¿Qué es el judaísmo?

Por Adi Cangado


A lo largo de los últimos meses hemos percibido que existe mucha demanda por parte de los lectores de materiales que les aproximen a qué es el judaísmo, a sus creencias y a sus tradiciones y costumbres. En una serie de artículos intentaremos atender y satisfacer esta curiosidad. Pero la tradición judía es compleja y los temas a tratar, dependiendo del grado de detalle, podrían ser sin duda inabarcables.

 

La primera pregunta puede parecer sencilla, pero no lo es. ¿Qué es el judaísmo? ¿Qué es el pueblo judío? Podemos definir el judaísmo como el conjunto de creencias, valores, tradiciones y ritos o costumbres del pueblo judío. El judaísmo suele definirse como una de las tres principales religiones monoteístas, la más antigua de ellas, pero no es posible circunscribir la judeidad únicamente al ámbito religioso. Sin duda en el corazón del judaísmo, en su más íntimo origen y en el eje de su existencia, está la religión judía, es decir, las fuentes sagradas, las creencias, los valores éticos, los ritos y las ceremonias de la tradición religiosa judía, pero el judaísmo es mucho más que religión. Es una manera de vivir cada instante.

 

Todo sistema de creencias experienciado colectivamente a lo largo de generaciones crea y alimenta una cultura propia, e incluso es posible que dicha cultura, la cultura judía, incluso pueda ser vivida con rechazo a las creencias y ritos religiosos. Por ejemplo: un judío secular puede sentir su permanencia y su pertenencia, incluso el vínculo de origen y de destino con el resto de judíos, pero ser ateo o agnóstico; a la vez tampoco es imposible encontrar a un judío religioso, creyente y observante, asimilado a la cultura que le rodea, en su época y en su lugar, la cual podría llegar a no parecernos genuinamente judía. El judaísmo es, por lo tanto, la tradición religiosa y cultural del pueblo judío.

 

Como en el corazón del judaísmo está su tradición religiosa, hablaremos en estos artículos principalmente de la religión judía: el judío religioso y su mundo. ¿Cuáles son los pilares del judaísmo como religión?

 

  • Torá. El judaísmo ha heredado una tradición textual, fuentes sagradas, a las que de manera general podríamos llamar “Torá”, es decir, la “Enseñanza”. Tal es así que la palabra “judaísmo”, que procede del griego, es tardía. Fue durante la expansión del helenismo que empezó a usarse “judaísmo” para referirse a la manera de vivir de los judíos. En el Talmud se relatan historias de romanos que se acercan a un rabino y desean convertirse, no solicitando que los convierta al judaísmo sino que les enseñe la Torá. Junto a la Torá están las obras de los Profetas y Hagiógrafos, y todo ello forma la Biblia Hebrea (Tanaj).

La Torá puede referirse de manera concreta al Pentateuco (los cinco libros de Moisés), pero de manera más amplia también a la manera en que la letra escrita se ha explicado, comentado y desarrollado: primero en la Mishná; más adelante en la Tosefta y el Talmud (¡hay dos! El de Babilonia y el de Jerusalén), así como en el Midrash; y después en cada generación por parte de poetas, sabios, rabinos, academias y sus maestros y alumnos. La manera en la que el judío se enfrenta a la tradición escrita que hereda es absolutamente única: la estudia, la desarrolla, la cuestiona y la adapta. Las creencias y afirmaciones fundamentales del judaísmo están contenidas en su tradición textual.

Los textos sagrados del judaísmo están escritos en hebreo y en arameo. El hebreo es la lengua original de los primeros hebreos, lengua litúrgica y de estudio, y también en su forma moderna la lengua oficial de Israel.

 

  • Avodá. La práctica religiosa: los ritos y las ceremonias, las oraciones, el Shabat, el calendario y las fiestas, recordatorios todos ellos de los múltiples cometidos que asume el judío en su vida. Habíamos dicho que el judaísmo es una forma de vivir. Por eso las creencias y fundamentos filosóficos no son suficientes, y de nada sirven que si no se expresan exteriormente en acciones. El judaísmo no pone el énfasis en creer sino en hacer.

