ALBERTO HEMSI, LA ELEVACIÓN DE LA COPLA SEFARDÍ

 Alberto Hemsi, como Bela Bartok  , creador de la etnomusicología , hizo confluir  el estudio de la música clásica con  el folclore musical de una etnia, donde el arte popular se eleva a cultura de altura,


Alberto Hemsi nació en  nada más empezar el verano de  1898, en una pequeña localidad  egea de la península de Anatolia, ayer  puertecillo de  Cassaba, hoy turística  Turgutlu -no lejos de la Perla del Egeo, Esmirna.

Sus padres detectaron que el niño,  desde temprana edad,  mostraba especial interés y atención en la sinagoga cuando cantaba  el jasán la liturgia hebrea , así que lo enviaron a casa de un tío en Esmirna para que pudiera estudiar música de forma académica, a la vez que cursar estudios de la vida moderna en l´Alliance Israelite Universelle.

Y mientras acababa la primer década del S XX, Hemsi se familiarizó con la flauta travesera, el trombón, el clarinete…aunque su verdadera pasión era, como en todos los músicos de alma verdadera, la composición en el piano.

Por insistencia del director de la AIU, Hemsi recibió una beca para estudiar en el Conservatorio de Milano; allí  estudiará con grandes maestros de la armonía y la composición del momento; pero lo más importante es que allí es donde  vivirá un momento de inflexión que marcará su destino para siempre: un día,  preguntó a su tutor por la música judía – nunca estudiaban nada que tuviera que ver con el judaísmo. El tutor le contestó que, aunque sin duda era una música importante, no recordaba haber conocido una melodía hebrea. Hemsi quedó perplejo. ¿Cómo podía ser posible que habiendo un acervo cultural tan extenso y profundo como el de los  cantos sefardíes, rituales y profanos, un profesional de la musicología no conociera siquiera uno de ellos?

Ya´akob Jazan, informador de Rodos

A partir de entonces, como un Marcel Proust que recolecta todo lo vivido para ir en busca de un tiempo perdido, Hemsi dedicará todo su tiempo, su cuerpo y su alma,  para ir en busca de toda la tradición musical sefardí perdida,  apartada de los círculos cultos por los esperpénticos estragos de la discriminación y los prejuicios.

Tras un paréntesis militar en el que sirvió al ejército italiano en la Primera Guerra Mundial, en la que fue herido, decidió que ,  ahora que había cambiado el mundo ,    abandonaría  la oscuridad  de Milano  y  se iría  a preguntar al jasán de la sinagoga de su ciudad natal,  frente a las luminosas  costas azules del Egeo, por todas esas melodías de su infancia en el eco de su memoria.

Durante 17  magníficos años pululó por Salónica y Esmirna, Rodas y Estambul, Alejandría y otras juderías, escarbando como un arqueólogo en la tradición intangible de la música de su pueblo . Y cuando las tuvo consigo, conectó ese saber con los dedos de su mano y la mano con las teclas de su piano y escribió armonizaciones  de sesenta coplas tradicionales que recogería en una obra titulada «Coplas Sefardíes». Sin perturbar la esencia con las técnicas modales de su tiempo. Además,  compuso una gran serie de cuartetos y quintetos basados en la tradición sinagogal  griega y egipcia, recuperando desde tiempos inmemoriales sones que hoy podemos escuchar en toda su autenticidad, disfrutar en toda su sensibilidad, conservar en toda su amplitud.

En 1957, los Hemsi abandonan Egipto , donde  durante 30 años Alberto  fue jasán de la  gran sinagoga de Eliahu Ha´nabí, en Alejandría. Pero las condiciones políticas del momento -un golpe de estado que abolió la monarquía y la Operación Sinaí de Israel-  fueron nefastas para la judería egipcia, que se verá seriamente amenazada. Se hace urgente abrazar un  cambio  y los Hemsi -su esposa y dos hijos- deciden   instalarse  en París.

Allí, se  ocupa como director musical de sinagogas y  también como profesor del École Cantoriale du Séminaire Israélite de France (aún hoy París es un centro indispensable para la jazanut sefardí) Y siempre que pudo, viajó a distintos panales de coplas sefardíes . También fue director de dos colegios: «Yistjak Abravanel» y «Brit Shalóm».

En 1975 falleció , víctima de un cáncer de pulmón

Dejó escrita una obra indispensable, La Música de la Torá, que publicó en  su propia editorial. Y en cinco volúmenes, «El cancionero sefardí», antología de 230 canciones que hoy se conserva en los archivos de la Biblioteca Nacional de Israel. Sesenta de esas canciones fueron adaptadas por e´l mismo para voz y piano y fueron publicadas en diez pliegos con el nombre de «Coplas Sefardíes»

Su obra fue grabada en 2017  por la joven  mezzo-soprano israelí  Tahila Goldstein y  el pianista y musicólogo  siberiano Jascha Nemtsov.

Una hija tiene el rey….

© פדרו הוארגו

El coro de la gran sinagoga alejandrina de  Elihau Ha´nabi, la mayor de Oriente Medio