YOSEF HA´NASI FERRUZIEL

Historia del más poderoso de los judíos de la corte de Alfonso VI en Toledo


 Alfonso VI , El Bravo, rey de León, de Galicia y de Castilla pasó a la Hª principalmente por ser quien reconquistó la ciudad de Toledo el 6 de mayo de 1085. De todos sus vasallos, quizás el más famoso es Rodrigo  de Vivar, alias El Cid (castellanizazión del árabe Said, señor) Pero mucho menos conocido es que Alfonso VI contó entre su corte con la colaboración de judíos como Aben Xalib, administrador de las mesnadas alfonsíes, o Yosef Ha´Nasí, su médico personal.

 De Yosef Ha´Nasí Ferruziel -alias Cidelius, en latín «el pequeño Cid»- no consta ni lugar ni fecha de nacimiento, pero sin embargo consta que el más excelso poeta de los hebreos, Yehudá Ha´Leví, le dedicó unos versos en romance y hebreo que son parte de las más antiguas formas literarias del castellano, las jarchas:

Responde mio Cidello!, venid

con buena albixiara

como rayo de sol exid

en Guadalajara

 

Yehuda Halevi, Jarcha n.º 3,» Panegírico en honor de Josef ben Ferrusiel»

Una vez que Yosef se hubo asentado en la corte toledana de Alfonso VI, como físico -médico- fue escalando puestos de honor. Según la Real Academia de la Historia, en un documento fechado en junio de 1110, un año después de la muerte de Alfonso VI, la firma de Yosef Ferruziel aparece junto a la de otros altos dignatarios de la Corte. Y este es el único documento en la España cristiana donde un judío ocupa tan alta posición. El hecho de que ostentara el título de Nasí -como sólo hacían los exilarcas de Babilonia- nos habla de que su destacado rango dentro de la corte alfonsí le hizo ser el líder de la comunidad judía de Toledo en el S XI y primera mitad del S XII.  Y por supuesto, la comunidad podía estar tranquila mientras él estuviera ejerciendo como tal en la corte, e incluso como hemos visto, ya en la corte de Alfonso VII, otro monarca castellano benéfico para la judería.

Cuando los grandes y el rey se reúnen en consejo, todos asienten ante Yoseh, espejo de su gloria
Yehuda Ha´Leví, cuando escribió su panegírico al Nasí, no escribía de forma lisonjera, sino en forma general con la voz de la judería toda. Por aquellos tiempos, el Al Alandalus, ya fragmentado en las belicosas circunscripciones administrativas llamadas «taifas» (de reinos, nada, sino gobernaciones de caudillos militares odiándose entre sí) los judíos andalusíes son víctimas de las invasiones integristas de los almohades y los almorávides, cuyo rigor coránico no permite infieles (a lo sumo, conversiones) Muchos judíos no dispuestos a abjurar, se ven en la necesidad de migrar. Muchos de ellos -Yehudá Ha´leví, por ejemplo- migrarán a los reinos cristianos. Yosef Ha´Nasí será el intermediario político para que la monarquía alfonsí los reciba con los brazos abiertos.
Cidelius no sólo se preocupó de que los judíos de la antigua taifa de Toledo -y resto del reino de León- pudieran estar seguros como tal a orillas del Tajo. Desde el S. IX, el judaísmo asistió -de forma internacional- a la expansión de una secta hebra que se rebelaba contra el judaísmo rabínico: los karaítas. Para ellos, lo único que tenía vigencia en el judaísmo era -y aún es- lo que está escrito en La Torá. Pero no lo que dispone la Torá Oral, El Talmud, que no consideran revelación divina ni obra en que haya alguna santidad. Saadia HaGaón, desde el exilarcado de Babilonia los lanzó al jérem -a la expulsión de la comunidad judía- pero ellos siguieron creciendo y expandiéndose por diferentes lugares. En la Península Ibérica el mayor nido de karaítas se concentraba en la localidad hoy palentina de Carrión de los Condes, a donde habían enviado,   desde Jerusalén,  a Aben Altarás (Vicente Risco, «Historia de los judíos», Barcelona, 2005, Ed. Gloria) Altarás , adicto al proselitismo, tuvo enconados encuentros con los primeros rabinos de la era de los  rishoním, valga la redundancia y después de muerto fue sucedido por su esposa, considerada oráculo hasta el punto de ser conocida como La Sabia. Gracias a la ascendencia de Yosef Ha´Nasí sobre el monarca, se pudo efectuar su expulsión de tierras ibéricas.

La suerte de la comunidad judía, sin embargo, mutó de signo  a la muerte de Alfonso VI,  en 1109. Entonces, se produjo un levantamiento de la población que condujo a la destrucción de las propiedades del Rey y que afectó especialmente a los judíos, a la sazón también propiedad del rey.  El nuevo monarca,  Alfonso VII, canceló las multas e indemnizaciones que le correspondían por estos asesinatos.

De los episodios anti-judíos ya había sido víctima el sobrino de Yosef, Salomón Ferruziel. Dos días después de celebrar  LA FIESTA DE «LA´G BA´OMER» del año 1108 d.e.c -esto es, el 20 de iyar de ese año, que era un 2 de mayo- la comunidad judía de Toledo quedó, de pronto,  conmocionada por la tragedia y aturdida por la incertidumbre : Shlomo, el sobrino del nasí , su valedor y su sumo protector en la corte de Alfonso VI, ha sido asesinado cuando estaba de regreso a Toledo tras una misión diplomática en Aragón.

Vierta Dios lluvia de cólera sobre la gente cristiana,

sea asolada su raíz y su vástagos, cortados,

sobre su seno vengue El con esterilidades y viudez ,

y deribe a sus multitudes a lo largo de todos los surcos de sus campos,

envíe una hoz que vendimie todos sus viñedos,

y en lagar pisotee toda su gente hasta el último rebusco ,

aspresure El el oráculo de sus videntes, convirtiendo en pez sus cvalles

y, a lo largo de sus tierras, con azufre cubra sus pimpollos

( Yehudá Ha´Leví .Traducción de Millás Vallicrosa)

 

Aun así,  cabe recordar que en 1110, tal y como se ha mencionado, Ferruziel aún aparece entre los altos funcionarios de la Corte y el propio Alfonso VII tuvo un almojarife judío. Después de esta fecha no hay más noticias sobre Yosef Ferruziel que la confiscación de sus casas y fincas en 1145. Se sitúa la fecha de su muerte en torno a ese año.

Bibliografía:

  •  Y. Baer, «Historia de los judíos en la España cristiana», trad. de J. L. Lacave, Madrid, Editorial Altalena, 1981