
Uno de los más renombrados pintores sefardíes, autor de esplendorosos retratos de la escuela del decadentismo.
Liorna -como nombraban en judeo-español a la ciudad de Livorno, en la costa de la Toscana – es muy conocida como patria chica del gran AMEDEO MODIGLIANI, EL MAYOR ARTISTA SEFARDÍ DE LA HISTORIA. Pero la luminosidad mediterránea no sólo favoreció la pintura de esta figura señera del arte del S. XX, sino que también por la misma época hubo otros judíos livorneses que , con distintos tipos de pincel, pasaron a la historia del sefardismo y del arte en sí. Serafino de Tivoli, Ulvi Liegi o Vittorio de Corcos.
Vittorio, hijo de Isaac y de Giuditta Baquis, vino al mundo el cuatro de octubre de 1859. Por aquel entonces, la comunidad judía de Livorno había vivido algunos cambios sustanciales el gobierno de los franceses, se había convertido en una sede más del reciente Consistorio Francés, que restituyó el Sanedrín, y así vivieron hasta que en 1861, cuando Vitorio tiene dos años de edad, se cree el Reino de Italia. Morirá nueve años después de que Italia se pasto del fascismo de Musolini, justamente el año en el que Europa se estremece con el estallido de la II Guerra Mundial.
El no vio nada de aquellas atrocidades. Se convirtió en el pintor italiano de la Belle Epoque después de haber comenzado una carrera como pintor en la Academia de Bellas Artes de Florencia, donde estudia con Pollastrini, y luego en Nápoles con Morelli. Debió ser buen discípulo, pues ya en 1880 aparece en París firmando un contrato por quince años con la Casa Goupil, que era la empresa mayor de las artes y las letras en el París que todavía no había bajado de Montmartre a Montparnasse.
Fue entonces cuando se estableció en Florencia, donde se casó con Enma Ciabutti, mujer de letras que era viuda de uno de los familiares de Gabriel D´Anunzio, el padre de la escuela de los Decadentistas, a la que queda adherido Corcos para el resto de su vida.
Pintor de luz y esplendor femenino burgués, e incluso noble, pues fue retratista de aristócratas varias, su propio auto-retrato cuelga con honores en la famosa Galería de los Ufizzi, en Florencia, mientras que otras obras suyas cuelgan, por ejemplo , en la Galaría Nacional de Roma.