Historia de la comunidad sefardí en Londres, en activo desde el S XI hasta nuestro días
Los primeros judíos instalados en Gran Bretaña llegaron desde Normandía por invitación de Guillermo I, el Conquistador, en el S XI, porque les ofreció el favor real. Los normandos fueron vikingos daneses que consquistaron el norte de Francia. La Iglesia británica de entonces, no obstante, les prohibió a los judíos la posesión de tierras , emplear cristianos o portar armas; como a los cristianos se les había prohibió prestar dinero a interés , el préstamo de dinero se convirtió en uno de los pocos medios de ganarse la vida disponible para los judíos británicos. En tanto que fundadores de los servicios bancarios (y también pioneros en redes empresariales internacionales) los judíos proporcionaron crédito a una sociedad donde no había aún bancos como los conocemos hoy en día.
Sin embargo, la protección real tenía, faltaría más, un precio: impuestos a los judíos a través de un departamento especial, El erario judío. . . Eduardo I explotaría enormemente estos impuestos: £420,000 de la comunidad judía entre los años de 1263 y 1273. Luego, en 1290, cuando los judíos ya no eran útiles como fuente de ingresos, confiscó sus bienes y los expulsó.
Tres siglos después, llegaron los marranos, los judíos de España y Portugal -Sfarad- que, tras la persecución de la Inquisición, se convirtieron al cristianismo y adoptaron nombres españoles o portugueses mientras seguían practicando su religión judía en secreto. Muchos de estos anusím, criptojudíos, vivieron en Londres como católicos, asistiendo a misa en la embajada portuguesa.
Los Países Bajos, en el centro de Europa occidental y colonia española en el S. XVI fue un lugar que vio algunos de los más amargos conflictos y atrocidades de nuestra persecución religiosa. Habiendo sido expulsados de España en 1492 y luego huyendo de Portugal cuando llegó la Inquisición, Amsterdam se convirtió en un destino popular para que los judíos practicaran abiertamente su religión. Durante la primera mitad del S. XVII, Ámsterdam se convirtió en la principal ciudad comercial del mundo y en el hogar de una próspera comunidad judía. En 1654, un grupo de judíos partió de Amsterdam a América y fundó la primera comunidad judía en el Nuevo Mundo.
Cuando Oliver Cromwell llegó al poder, 1642, vio que el derrocamiento de la Monarquía era una gran oportunidad para poner en su lugar el estado «ideal», impulsado por el celo religioso puritano. De hecho, tan trascendental había sido el derrocamiento del antiguo orden que se consideró que su desaparición era tanto un evento religioso como político. Y es esta interpretación la que formó el vínculo entre Cromwell y un rabino de la comunidad de judíos portugueses de Ámsterdam, Menasseh ben Israel. La transición de las miserias de la Inquisición en España y Portugal a la prosperidad y libertad encontradas en Amsterdam fue vista como una indicación de la inminente llegada del Mesías: en tan poco tiempo los judíos habían pasado de ser oprimidos a tener la capacidad de practicar libremente y abiertamente su judaísmo.
Los puritanos holandeses e ingleses en ese momento creían que era esencial que los judíos vivieran en Inglaterra y una petición fue enviada a Cromwell en 1649 por dos puritanos ingleses que vivían en Amsterdam. En este momento, circulaban rumores de que una de las tribus perdidas de Israel había sido encontrada en América del Sur y para 1655 la presencia de judíos en el Nuevo Mundo estaba fuera de discusión; la primera comunidad fue fundada en las Antillas Holandesas, Curazao; la primera comunidad estadounidense había sido establecida por colonos de Amsterdam el año anterior en Nueva Amsterdam, hoy New York-
Menasseh ben Israel llegó a Londres en 1655 y entregó una petición a Cromwell pidiendo que los judíos fueran readmitidos en Inglaterra. Hubo una fuerte oposición, no menos importante, de los comerciantes de Londres, que no aceptaron una mayor competencia. Cromwell convocó una conferencia especial de jueces, clero y comerciantes en diciembre de 1655. La conferencia no salió bien y, a pesar de la fuerte defensa de readmisión de Cromwell, la conferencia finalmente fue rechazada.
Un mes más tarde, estalló la guerra entre Inglaterra y la España de Felipe IV por la rivalidad comercial entre ambos países en las Indias Occidentales. . Se confiscaron todos los bienes de los ciudadanos españoles que comerciaban en Inglaterra; un criptojudío, Antonio Robles, de origen canario, reclamó a la ley, protestando porque su ciudadanía española había sido adoptada bajo coacción y que su verdadera nacionalidad era judía.
El caso Robles persuadió a los líderes de los criptojudíos más prominentes, que hasta ese momento mantenían su distancia de Menasseh ben Israel, para unirse abiertamente a él y presentar una «Humilde petición de los hebreos que residían en la ciudad de Londres». La petición no era una solicitud de readmisión, sino que agradecían a Cromwell por la libertad que ya les había sido dada de rezar en sus propios hogares con la solicitud adicional de un cementerio para enterrar a sus muertos con ritos judíos. Esta petición fue remitida al Consejo de Estado, pero nunca se dio respuesta.
En mayo, Robles ganó su caso y sentó un precedente para que los judíos pudieran vivir en Inglaterra. Poco después, una casa fue arrendada en Creechurch Lane en la City de Londres y fue convertida en una sinagoga, que se consagró como tal en 1657. Fue demolida y en su lugar hay hoy una placa de cerámica. Los sefardíes -y los tedescos, askenazís para los sefardiés-pasaron a rezar en 1701 en la Sinagoga de Bevis Marks, no lejos de la demolida, y que sigue en activo desde enotnces, siendo de cana de las otras tres sefarditas que existen. Se dice que la princesa Ana de Estuardo regaló una viga de roble del techo, poco tiempo antes de convertirse en reina. El mayor de los siete candelabros de la Sinagoga fue presentado por la comunidad de la Gran Sinagoga en Amsterdam.
La comunidad creció tanto -así como el tejido industrial que crearon- que cien años después un judío llamado Benjamin Disraeli entró en el Parlamento. Diez años después se derogó el decreto que exigía indumentaria especial a los judíos. Luego, Lord rothschild entró en la Cámara de los Comunes. La prosperidad, la tranquilidad y la tolerancia religiosa hizo que muchos judíos de Europa del este emigraran al Reino UNido, tanto entonces como en la II Guerra Mundial, huyendo del nazismo.
Hoy la comunidad inglesa es la segunda más grande de Europa y la quinta del mundo.
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