¿POR QUÉ EL ACEITE DE OLIVA ES SAGRADO PARA EL JUDAÍSMO?

 Reflexión sobre cómo el aceite de oliva se convirtió en algo sagrado desde tiempos inmemoriales.


 El aceite extraído del fruto del árbol del olivo no sólo es superior al resto de aceites por sus beneficios en la salud, sino también porque desde el principio de la civilización occidental es líquido relacionado con la santidad. Por eso fue usado para encender los brazos de La Menorá en el Templo de Jerusalén. ¿Pero cómo se fue configurando ese concepto de santidad sobre el líquido  inmiscible (que no se puede mezclar con agua)?

Flor de olivo

La primer noticia que el mundo hebreo tiene del olivo es en el principio, en la segunda parashá del ciclo anual de lecturas: «Noaj», cuando A´ se arrepiente de haber creado al Hombre y lo quiere erradicar de la faz de la tierra mediante un descomunal diluvio -evento usado por la Lista Real Sumeria para dividir en dos la historia de su monarquía mesopotámica.

Noé, cuando escampa, suelta una paloma para ver si podía regresar con señales de la bajada de las aguas: y la paloma regresó, como sabemos, con una ramita de olivo en el pico. Entonces, Ha´Shem, arrepentido de haber deseado la destrucción del ser humano, prometió a Noé  nunca volverlo a hacer. Y para firmar su promesa y acordarse de ello, creó el arco iris. Esto es un evento teológico de magnitud suprema: !Ha´Shem hizo Tsubá! Y como el ser humano está hecho a su imagen, también el ser humano debe hacerla.

Así que el olivo pasa a ser símbolo de paz ya desde la segunda parashá semanal. Y a partir de ese momento, lo será en numerosas ocasiones más.

El árbol  llamado «Olea europaea»-olivo (por vía indoeuropea) o aceituno (por vía semítica), así como acebuche (en su versión silvestre) es árbol primordial en todo el Mediterráneo. La madera de acebuche era la que en el Magreb se usaba para alimentar fuegos con los que cocinar y calentarse hace 100.000 años. El olivo como tal se empezó a cultivar en el 7000 aec, superada la última etapa de la Edad de Piedra, el Neolítico, para entrar en la Edad de los Metales, el Calcolítico. Pero sólo desde el 5000 se constata que el futo del olivo es comestible: en Levante se han encontrado  huesos de aceituna  como soporte de textos, así como fragmentos de madera de olivo en necrópolis. Es decir, el olivo era especial,  digno de acompañar a los muertos en el más allá, como si fuera a necesitar madera de olivo para cocinar y calentarse. Como sabemos, parte de la civilización griega pasó del mundo cananeo a la Península Balcánica. No hay aquí espacio para explicarlo, pero Atenea, diosa de Atenas, tiene como atributo el olivo, símbolo de la sabiduría. Es decir, en la Cuenca Mediterránea, el olivo es esencial, árbol preciado -y precioso- unido desde siempre a conceptos de evolución vital -las hogueras para cocinar y las tumbas para enterrar. No deja de tener relación con ese mensaje de paz de A´: no habrá más destrucción del ser humano. Cuando mueras, no habrá destrucción:  la fe en la resurrección de los muertos (en función de la sabiduría que tuvieras al escoger el camino del Bien -La Torá- o el camino del Mal-La Idolatría ) 

Con la salida de Egipto también el aceite de oliva tiene un papel importante: Moshé Rabenu, tras recibir la Constitución -La Torá- y haber construido el Arca de la Alianza, unge a su hermano Aarón, primer Sumo Sacerdote, con aceite de oliva. El aceite de la unción. Si A´había firmado un pacto con el hombre el día de la ramita de olivo de la paloma, ahora el hombre firmaba un pacto con la divinidad en su frente.

Habló A´a Moisés, diciendo: 23 Tomarás especias finas: de mirra excelente quinientos siclos, y de canela aromática la mitad, esto es, doscientos cincuenta, de cálamo aromático doscientos cincuenta, 24 de casia quinientos, según el siclo del santuario, y de aceite de oliva un hin. 25 Y harás de ello el aceite de la santa unción; superior ungüento, según el arte del perfumador, será el aceite de la unción santa. 26 Con él ungirás el Tabernáculo de reunión, el Arca del testimonio, 27 la mesa con todos sus utensilios, el candelabro con todos sus utensilios, el altar del incienso, 28 el altar del holocausto con todos sus utensilios y la fuente y su base. 29 Así los consagrarás, y serán cosas santísimas; todo lo que tocare en ellos, será santificado. 30 Ungirás también a Aarón y a sus hijos, y los consagrarás para que sean mis sacerdotes. 31 Y hablarás a los hijos de Israel, diciendo: Este será mi aceite de la santa unción por vuestras generaciones.

