
Notas sobre la antigüedad de la comunidad judía de la capital del Principado de Asturias y del motivo por el cual allí medraron.
Juan Uría Ríu, cronista oficial de Carbayonia en tiempos del franquismo -y decano de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Oviedo- publicó en el Boletín de esa institución, en 1940, un opúsculo titulado «Noticias históricas sobre los judíos en Asturias«. De indisimulado tono antisemita -lo que entonces era corrección política- ese texto comienza con una aseveración que debe dar qué pensar: según él, después de que en el S VIII los musulmanes invadieran la Península Ibérica, y después de que la monarquía visigótica de Toledo se replegara tras las montañas asturianas, no es lógico que hubiera en lo que hoy llamamos Principado de Asturias población judía. ¿Por qué?
La incipiente monarquía asturiana era antivitiziana (sic) El rey Egica, padre de Witiza, endureció las medidas contra los judíos, prohibiéndoles el comercio con los cristianos, por un lado, y por otro lado, decretando que los judíos que se convirtieran estarían exentos de pagar impuestos, siendo éstos abonados por los judíos no convertidos. Así lo atestigua José Orlandis en 2003 , en su Historia del reino visigodo español: los acontecimientos, las instituciones, la sociedad, los protagonistas. Uría Ríu , además, dice que Egica había denunciado en varias ocasiones que los judíos -a los que tenía oprimidos- urdían una trama para favorecer la conquista musulmana y ser liberados de su yugo legal.
(…) se esforzaron con atrevimiento tiránico por arruinar
a la patria y a todo el pueblo… llegó hasta nuestra asamblea la noticiade la conspiración de estos infieles
Concilio XVII de Toledo.
Su hijo y sucesor, Witiza, aplacaría notoriamente esta presión sobre los judíos del reino visigótico, por eso Uría dice que la monarquía asturiana era antivitiziana, que es lo mismo que decir que era pro-egical. Por otra parte , dice que los judíos no habrían estado interesados en asentarse entonces en una región como Asturias, al otro lado de la Cordillera Cantábrica, donde el clima y la orografía eran difíciles y donde no había sino el pequeño origen de un pequeño reino en el que no había un dinamismo comercial que los alentara.
Así pues, dice, hay que esperar a que pase el tiempo y reine Alfonso V , en 1008, -cuando la capital del reino de Asturias ya está en León- para empezar a encontrar referencias judías en ese entorno: el concilio de León (1020) y, en tiempos de Fernando I, el Concilio de Coyanza (1050) Sin embargo, hay fuentes más tempranas, en la crónica de Ibn Jayún, que menciona que en el verano de 940, Ramiro II envió a Al Alandalus -al visir Jasaday ibn Shaprut- a un embajador judío llamado Baruj para solicitar una tregua que no consiguió. Y también existen los testimonios de Ibrahim ben Yakub Al Israeli, judío de Tortosa al servicio del califa Alhakam II (entre los años 960-976) que visitó Galicia.
Es decir, si había judíos en la capital de León, es razonable pensar que hacia el año 1000 llegaran también los primeros judíos a asentarse en Oviedo. No obstante, no hay documentación hasta mediados el S XIII, al caso de la compra-venta de una casa, en 1242, en la que figura como testigo un judío.
¿Y cuál fue el motivo por el cual los judíos decidieron habitar en Oviedo?

La respuesta es el Camino de Santiago. Pero no el Camino francés, sino el de la costa, el que venía desde Bayona , por Irún, hasta Oviedo. Este Camino alternativo existe porque, después de Santiago de Compostela, era S. Salvador de Oviedo el segundo punto de mayor importancia para los peregrinos, como demuestra el alto número de fundaciones hospitalarias en él. De hecho, estudiosos de la talla de Menéndez Pidal sostienen que éste era el camino original. ¿Pero por qué Oviedo se convirtió en lugar de peregrinación tan importante ?
Fruela I (722-768) pasó la capital de Asturias desde Cangas de Onís a Oviedo; su hijo, Alfonso II EL Casto, la desarrollará notablemente para convertirla en centro político y espiritual del reino asturiano y sus pretensiones de emular a Toledo. Y es este rey quien funda S Salvador cuando en Galicia se funda lo de Santiago. En 1075, Alfonso VI de Castilla con todos los nobles de Castilla y León, incluidos Doña Urraca y El Cid, acude en peregrinación a adorar las reliquias conservadas en la Cámara Santa, marcando así la tradición de la peregrinación al lugar. Y la tradición monárquica de legar a este tesoro muchas piezas reales con reliquias traídas desde Toledo en el S VIII y desde Jerusalén en tiempos de los sasánidas. Lap eregrinación a Oviedo se hizo tan famosa que hasta había coplas populares que decían
“Quien va a Santiago
y no a San Salvador,
visita al criado
y deja al señor”
Al calor de esta lumbre económica que calentaba Oviedo en el S XIII, los judíos fueron encontrando la plaza ovetense lugar apetecible ; para 1216, el merino mayor -algo así como el gobernador delegado del rey – es el judío de nombre inaudito Mari Xabe (mar, en hebreo, significa señor) Para 1274 se decretaron unas ordenanzas en las que se regula que los judíos -tantos debía haber como para necesitar ordenarlos- debían pasar a vivir desde la Puerta del Castillo (hoy zona edificio de Telefónica) hasta la Nueva Puerta de Socastiello.
Uría dice que para 1372 aparecen unas cartas de pago otorgadas al poderosísimo Gonzalo Bernaldo de Quirós por un judío llamado Don Abraham de Dios, recaudador mayor de Asturias, teniendo por testigos a personas de indudable ascendencia judía, como Abraham de Palencia, D. Yaco (Yaakov) y Don Yuçaf, el físico, esto es, el médico. Hija de éste fue Mencía Fernández, casada con Pedro Fernández, que vendieron una heredad extramuros, junto al convento de las clarisas, (hoy Hacienda) llamada El Huerto de los Judíos, que era el cemenerio judío (hoy el Teatro Campoamor) De este documento hay copia en 1503, cuando , tras lo de 1492, se incauta el solar.