Apreciaciones generales sobre el Libro de Shemot.
La macro-estructura del Tanaj, como sabemos, es tripartirta -Torá, Nebiím, Ketuvím (la Kaf de Ketuvim suena fuerte /jaf/ por aparecer a final de palabra) En total, el Tanaj son 24 libros distintos. La Torá, los cinco primeros, por eso conocido como Jumash -jamesh, cinco- forma la parte más importante: es la que se divide en perícopas semanales -parashot ha´sahvúa- para leer tres veces por semana en la sinagoga en el rezo de la mañana. El segundo de esos cinco Libros se titula «Shemot» (plural de «Shem», nombre, esto es, literalmente «Nombres», pues el primer sustantivo del Libro es ese:
Estos son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto con Yaakov.
Cuando la soberanía del Pueblo de Israel estuvo en manos de los poderes helenistas de los Seléucidas, el Tanaj se tradujo al griego en Alejandría; esa traducción es lo que llamamos la LA SEPTUAGINTA , ESE PROBLEMA.Dicha traducción arrastrará consigo los errores e imprecisiones de todas las Biblias cristianas de Occidente, empezando por la Vulgata. Es entonces, con esa traducción imposible del hebreo al griego, cuando al Libro de Shemot (Sefer Shemot) se le dio el título de «Exodo» ( Exodos significa en griego «Salida»; lo titularon así porque los traductores entendieron que relata los acontecimientos de la salida de los israelitas de Egipto. Técnicamente no es así: también trata de eventos importantísimos posteriores, como el Paso del Mar Rojo, la abominación del Becerro de Oro -decisiva para el desarrollo del calendario ritual- además del momento histórico de máxima importancia para los hebreos: la Entrega de La Torá. Y también la sucesión del liderato de Moshé Rabenu durante los años de errabundez desértica en la personalidad de Yehoshúa Ben Nun y la llegada a Canaán.) No trata sobre «la salida de Egipto» (que también) sino de la entrada en la Tierra Prometida con La Torá y el Arca a cuestas. Por supuesto, los valores numéricos de las palabras hebreas y sus impresionantes guematrías no pueden ser traducidos a ninguna lengua. Y además hay que tener en cuenta que las traducciones suelen conllevar inventos, adiciones, descontextualizaciones que llegan a lo surrealista, etc. La Torá sólo puede ser leída y cantada y, por tanto, escuchada, en hebreo. Sin corrupción que la convierte en no apta, no kasher.
La Torá no es un libro de Historia -pero sí un libro histórico. No hay ni la más mínima evidencia histórica acerca de los hecho narrados en Shemot. Es un libro de teología y como tal ha de leerse. Eso sí: se escribió en función de una base histórica de tradición oral, un fundamento histórico que luego reunió esa tradición oral, de generación en generación, para que sirviera de enseñanza. Durante mucho tiempo, muchas personas han considerado que el autor del Libro de Shemot era el mismo Moshé Rabenu, pero es evidente que uno no puede escribir sobre sí mismo después de su muerte. Según los doctores en filología semítica que han estudiado el hebreo usado en el Libro de Shemot el tipo de lengua utilizado es posterior al Cautiverio de Babilonia. S VI a.e.c.
Ahora bien, aunque no podemos determinar el nombre y la fecha exacta del autor, sí tenemos un nombre propio íntimamente ligado a la macro-estructura del Libro en cuestión. Esa persona no es otra sino Ha´Rambán, r. Moshé ben Najmán. El es quien lo divide en tres diferentes partes: una, cuando los israelitas están en Egipto, otra con el episodio de la entrega de La Torá, y por último todos los versículos referentes al Mishkán, al Arca. Estas tres partes ocupan una serie de parashot semanales: la primera parte va de la parashá de Shemot a la de «Bo», la segunda va desde «Be´shalaj» hasta la de «Mishpatím», y la tercera desde «Trumá» hasta «Pikudei». Es decir, 13 perícopas, 13 porciones semanales: 13 parashot ha´shavúa. (Con sus correspondientes haftarot, o conclusiones) Las seis primeras de ellas reciben el nombre de Shobabím -retornantes- porque sus primeros signos del alefato forman ese acróstico del impersonal del verbo Lashuv, retornar, pero también repetir.
Todos los libros de La Torá son importantes y decisivos. Pero Shemot lo es por una razón muy de peso: si el Génesis es la narración de la Creación del Ser Humano y el Mundo, en Shemot estamos ante la creación de la nación de los Hijos de Israel, el recibimiento de su Constitución -La Torá- y el establecimiento en la Tierra Prometida. El paso de la esclavitud a la libertad. Si en Be´Reshit nos encontramos con historias de individuos fundacionales ahora nos encontramos con historias de una comunidad formada, con sus avatares de por medio, pero ya Pueblo unido entre esos individuos y esos individuos con el Kadosh Baruj Hu. Ha´Shem, esto es El Nombre (inefable).
A pesar de que el pueblo de Israel llegó a los cuarenta y nueve grados
de impureza (Zohar Jadash, comienzo de la parashat Itró), finalmente tuvo
el mérito de ser redimido de la esclavitud, porque se cuidaron a sí
mismos de la asimilación entre los gentiles al no cambiar sus nombres,
sus vestimentas ni su idioma. El pueblo de Israel fue meticuloso respecto
a cuidar sus nombres, porque habían sido llamados de acuerdo con sus
propias esencias sagradas, tal como habían aprendido de su padre
Yaakov, quien fue el padre de las doce tribus de Dios.R. David Jannia Pinto shlitá