En el desierto no hay olivos. ¿De dónde sacaron, entonces, el aceite? Tampoco en Egipto había condiciones para su cultivo (de hecho, todo la política exterior egipcia se basaba en conquistar regiones para obtener piedra y madera para los templos) Egipto importaba aceite de oliva de Creta (muchos historiadores dicen que el mundo minoico vivía del aceite de oliva) Y según atestiguan antiguos papiros y muros de templos, el egipcio practicaba unciones tanto para visires como para  faraaones. Los israelitas, impregnados de civilización egipcia, llevaban consigo por el desierto ese oro líquido y, a semejanza de los egipcios y otras naciones, lo usaron solemnemente en la toma de posesión del primer cargo supremo del pueblo: el presidente del Tribunal Superior de Justicia y, a la vez, cabeza del culto hebraico, el primer Sumo Sacerdote.
Luego, al término de la época de los Jueces, el Pueblo pidió a Samuel El Profeta un rey como los que reinaban en las demás naciones. Y entonces, (Samuel I)  Shmuel Ha´Nabí unge a Saúl; seis capítulos más tarde, unge al Rey David. En Reyes I, el Sumo Sacerdote Tsadok, origen de los saduceos, unge a Salomón, en cuyo tiempo, como sabemos, se construye la Casa de Dios, el Templo, y en su interior se enciende La Menorá, que se enciende con aceite de oliva. Ahora bien, para mejor entender todo esto, tenemos que aclarar para quien no conozca el hebreo, que unción se dice «mesijá» y ungido se dice «Mesiaj», esto es «Mesías». Y nadie,  fuera de los descendientes de la Casa de Levy o los Reyes de Israel podía ser ungido -así lo dijo A´en el Exodo. El paleo-cristianismo novo-testamentario transguedrá este precepto, para pasmo de los judíos de la época, que lo considerarían un escándalo.-
En tiempos del Segundo Templo, cuando los acontecimientos de la Historia de los Macabeos que dan lugar a la celebración de la fiesta de Januká por la re-purificación del Templo, 25 de Kislev,  se nos cuenta que no había aceite de oliva más que para un día de encendido de La Menorá. Esto es algo muy lógico: los olivos dan sus mejores frutos hacia mediados de octubre esto es, en el mes de kislev, por lo cual ya sólo quedaba poco aceite de la cosecha del año anterior y, tras la falta de mano de obra por tanto hombre muerto en las batallas contra los seléucidas, todavía no se había ni recogido ni procesado la nueva cosecha de olivas. Sin embargo, a pesar de no tener combustible sino para una jornada, aquel aceite milagrosamente duró ocho días con sus noches.
Es por eso que  las lámparas de Januká de la Edad Media en Sfarad -mucho antes de que se inventara la parafina-  eran de cerámica llamada de pellizco, donde en sus pequeños recipientes se depositaba el aceite que se encendía en recuerdo de las hazañas macabeas. Y después, la tradición sería seguida  en la diáspora sefardí, que se llevó consigo el oficio artesano de la orfebrería y la  al norte de Africa, donde  sustituyeron la cerámica por la plata, pero continuando aún con los pocillitos de aceite, ahora metálicos.
Tampoco debemos olvidarnos de otros hechos: en  las distintas aljamas de los reinos de Castilla y Aragón, los neocristianos que en su corazón seguían siendo judíos -y que no cocinaban con grasa de cerdo, sino con aceite de oliva-  tuvieron problemas con el aceite: muchos de ellos fueron denunciados ante los tribunales inquisitoriales por hacer donaciones de aceite a las sinagogas.
Precisamente, España luego se convertiría en el mayor productor y exportador mundial de aceite de oliva. Y algunas partidas tienen el certificado de kashrut.
Recreación de una lámpara de la fiesta de Las Kandelikas del S XV, a partir de los restos encontrados en 1977 en Teruel, Aragón, y que hoy se puede ver en el Arqueológico de esa ciudad