
Historia de una rabino a caballo entre Constaninopla y Jerusalén y entre el fin del S XVII y el principio del XVIII
Cuando el Imperio Otomano se encontraba librando sus guerras contra la Casa de Habsburgo – a finales del S XVII- el jajám Aarón, de Constantinopla, fue padre. Al niño, que nació en Nicópolis, lo llamaron Efraím. Luego, el padre, por desavenencias con sus dos hermanos y la hacienda familiar, marchó para Constantinopla (razón por la cual muchas veces se le da como nacido en esta ciudad.)
En Constantinopla estudió con su gran amigo Yaakov Sasson en la yeshivá de Yaakov Alfandari ; cuando le llegó la edad de casarse, lo hizo con la hija de r Yehudá Irgaz. Junto a su suegro -y esposa- se trasladaron todos a Jerusalén. (Otra versión, al igual que dice que nació en Kosta, sostiene que el yerno siguió al suegro) Allí estuvo Navón durante diez años ininterrumpidos estudiando en la yeshivá de Nevé Shalóm, aislado de todo lo que no fuera El Talmud o Ha´Rambám, por lo cual su fama comenzó a extenderse por todo el orbe rabínico.
Luego, en 1721, se le envió a Constaninopla como emisario para recaudar fondos con que sostener la menoscabada comunidad de Jerusalén. De hecho ya no quedaba ningún rabino allí de tantas multas y altos impuestos como se les impusieron por decreto del sultán de turno.
Al acabar la misión, se le ofreció formar parte del beit din de rabi Yehudá Rosanes, azote de los sabateos y uno de los mayores rabinos de su tiempo. Al morir Rosanes Navon le sucedió en el rabinato de Constantinopla. Mientras se dedicó en cuerpo y alma a la mejora de las condiciones de vida de los judíos de la ciudad , redactó la obra halájica Majané Efraím, El Campo de Efraím.-
Navón murió a los 53 años y está enterrado en Constantinopla. Dejo tras de sí tres hijos, todos ellos muy piadosos, que serán de gran relevancia en el mundo del derecho hebreo del mundo otomano, en especial su hijo Yaakov, que también fue el editor de la obra paterna (por última voluntad del padre en su lecho de muerte)
Ciento cincuenta años después de ser enterrado, esto es en 1857, un descendiente suyo Yosef Navon Bey, llegó a Constantinopla para conseguir un firman de las autoridades otomanas para la construcción de la línea férrea entre Yafo y Jerusalén. Aprovechó el viaje para buscar y encontrar la tumba de su antepasado.