím”

(Devarim 3:11).

Todo esto le resultaba difícil conciliar a Nóaj; ¿cómo iba a hacer? No obstante, Hakadosh Baruj Hu le mostró y le enseñó cómo construir el arca, tabla por tabla; Nóaj debía construir el arca con una fe grandiosa en Hashem Yitbaraj. Y con cada listón de madera que Nóaj colocaba, afianzaba su fe y confianza en Hashem Yitbaraj y en que Él iba a hacer que el arca resistiera; y así anuló su propia opinión respecto de las probabilidades de que el arca subsistiera, y su comprensión de cómo sus actos los podrían salvar a él y al mundo. Solo por medio de la gran fe en el Creador del mundo, Nóaj ameritó aquellos milagros que les permitieron a él y a todos los que estaban con él en el arca sobrevivir y resistir el Diluvio. Si él hubiera construido el arca con el corazón lleno de dudas y falta de fe en Hashem, entonces, —jalila— el arca no habría resistido y todo lo que había en ella hubiera corrido un gran peligro. Por ello, Hakadosh Baruj Hu vio la necesidad de dirigir meticulosamente a Nóaj en la construcción del arca para que la construyera sin la menor duda en el corazón acerca de su fe definitiva en Él. Y, en efecto, Nóaj creyó fielmente en el Creador del mundo. Y a pesar de que entre nuestros Sabios, de bendita memoria, hay quienes disertaron que Nóaj era de los que carecían de una fe íntegra —creía y no creía que el Diluvio llegaría al mundo—, del Cielo, sin duda, fueron muy meticulosos con una persona como él, por su elevado nivel. No obstante, la fe que Nóaj tenía era inmensa; la prueba reside en que el arca no se hundió, y Nóaj logró salvar consigo todas las criaturas que estaban con él en el arca.

De todo esto, aprendemos que, de acuerdo con la fe que tiene en Hakadosh Baruj Hu, el hombre es merecedor de milagros y de salvación. Esto es lo que disertaron los Sabios sobre el versículo (Tehilim 121:5):

“Hashem, es tu sombra; se encuentra a tu derecha”;

la confianza y la fe en Hashem Yitbaraj se asemejan a la sombra del hombre, pues, si el hombre irguiera un dedo ante su sombra, vería en ella un solo dedo erguido; y si abriera toda la mano, vería igualmente en su sombra todos los dedos extendidos. Así mismo es aquel que confía en Hashem Yitbaraj: si confía un poco, Hashem le hará ver que Su providencia es poca; pero si confía mucho, entonces, mayor será la providencia de Hashem sobre él. Esto nos enseña que el fundamento sobre el cual está basado el mundo es la fe y la confianza en Hakadosh Baruj Hu. Esto es lo que dice el versículo (Javakuk 2:4):

“El Tzadik por su fe vivirá”.

Yehí ratzón que nos reforcemos en este sendero de santidad, de confianza y de fe en Hashem Yitbaraj. Amén veamén.



Kriat Ha´Torá Parashat Noaj, nosaj Marruecos, por Yitzjak ben Jamó