 

  • Guemilut Jasadim. Las buenas obras, la justicia social, la universalidad en la misión del pueblo judío, pues el judaísmo no consiste en espiritualidad y rito egoístas, destinados a la complacencia o elevación personales, sino a la reparación, a mejorar (elevar, marcar la diferencia en) la vida personal, y el hogar, y la comunidad a la que uno pertenece, y la sociedad en su conjunto.

 

De cada uno de estos pilares, así como de las creencias esenciales del judaísmo, hablaremos en los siguientes artículos. Pero al principio decíamos que el judaísmo no era únicamente religión. Existen elementos que convierten al judaísmo también en una cultura y a los judíos en un pueblo:

 

  • Un origen y un destino comunes: el pueblo judío es como una familia, compuesto de gentes que tienen entre sí un vínculo de sangre y de muchos que se van incorporando a él por compartir las creencias y los valores de la religión judía y por amor a su cultura y tradiciones. Origen y destino comunes implican una historia en común, llena de recuerdos (algunos alegres, muchos terribles). En el origen del pueblo judío siguen estando aquellas tribus hebreas que finalmente se asentaron en la tierra de Israel. Pero ello no debe distraernos. No existe una genética común ni tampoco rasgos poblacionales que definan al judío. Al contrario, el pueblo judío es rico y diverso étnica y poblacionalmente. Ser judío no es pertenecer a una etnia ni a una nacionalidad específica, sino ser parte de esa existencia religiosa y/o cultural en común, y permanecer y sentir pertenencia a esa familia, a su origen y a su destino en común.

 

  • A pesar de lo anterior, existe una vinculación emocional e histórica innegable entre los judíos y la tierra de Israel. De su suelo brotó nuestra tradición y en su suelo habitan en la actualidad la mayor parte de judíos del mundo. Allí están los lugares sagrados de la religión judía, los pueblos, montañas, ciudades citados en nuestros textos, los caminos por los que paseaban y discutían los rabinos que nos hablan en el Talmud. Nuestra relación con la tierra de Israel es de amor y de solidaridad, de deseos de paz y de convivencia. Ese vínculo emocional e histórico no es incompatible con la plena integración y asimilación de los judíos que hemos nacido y estamos fuera de Israel, y de nuestra absoluta lealtad como ciudadanos de pleno derecho en los países en que habitamos (en nuestro caso, como españoles) y a los que pertenecemos.

 

  • La dimensión cultural nos trae las cocinas, las músicas, las literaturas, las lenguas judías (el yídish, el ladino, etc.), y la lengua hebrea. Quienes tienen una lengua en común, en nuestro caso el hebreo, crean para sí un vínculo colectivo y una identidad. El hebreo es la lengua propia de esta familia.

 

Decíamos que el judaísmo era tradición religiosa y cultural, e incluso en cada dimensión citada el judaísmo es plural. Aunque existe una cultura judía, es una cultura de culturas. Según los lugares en que habitaron o por los que fueron pasando, los judíos iban asimilando cocina, música, idioma, ¡incluso las modas a la hora de vestir! Un judío oriundo de Iraq tendrá costumbres culturales distintas a otro de la cuenca del Rhin; una judía del norte de Italia será también muy distinta a un judío etíope o ugandés. Hablaremos de judíos ashkenazim, sefaradim, italkim, etc. También la religión judía es plural. Los judíos religiosos compartimos un legado común, una tradición textual heredada, y muchas creencias y prácticas religiosas, pero disentimos también, sobre todo en la manera de enfrentar la modernidad. Por eso existen distintas corrientes religiosas en el judaísmo: ortodoxos, masortim, reformistas, reconstruccionistas, etc.

 

En el siguiente artículo exploraremos las “Creencias esenciales del judaísmo”.

Shalom ve’kol tuv,