Historia de un criptojudío burgalés que quiso ser el no va más del sabateísmo.
En la cuenca alta del Río Ebro a su paso por la comarca burgalesa de Las Merindades está la localidad de de Rioseco. Allí, en 1629 -los últimos años de la unión dinástica entre Portugal y España- vivía una familia de origen portugués y carácter cripto-judío, los Cardoso, que eran padres de dos muchachos, Miguel y Fernando (o Abraham e Isaac) Ambos fueron a estudiar medicina a la Universidad Pontificia de Salamanca y parece ser que mientras Fernando estudiaba aplicadamente, Miguel prefería cantar serenatas bajo los balcones de las doncellas. No obstante, consiguió acabar la carrera y pasó a vivir en el Madrid de Felipe IV, la ciudad de Cervantes, Quevedo, Velázquez, Lope de Vega y La Inquisición.
En 1648, Cardoso partió hacia Venecia, donde por probable instigación de su hermano retornó al judaísmo con el nombre de Abraham Mijael. Bajo la instrucción de los rabinos sefardíes del gueto de Venecia comenzó a tomar contacto con el arte místico de La Kabalá. Pero no se quedó en la serenísima república, sino que pasó al puerto franco de Livorno para ejercer la medicina. No le iban bien las cosas y el Duque de Toscana, Fernando II de Médeci, para ayudarlo, le recomendó como físico del bey (gobernador, por debajo del pachá) del eyalato de Tripoli, entonces una provincia otomana en lo que hoy viene siendo Libia.
Frente a la costa mediterránea de la antigua Tripolitania, consiguió hacerse lo suficientemente rico como para tener dos esposas y poderse dedicar a sobrevolar los mundos de las esferas y las coronas de La Kabalá. Y fue entonces cuando descubrió el mundo delirante del más famoso de los falsos mesías: el esmirniota Shabtay Tsví, la conmoción teológica que convulsionó el judaísmo entre Amsterdam y Alepo, pasando por Gaza, donde vivía el segundo de a bordo de la secta de los sabateos, Nathan Azatí.
Cardoso se autodeclaró profeta del sabetaísmo, haciéndose llamar Mesías ben Efraím. En su profusa obra, a Shabtay Tsvý lo denomina Mesiaj ben David. Cardoso se convirtió en el máximo representante del sabetaísmo en el norte de Africa, incluso manifestando muchas y polémicas críticas contra los alumnos y los métodos de Nathan Azati. Y no sólo tenía problemas con los sabateos, sino que la comuidad de Trípoli lo expulsó y se fue a vivir a la cercana Túnez. Pero allí no fue bien recibido y acabó recalando de nuevo en Livorno. De allí pasó a Esmirna, donde vivió seis años, y de allí fue a Constaninopla para anunciar que la fecha exacta de la redención mesiánica sería en Pesaj del año 1682. Cuando la fecha llegó, tuvo que huir apresuradamente a refugiarse en Gallipoli.
Sin embargo, consiguió la protección de los cristianos de Constantinopla y regresó a la ciudad. Aunque lo que él quería era vivir en Adrianópolis -hoy Edirne- un gran nido de sabateos. R. Shmueel Primo, dirigente de la secta en la ciudad, y uno de los que tanto habáin polemizado con él, le expulsó. Comenzó así un periplo por las islas de Kíos y Creta, rumbo a Eretz Israel. Su propósito era radicarse entre los mekubalím de Tsfat, pero éstos advirtieron a las autoridades de Yafo y no de le dejaron desembarcar. En el mismo barco, regresó a Alejandría, y de allí a El Cairo, donde vivió de practicar la medicina. Allí vivió tres años, hasta que un día, por una disputa sobre dinero con su sobrino, éste le apuñaló y mató.
Bibliografía:
Halperin, David, «Abraham Miguel Cardoso», Paulis Press, new York, 2001
נסים יושע, אנוס בחבלי משיח: תאולוגיה, פילוסופיה ומשיחיות בהגותו של אברהם מיכאל קארדוסו, ירושלים: יד יצחק בן-צבי, 2016
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